Wilexis y Maduro son hermanos morochos

Son wilexis y maduro hermanos morochos, comparten la misma genética política, difieren sólo en la escala, uno se expresa en el nivel nacional, el otro quedó confinado a la ingenuidad del barrio. Veamos.

Representa wilexis la condición humana de maduro; nació en un barrio, su visión política no va más allá del José Félix Ribas, ese es su país, le interesa ser pran de ese territorio. Se puede considerar un nacionalista elemental. Su ideología básica choca con la práctica, se guía por principios locales que al implementarlos le llevan a los límites del fascismo: sus intereses de barrio chocan con los intereses de la sociedad toda, no tienen visión de sociedad y menos de humanidad, "vanidoso piensa que el mundo entero es su aldea” . La violencia es la ley, atropellar a los diferentes, la vida no vale un disgusto.

Viene, maduro, de allí; de una mentalidad confinada al mezquino entorno: vista corta, ambición enana, límites breves. La política no lo formó como revolucionario, aunque le permitió ascender con las armas melladas de la lucha del barrio, la zancadilla no le es ajena, adular es artificio. Así llegó a la cúspide del país, pero la mente le quedó en el barrio. Los desastres de su gobierno tienen este origen pandillesco: arrasó con sus enemigos, los defenestró, los desprestigió, se rodeó de luceros con la condición de que no brillaran más que él, que sólo adularan.

El madurismo redujo la política a su expresión perversa, a un pranato cuyo principal argumento es la mentira, el fraude. Ahora, además del desastre material, padecemos un desastre espiritual. El vacío dejado por los políticos tradicionales y por los revolucionarios lo llena la ingenuidad de los barrios que, en el mejor de los casos, se desliza hacia el nacionalismo fascista, hace de cada barrio un país donde instala un pranato, una dictadura pequeña.

En lo nacional es el mismo pranato pero más sofisticado: la ley es la ley del pran, los límites mentales cortos, la misma visión mezquina, el chisme, la peleíta con el vecino, la actitud rastrera de pellizcar algún beneficio, del “se vale todo”, del mentir sin filtros. Severos con los débiles y sumisos y adulantes con los poderosos. Por supuesto que su eficiencia es nula, no tienen estrategia, no la necesitan en el barrio, en la nación la desconocen; no aceptan crítica, en el barrio la crítica es ataque, igual la consideran en el gobierno. Y así, sin conocimiento, sin crítica, sin estrategia van de tumbo en tumbo. Nunca se equivocan, ni wilexis, ni maduro; reconocer un error sería una muestra de debilidad que para un pran es un suicidio.

Ya los revolucionarios tendrán mucho tiempo, en el exilio, en las cárceles, para analizar a profundidad las bases psicológicas, sociológicas, de cómo un país fue atrapado por la marginalidad, por qué todos callaron, dónde estaba la clase obrera, dónde la clase media, cómo fue que los capitalistas admitieron. Ya habrá mucho tiempo para analizar cómo el gobierno de Chávez, ejemplo de humanismo, gestó este desastre, en qué falló.

Ahora la tarea principal es corregir este entuerto, explicar que el madurismo es una traición a Chávez, que no hay otra solución diferente a volver al rumbo trazado por el Comandante, derrotar la deslealtad…

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Toby Valderrama Antonio Aponte

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