Razón de la cuarentena y cuarentena de la razón

La conmocion global desatada por el COVID-19, gracias a la propagación exponencial de sus graves efectos sobre la salud y la vida, ha provocado otro efecto más dramático que la pausa forzosa de la razón exponencial del capital: la revelación descarnada de sus antagonismos, contradicciones y absurdos. De repente, el mundo al revés de Eduardo Galeano trasmuta en un Orán descomunal, desnudando el aquelarre de sus furias.

China mostró al mundo una forma de abordar la epidemia en una clara determinacion de preservar al ser humano. La cuarentena de Wuhan ofrecía un radical modelo de abordaje, sobreponiendo esta determinación a la normalidad de la economía. El Estado chino imponía la razón de la cuarentena y un esfuerzo coordinado de contención temprana.

La proliferación de la epidemia en Europa y, con ella, la declaración de pandemia, definitivamente tropezó con niveles inauditos de inacción temprana y falta de preparación. Esos líderes europeos, que tanto gustan de enjuiciar a los "Estados fallidos" cuando se refieren al "Tercer Mundo", no podían ocultar sus fallidos sistemas de salud, que ha costado decenas de miles de muertos y afectados. El paroxismo del absurdo se lo gana el esperpéntico y con frecuencia hilarante personaje llamado Donald. A todos ellos les ha tocado deshojar la margarita: cierro, no cierro, he ahí el asunto.

El pánico por la pausa de la razón exponencial del capital exuda la sempiterna inhumanidad de su personificación. El vicegobernador de Texas, Dan Patrick, siguiendo más explícitamente la política de eutanasia sanitaria de Boris Johnson (por poco materializada en su propia carne), ha proclamado, como un Millán Astray de la salud, que hay cosas más importantes que vivir. Cosas veredes Sancho. Claro, aunque él mismo se ofrece a los dioses en holocausto, cruzando los dedos, es claro que no tendrá que esperar a las puertas de un hospital colmado del ejército de patriotas dispuestos a sacrificarse por sus hijos y sus nietos para salvar la economía, gritando en un estado extático ¡Ave, Patrick, morituri te salutant! Desde luego, el sacrificio también emana un tufo de limpieza étnica.

La economía… qué abstracta es esta palabara. Correrán a salvar la economía en tropel, desesperados para no morir de hambre, los jornaleros, los trabajadores informales, los desarrapados. Los que acumulan las facturas de servicios y las cuotas de las hipotecas en los Estados Unidos. ¡Economía o nada!, es la consigna, y cada cual arrostrará, a su riesgo, el altar del sacrificio. Abandonarán la cuarentena para seguir produciendo… ¿armamento, bombas, municiones, lujos para las élites y demás oropeles de la sociedad de consumo? No se puede parar el armamentismo. Diría Patrick que hoy mismo Estados Unidos y Europa movilizan miles de tropas en el ejercicio "Europe Defender" (¿del COVID-19?), y en el asedio a Venezuela, y se necesitan brazos para sostener el astronómico gasto improductivo militar, mientras la OMS no merece ni un centavo de tan glorioso presupuesto.

La irracionalidad del mundo al revés cobra toda su significación en esta disyuntiva entre la vida y la razón existencial del capital. Porque de eso se trata. Una disyuntiva que no es tal si los Estados y los pueblos, al modo como lo ha hecho China, buscan conciliar, racional y cuidadosamente, la producción esencial para garantizar el pan de cada día para todos, con la preservación de la vida. Los energúmenos de la élite global desbaratarán la cuarentena y su razón, poniendo en cuarentena la razón de la vida.

 



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Alejandro Landaeta Salvatierra


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