Uno también sale aporreado

Un colaborador de un medio informativo y de opinión tiene afinidad con determinada tendencia política y sabe que sus comentarios son leídos por quien desee hacerlo. La única manera de obtener un feedback de sus lectores respecto a determinado artículo tiene que ser a través del correo electrónico que el colaborador coloca en su artículo.

Parece que los que leen mayormente esos artículos son de oposición. Y se sabe que, desde hace algo más de 20 años, muchas personas, supongo que impotentes ante los desastres de sus líderes, se volvieron iracundos e intolerantes y si algo no les gusta de lo que escribe el colaborador pro gobierno, de inmediato en su estructura mental avasallada por el fracaso, elabora descargas ofensivas de todo tipo, sin medir las posibles consecuencias de este tipo de situaciones. Son comentarios que van desde un "jalabolas", maldiciones, insultos, hasta amenazas de muerte.

¿Qué es lo que pasa en esta situación? Se cree que la opinión enfocada desde una visión distinta a la del lector, puede ocasionar malestar orgánico en este, que se expresa en molestia visible en el comportamiento y genera interiormente una especie de bilis revuelta, y la primera reacción es responder sin pensar, ni razonar cuestión que se traduce en un correo electrónico con la primera ofensa o vulgaridad que se atraviese en la mente de esa persona. Y así sucede.

Al llegar el correo a su receptor, es decir, al opinador o colaborador, puede encontrarse a un sujeto con buena disposición a tomarse el mensaje como si no lo hubiera recibido y trata de ignorarlo para no plantearse diatribas que por correo, no resuelven nada; Es decir, se trata de ignorar al ofensor o decirle que su comentario ofensivo, no es el esperado de gente civilizada que lee opiniones, sabiendo que no todo el mundo piensa igual.; pero existen las excepciones cuando se le exige respeto a esas personas y mantienen conductas reincidentes cada vez que se escribe un artículo que no les agrada, por las razones que fueren.

En efecto, cuando los mensajes son ofensivos y se hacen repetitivos y siempre de las mismas personas, no es de extrañar que la respuesta que se les dé, vaya impregnada de la misma violencia y vulgaridad del lector ofensivo; y no es el deber ser. Al respecto, los estudiosos de los fenómenos que suceden en la red, consideran que se puede hacer una crítica de forma constructiva y no caer en la cobardía de ofender a través de un correo cuestión que denota alta frustración, baja autoestima y mucho tiempo libre que le permite "estar tan pendiente de las redes sociales y de sus víctimas". Asimismo, consideran que cuando en más de tres oportunidades una persona es ofendida por opinar diferente al agresor, cuestión que queda en el archivo de recibidos del correo, se está ante un delito. Por favor, no lean mis artículos, si de antemano saben que soy chavista; cuiden su tensión arterial y vayan a surtir gasolina que es la misma vaina que echar.



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Jesús Rafael Barreto


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