Los "importados" son nacionales, presidente

El título de esta nota no tiene nada que ver con el beisbol, donde el plantel de los equipos se divide entre "criollos" e importados, sino con la información que recibimos diariamente acerca de la marcha de los contagios con el coronavirus en Venezuela.

¿Qué ganan el presidente o sus voceros, con separar las curvas de casos comprobados de personas contagiadas con Covid-19, entre nacionales e "importados"? ¿Y con las comparaciones chocantes y reiterativas con la gestión de otros países frente a la pandemia, aunque desde que empezaron las transmisiones el ministro de información ha insistido en "no politizar la pandemia"?

En relación con la primera pregunta resulta contradictorio que, si ya el gobierno decidió, acertadamente, acoger a los venezolanos que regresan al país porque no les ha ido bien en su condición de emigrados, ahora, cuando ya están en el territorio nacional los hagamos sentir como una carga, como un estigma. Entonces, ¿es que para que la curva de casos se estabilizara tendríamos que haber impedido el reingreso a su país? ¿Acaso tal procedimiento no crearía una situación similar, en otra escala, a la del rechazo a vecinos por estar contagiados o al personal de salud por su cercanía con los enfermos, que ha sido ampliamente documentado en barrios de España, México y Colombia?

La decisión de recibirlos como venezolanos que son, aunque hayan emigrado "engañados" (cosa que no creo), es una medida humanitaria, acorde con una gestión gubernamental que se dice socialista. Pero se requiere coherencia entre la apreciación como éxito político por los más de 55 mil compatriotas que volvieron, aunque sea una fracción muy pequeña respecto a los emigrados, y el trato hacia esas personas, no en el terreno, considerando que reciben adecuada atención sanitaria, sino en la forma como se asume la procedencia del contagio.

Se insinúa que, si salieron sanos y regresaron enfermos, entonces estamos importando la enfermedad. Con la calificación del virus según la procedencia de los viajeros, nos acercamos a la grosera connotación de "virus chino" que tanto criticamos a Trump, cuando politizaba la pandemia en el marco de su confrontación con el país asiático. Una vez que esos compatriotas reingresan y resultan positivos en las pruebas rápida y de reacción en cadena de polimerasa (PCR), que se les aplica en la frontera, ya cuentan como casos venezolanos. Simplemente. Son pacientes que reciben o recibirán atención médica en nuestro país, de manera que la curva que muestra la evolución del Covid-19 en Venezuela, es la suma de las dos que señala el presidente.

En cuanto a nuestra segunda pregunta, pareciera que pretendemos que Venezuela sea la campeona en la gestión de la pandemia, no solamente en el continente sino en escala mundial. "Somos ejemplo para el mundo", he escuchado varias veces. Eso suena un poco soberbio, porque si bien, en atención a las evidentes limitaciones del sistema de salud pública y al alto costo de la atención en clínicas privadas, se haya decidido un inicio temprano de la cuarentena, es muy pronto para asumir posturas triunfalistas, cuando la OMS insiste en la gravedad de la situación en todo el mundo, y cuando países con mayores recursos tecnológicos aún muestran tendencias crecientes en los contagios. Adicional a eso, cabría recordarles a las autoridades que Venezuela no tiene un alto número de contagios por cuanto tampoco es mucha la gente que circula por nuestros aeropuertos, ¿o sí?

El manejo de la información referente a la pandemia requiere un poco más de tacto en las expresiones que se utilizan. El riesgo que representa para el país la existencia de fronteras muy porosas, con vecinos desafectos al gobierno venezolano, es manifiesto. Es un tema que demanda medidas más eficaces para el control de los pasos ilegales, lo cual no es fácil. Pero deberíamos apelar por todos los medios a la conciencia de los connacionales que regresan por las trochas, para que en bien propio se sometan a los protocolos fronterizos, gratuitos y profesionales, y no pedir a los familiares que no los reciban en sus casas. Esto último implica una estigmatización no muy distinta a la que se ve en países que criticamos.

En los reportes de noticieros televisivos tampoco es ético que se muestre todos los días el número de casos como si se tratara de resultados deportivos. Ningún país estará orgulloso de encabezar el registro de casos y menos aún el de fallecidos, y por más que cualquiera de ellos mantenga posiciones antagónicas respecto a la política venezolana, se trata de seres humanos. Son gente.



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Camilo Palmares

Profesor universitario.

 camilopalmares@yahoo.com

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