El pecado de ser sencillo. La opresión del ego

Tus padres, profesores, sacerdotes, dirigentes, en fin la sociedad en general, te condicionan desde el principio para que, a menos que demuestres lo que vales, seas un inútil. Te forman para ser "alguien en la vida", un ser exitoso. No lograrlo es un pecado, es un sacrilegio, estás destinado a ser un fracasado.

Al ser sencillo la sociedad en general lo considera un simplón, un desadaptado, un fracasado. Por eso al cuaderno en blanco que es un niño se empeñan en llenarle sus páginas con lo que consideran "debe ser". Te imponen religión, profesión, costumbres, sueños, anhelos. Te trazan la ruta a la felicidad, para vivir pensando en el futuro, en una promesa..

Pero un niño al nacer es un ser, vive a plenitud con inocencia y sencillez, siempre en el presente. No necesita convertirse en otro, no necesita "ser alguien" porque ya es. Está en completa comunión con lo que es, tanto así que se refiere a sí mismo en tercera persona porque aun es consciente de lo que es y no de lo que dicen que debe ser.

En eso consiste la sencillez, en seguir a gusto con nuestro ser y no iniciar el interminable camino de convertirse en otro. Un engendro de la sociedad, regido por sus memorias construidas por otros, dominado por el ego. Luchando incansablemente por ser la persona que le configuró su entorno, postergando el éxtasis de vivir, indefinidamente, hasta convertirse en el ser que le construyo la sociedad, que nunca llegará a ser porque siempre anhelará ser más.

El ego es la enfermedad del ser humano. Se empeña desde el "mi", en ser tu, no dejándote ser quien eres. Alejandro Magno falleció a los 33 años después de conquistar casi todo el mundo (conocido entonces) . Pidió que dejaran sus manos fuera del ataúd para que se supiera que se fue con las manos vacías como un mendigo. Comprendiendo en su lecho de muerte la ilusión en que vivió.

No eres tu mente, tus memorias, pensamientos, sentimientos y emociones, eso es intelecto, el "mi" que vive anclado en el pasado, soñando con un futuro de grandeza. Tus recuerdos son una carga que arrastras innecesariamente, pues no existen, fueron una circunstancia pero no eres tú, no te definen. El ego es una fantasía creada, la matrix.

Hazte consciente de la que no eres, para que pueda surgir quien eres realmente, el niño inocente, tu real "yo". El ser sencillo que disfruta a plenitud del ahora. Conviértete en el observador del ego, sin dejarte arrastrar por él. Trátalo en tercera persona hasta reconocer, sin esfuerzo alguno, que ese no eres tú.

El ego es un iceberg. Fúndelo en las profundidades del amor para que desaparezca y pases a formar parte del océano.

 



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Noel Peralta Barreto


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