A favor del mestizaje

Del cotejo de la historia latinoamericana concluimos que los dos países donde más se desarrolló el mestizaje fueron Venezuela y Brasil. Casualmente puede afirmarse que son las naciones más alegres de América del Sur.

En Venezuela el mestizaje se consolidó como encuentro amoroso en los postreros días coloniales de la constitución de la nación. La mezcla entre blancos, negros e indígenas se fue dando, no ya como producto de la esclavitud, y de las violaciones que ella permitía, sino de la propia aceptación del otro a través del afecto. Los blancos que no se mezclaron se fueron limitando cada vez más, de tal manera que muy pocos conservaron la pureza de sangre. Y en algunas ocasiones, personajes de la aristocracia local pagaron títulos de pureza de sangre, ya que su fenotipo delataba una mezcla oculta de etnias en su pasado.

En el presente, el mestizaje sigue produciéndose como crisol de encuentro de etnias en Venezuela. Blancos, indígenas y negros nos seguimos uniendo y a ello se suman los extranjeros que se instalan en el país. No somos razas separadas. En cada uno de nosotros abundan genes de Asia, Europa, Oceanía y África. Y si nos hacemos un examen genético nos sorprenderá que los venezolanos pertenecemos al mundo y el mundo está en nosotros. Y se lo debemos al mestizaje.

Desde hace tiempo, se producen movimientos que, justificados en la violencia del racismo, intentan establecer categorías étnicas para reivindicar esos derechos violados. Y actualmente en Venezuela se ha instalado esa forma de interpretar, desestimando el mestizaje criollo. Esa interpretación -que ya aspira a constituirse en modelo de análisis social- intenta atacar al mestizaje dizque por ser una categoría usada por el poder y la burguesía para invisibilizar a la población afrodescendiente. Se acusa que la democracia burguesa usó la categoría del mestizaje para hacer creer que las grandes mayorías estaban siendo integradas a los beneficios del sistema, mientras los afrodescendientes eran marginados. Esta interpretación sería válida para Ecuador, Perú, Chile, Bolivia y Argentina. Sus historias registran las más altas cotas de intolerancia, donde desde la colonia se separaron las etnias y en algunos casos suprimieron radicalmente a indígenas y negros.

El movimiento afro-descendiente venezolano no puede caer en la trampa de la separación a que se nos invita en otros países con esa interpretación. La cultura afroamericana fulgura en los mestizos venezolanos, no sólo porque preservan el acervo, sino porque lo renuevan, como el caso muy específico del maestro percusionista Manuel Moreno, inventor del ritmo Patarrumba, por citar sólo un caso.

Los mestizos venezolanos estamos llamados a defender esa fiesta étnica que es nuestro mestizaje. Brindar al mundo una interpretación de cómo nuestro proceso nos permite aceptar al otro. Quizás radiquen allí derivaciones sociales como tener una población árabe y hebrea que comparten en paz. Hipotetizo que indagando en más logros del mestizaje criollo, confirmaremos que este producto venezolano genera inclusión, amor y paz. Sobre eso hay que escribir.

(Para opiniones y asesoría de prensa: tonybridas.coachdemedios@gmail.com)



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