I
Llega el mes de septiembre y el Pueblo venezolano sigue alistándose para el proceso electoral de finales de año, en medio de una coyuntura que, como hemos escrito antes, es compleja; debido no sólo a la batalla que en el país y en el mundo se libra para contener la terrible pandemia del Covid-19, sino además por el esfuerzo que realizamos las venezolanas y los venezolanos para, al mismo tiempo, recuperar nuestra economía, afectada por la severa crisis del sistema capitalista a escala global, y por el criminal bloqueo económico, financiero y comercial impuesto por el imperialismo norteamericano y sus lacayos, quienes no cesan en sus pretensiones de acabar con la Revolución Bolivariana.
En este escenario, acudimos a unos comicios que resultan trascendentales para la paz y la estabilidad política del país; una contienda en la que podremos elegir de manera libre y soberana a nuestras y nuestros representantes ante la Asamblea Nacional, entre más de 14 mil compatriotas postuladas y postulados por 107 organizaciones políticas, incluyendo los sectores de la oposición democrática nacional, no alineada al plan diseñado por el gobierno supremacista de Trump para boicotear estas elecciones.
II
Hoy, como ayer, las bolivarianas y los bolivarianos haremos frente a la injerencista pretensión yanqui, acudiendo a la cita electoral del 6-D con la fortaleza que nos da el haber sido capaces de derrotar, en unión cívico-militar, las intenciones de quienes quieren volver a convertir a Venezuela en una colonia de los Estados Unidos, y apropiarse de nuestros recursos naturales.
Aún así, el reto es enorme; pues las renovadas amenazas políticas y militares por parte de la actual administración estadounidense, van acompañadas de una feroz y permanente campaña en contra del Gobierno Bolivariano y, de manera particularmente intensa, del compañero Presidente Nicolás Maduro, como lo hicieron en su momento contra el Comandante Hugo Chávez; una campaña que tiene como verdadero objetivo lograr acabar con el proceso de amplias transformaciones al que dio inicio en 1999 el líder histórico de la Revolución Bolivariana, sustentado en el planteamiento de alcanzar la mayor suma de felicidad y seguridad social, como estrategia para cancelar la infame deuda social heredada tras largos años de desmanes de los gobiernos de la IV República, en contra de las grandes mayorías del noble Pueblo venezolano.
Esta campaña, encuentra eco en algunas personas que, amparándose en el necesario ejercicio de la crítica y la autocrítica al que nos convocó permanentemente nuestro Comandante Eterno; enfilan de manera intencionada sus ataques en contra del Gobierno Bolivariano, escondiendo sus verdaderos intereses personales o de grupo y, además, tratando de torpedear lo que constituye una de las principales fortalezas del proyecto revolucionario: la unidad de las fuerzas de la Patria; elemento que ha resultado clave para evitar, en términos del Padre Libertador Simón Bolívar, que la anarquía nos devore.
Esta pretensión no es nueva. Ya antes hemos enfrentado los intentos divisionistas de quienes enarbolaron las banderas del “chavismo crítico” o “chavismo originario”, de aquellas y aquellos que interesadamente han pretendido apropiarse de los símbolos de la Revolución Bolivariana y la mala intención de quienes tratan de zanjar una división entre “chavistas” y “maduristas”, una corriente que el propio compañero Presidente Nicolás Maduro ha señalado no existe; así como el discurso oportunista que en coyunturas electorales esbozan quienes anteponen sus aspiraciones personalistas por sobre las colectivas. Las verdaderas y los verdaderos patriotas, defensoras y defensores de este proceso de construcción socialista, en unión cívico-militar, somos chavistas; en el sentido en que lo definió el propio Comandante Eterno: Chávez es un Pueblo!!
III
No se trata de callar la crítica y la autocrítica, esencia del ser revolucionario, y mucho menos si esta viene de nuestro Pueblo; sino de realizarla, cómo muchas veces nos orientó el Comandante Chávez, “con lealtad al proceso, con lealtad a los principios…”. Se trata, nos sigue diciendo el líder bolivariano, de hacerla “…de manera ética, con moral”.
Asimismo, es preciso evitar como nos enseñó Chávez “la división interna de las filas bolivarianas…”, el accionar “…de algunos que colocan sus aspiraciones personales por encima del interés colectivo y dividen al movimiento popular. Eso se llama traición al Pueblo, traición a la revolución y traición a Chávez”.
De manera que, esa crítica y autocrítica debe contextualizar la compleja coyuntura a la que nos hemos referido antes; debe ser canalizada adecuadamente, a fin de evitar que nuestras aspiraciones colectivas de que sean revisadas y rectificadas algunas conductas, errores e, incluso, desviaciones que pudieran estar teniendo lugar en el ámbito ético, ideológico y en el desempeño de la gestión política y/o pública, se conviertan en elementos empleados por la contrarrevolución para acabar con el proyecto bolivariano; y que se materialicen por el contrario en el reimpulso de las políticas implementadas por la Revolución Bolivariana en provecho de las grandes mayorías. Vale decir, se trata de practicar aquello que el Comandante Eterno denominó las 3R al cuadrado; a fin de asegurar mantener el camino victorioso: repolarizar, repolitizar, para reunificar nuestras fuerzas; y verdaderamente ir a fondo en la revisión, la rectificación y el reimpulso de nuestra revolución.
Nos corresponde a nosotras y nosotros, a las y los patriotas, trabajar sin vacilaciones para blindar la invencible unidad de las fuerzas revolucionarias, para mantenernos unidas y unidos -en nuestra diversidad-, leales a los más elevados y sagrados intereses de la Patria, al legado del Comandante Chávez.
¡Leales siempre, traidores nunca!!