La historia enseña que un Estado Pacífico (Venezuela) no puede sostener por mucho tiempo un asedio económico tan terrible, asedio en el cual se utiliza un territorio vecino (Colombia) como punta de lanza del poderoso imperio (Estados Unidos). En realidad, son varios los Estados involucrados en este asedio que se procura sea continental. Ya muchos están reculando. Pero en lo directo con Colombia, no puede ser que todo el peso de esta inmensa tragedia la esté pagando solamente el Estado Pacífico, el que está siendo asediado, sin que se produzcan consecuencias ningunas para ese miserable vecino que se presta y es utilizado como punta de lanza por el referido imperio.

Un vecino, además, que se está vilmente aprovechando de este crimen y que de hecho está en esta guerra contra ese Estado Pacífico, recibiendo todo el apoyo del imperio poderoso. Ese vecino que se beneficia económicamente de las gracias y bendiciones de un asedio tan monstruoso debe recibir una respuesta contundente del Estado Pacífico para que comience a pagar por sus servilismos a ese imperio.

De lo cual, se hace imprescindible abrir un frente de acción directa contra ese vecino, porque estas agresiones contra este Estados Pacífico están constituyendo una forma de vida de la propia estructura económica y social del territorio vecino.

De hecho, Colombia está sosteniendo gran parte de su estructura económica de esa guerra indirecta que nos hace: se lleva nuestros productos esenciales de la dieta diaria del venezolano, se apropia de gran parte de nuestro combustible, destroza nuestra moneda imponiendo un modelo de cambio de divisa en la frontera que encarece terriblemente todo lo nuestro, se aprovecha del pánico mediático inducido por el imperio para provocar una migración hacia Colombia, Perú, Ecuador y Chile, para luego destrozar en sus territorios a esos mismos inmigrantes o utilizar para los negocios de plantación de coca, tan importantes para el imperio agresor. Impone ese vecino el terror con bandas paramilitares, mediante el secuestro, el sicariato y toda una estructura que facilite el traslado de la droga que produce ese vecino hacia el susodicho imperio poderoso.

Existe de hecho una guerra total, aunque declarada, del gobierno colombiano conjuntamente con Estados Unidos contra Venezuela. Eso debe saberlo el mundo, y tenemos y se hace ya esencial responder.

Es imprescindible que todos nuestros políticos y militares tengan como libro de cabecera "El Príncipe" de Maquiavelo: Un Estado asediado, bloqueado por una gran potencia no puede sobrevivir por mucho tiempo el acoso permanente de un vecino aliado de esa potencia. La población del Estado asediado, sufriría mucho, irían escaseando los medios de subsistencia, la estructura toda de la república se deterioraría a niveles de ahogo y asfixia de exterminio y las propias fuerzas que le sostienen podrían ser víctimas de la desesperación y el caos.

Lo último, la invasión por Macuto de esos comandos entrenados por Estados Unidos en ese territorio vecino que es Colombia, es otra prueba más de esa guerra indirecta que venimos sufriendo. La estrategia del imperio norteamericano junto con sus criminales aliados de la Unión Europea es hacerse el loco, como si la espantosa derrota no fuese con él. Pero nunca dejarán de persistir en esa guerra de desgaste, de ruina total de nuestro país, al tiempo que la vil y degenerada Colombia sigue viviendo de ese crimen y de nuestra destrucción.

Obsérvese que ya los invasores están hablando de que "los militares insurgentes que incursionaron el fin de semana a Venezuela para luchar contra el régimen de Nicolás Maduro se declararon el martes en repliegue estratégico, tras admitir que delaciones internas había conducido a la captura de 13 de sus hombres, incluyendo a dos ciudadanos estadounidenses".

De hecho, el mismo lunes, dieron un golpe severo al Sistema Eléctrico Nacional. Han tenido ese poder y cuentan con poderosos elementos infiltrados hasta en el propio gobierno y poseen células a lo largo de toda la frontera con Colombia. Los portavoces del movimiento dirigidos por la DEA y capos del narcotráfico colombiano, siguen sosteniendo que sus fuerzas no tienen planes de salir del país, sino que prevén reagruparse para derrocar al gobierno revolucionario.

El imperio no puede negar su vinculación con la referida invasión. Los gringos Berry y Denman están vinculados con el ex Boina Verde estadounidense Jordan Goudreau, dueño de la firma de seguridad Silvercorp USA, radicada en Melbourne, Florida, que entrenó a los integrantes de la operación. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, típico de sus estrategias le sacó el cuerpo a la acción diciendo el martes que su gobierno no está involucrado con las operaciones del movimiento invasor. No nos queda pues, que abrir un boquete contra esa prostituida Colombia, tal cual lo hizo Simón Bolívar en 1819. Todo lo demás queda dicho…