Washington Post: tú lo que quieres es que me coma el tigre

El cine y la televisión nos han acostumbrado a una serie de películas y seriales sobre epidemias y pandemias, de desigual calidad: Epidemia, Contagio, Virus, Doce monos, The hot zone, Ceguera, Guerra Mundial Z, Soy Leyenda, Cargo, Tren a Busan. En todas el combate contra el virus es liderado por individuos excepcionales o por pequeños grupos heroicos. En ninguna se muestra a todo un colectivo, a un pueblo mayoritario enfrentando a la enfermedad. Esta me parece una buena introducción para referirme al “reportaje” publicado recientemente por el Washington Post con el largo y revelador título “Venezuela’s broken health system is uniquely vulnerable to coronavirus. Neighbors are afraid the country will hemorrhage infected migrants” (El quebrado sistema de salud de Venezuela es excepcionalmente vulnerable al coronavirus. Vecinos temen que el país cause una hemorragia de migrantes infectados”), y firmado por Ana Vanessa Herrera y Anthony Faiola.

Por supuesto, el “reportaje” es una colección de manipulaciones y mentiras, lo cual no tiene nada de nuevo. Lo importante es desentrañar cuál es la nuez de la matriz que se quiere imponer para cubrir cualquier eventualidad que depare el futuro a la lucha contra el coronavirus en Venezuela. Es la creación de la plataforma conceptual para denostar de nuestro país sin importar lo que el futuro nos depare en el enfrentamiento a la pandemia en nuestro territorio.

El “informe” del WP abunda en la descripción interesada de la situación del sistema de salud venezolano. Sería deshonesto negar que esa área en Venezuela está en problemas, en buena parte por las criminales sanciones político-económicas contra el país, en parte por fallas de gerencia que no son tan raras en este experimento de gobierno popular. Claro, el WP refiere horrores del sistema público de salud, pero calla la conducta criminal del sector privado del área, absolutamente especulador y pesetero, con médicos que amasan fortunas valiéndose de la necesidad de seres humanos, y con un sector de aseguradoras cuyas pólizas son tan costosas como irrisorias sus coberturas. Aunque se comercia en el país una cierta cantidad de medicamentos genéricos a precios razonables, que son insuficientes, en general las medicinas son caras y a veces inaccesibles.

Creo, sin embargo, que la situación del sistema de salud es pasto también de las exageraciones comunes de la canalla mediática. Yo soy, a pesar de mi edad -más de 70 años- una persona que he tenido en los años recientes pocos y menores problemas de salud. Recuerdo que dos veces he sido hospitalizado por dengue en clínicas privadas. Entonces las pólizas de salud de instituciones del Estado en las que trabajaba fueron suficientes para cubrir los gastos, cosa que ya no ocurre. Dos veces he tenido que acudir a CDI (centros públicos de diagnóstico y atención primaria), donde he sido muy bien atendido. Recientemente me hice unos exámenes en el hospital Jesús Yerena de Lídice, y doy fe de que este hospital del Estado se encuentra en muy buen estado, limpio y con solícita atención. Hace unos cinco años mi esposa tuvo que pasar 22 días hospitalizada en el hospital Pastor Oropeza de Barquisimeto, víctima de una fractura de fémur. Allí fue bien atendida y exitosamente operada. Pero esas son limitadas experiencias personales, probablemente otros tendrán relatos menos felices. Aceptemos, en todo caso, tanto que hay problemas reales como que al Washington Post le importa muy poco la salud de los venezolanos, y sigamos adelante con el análisis.

Obviemos los detalles terroríficos del “reportaje” sobre el sistema de salud de Venezuela, es más de lo mismo, vamos directo a las matrices. Es bueno prestar especial atención al uso interesado del lenguaje como herramienta de manipulación. Citemos al WP: “Los analistas dicen que Venezuela, que ya está luchando bajo una mezcla peligrosa de carencias en agua limpia y jabón, hospitales públicos mal equipados y mal abastecidos y trámites burocráticos autoritarios, es especialmente vulnerable a la pandemia. A medida que el gobierno del presidente Nicolás Maduro intenta desplegar una respuesta histórica a un desafío global que no está bien equipado para enfrentar, los vecinos de Venezuela temen cada vez más que el país se convierta en una placa de Petri para el nuevo coronavirus, con una hemorragia de los migrantes infectados y propagando el virus a través de fronteras difíciles de controlar. ‘Un número explosivo de casos obviamente superaría la capacidad del sistema de salud venezolano y terminaría con mucha gente exigiendo atención en Colombia’, dijo Fernando Ruiz Gómez, ministro de salud de Colombia. ‘Los servicios de cuidados intensivos serán los más críticos’”. Siendo posible que las drásticas y correctas medidas que el gobierno venezolano ha tomado rápidamente logren un resultado positivo en cuanto a controlar la cadena de transmisión del coronavirus, comienza a prepararse la matriz que responsabilizará a Venezuela, personificada en sus migrantes, de los posibles fracasos de Colombia y Brasil, cuyos gobiernos han actuado con negligencia y tardíamente para enfrentar la pandemia.

Lo anterior es reforzado por WP apelando a la tergiversación descarada de la realidad: “En pocos días, las naciones sudamericanas desde Brasil hasta Bolivia y Perú se han convertido en algunos de los estados más proactivos del mundo en tratar de controlar el virus, imponer toques de queda, desplegar el ejército, cerrar fronteras y prohibir muchos, y en algunos casos todos, vuelos internacionales”. ¿Ignoran los dos canallas del WP redactores de tales mentiras que Iván Duque trató de impedir la colaboración con Venezuela para enfrentar la situación y que en Chile hubo cacerolazos para exigir al gobierno de Piñera que decrete la cuarentena? ¿Desconoce que Jair Bolsonaro se niega a que se suspenda misas y otras actividades religiosas presenciales?

El WP reconoce a regañadientes y con puñetera manipulación las acciones tomadas por nuestro Gobierno: “Pero pocos fueron tan tempranos o agresivos como Venezuela. Maduro cerró negocios y limitó las reuniones públicas el viernes pasado. Los soldados y la policía han establecido bloqueos de carreteras, limitando el movimiento a las personas que viajan al trabajo, mercados, farmacias y hospitales. Las calles de Caracas ahora están inquietantemente tranquilas”. Fíjese el lector la manera torcida como se presentan los hechos, restando todo mérito a los ciudadanos que han asumido disciplinada y voluntariamente la cuarentena nacional y presentando la respuesta venezolana como una especie de estado de sitio impuesto a los ciudadanos con represión y en contra de la voluntad de la gente.

Por supuesto, no podía faltar la alusión a la supuesta dualidad de poderes en Venezuela:
“La respuesta se complica por el estancamiento político del país: en Venezuela, incluso la cuestión básica de quién está a cargo sigue en duda. Maduro, quien reclamó la presidencia el año pasado después de una elección ampliamente vista como fraudulenta, ha tratado de usar la crisis para demostrar su control de facto del país. El líder de la oposición, Juan Guaidó, es reconocido por los Estados Unidos y más de otras 50 naciones como su líder legítimo”. Si en algún momento la patraña del “gobierno interino” ha quedado desnuda es en esta situación de emergencia. Maduro no necesita demostrar que su Gobierno está en control del país, esa es una verdad del tamaño de Júpiter. La dualidad de poderes es un engendro mediático y un espejismo creado por la diplomacia del imperialismo norteamericano y sus aliados, un puñado de gobiernos de derecha que no constituyen ni siquiera un tercio de los países que forman parte de la Organización de la Naciones Unidas (hoy más desunidas que nunca). A esa minoría la llaman ellos “Comunidad Internacional”, al fin y al cabo se creen dueños del mundo.

La loable actuación de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, desplegada para la protección de los venezolanos y para garantizar pacíficamente el fiel cumplimiento de las justas medidas instrumentadas en esta emergencia sanitaria es presentada de manera falsa y canallesca por el WP: “El gobierno de Maduro, mientras tanto, está militarizando la nación. El ministro de Defensa, Vladimir Padrino López, anunció esta semana que todas las ramas militares y la policía nacional estaban siendo desplegadas para hacer cumplir la cuarentena”. Realmente lo que está haciendo el Gobierno Bolivariano es tratar de prevenir el uso de la Fuerza Armada para tareas tan tristes como la que ha tenido que asumir el ejército de Italia, donde se usa convoyes militares para trasladar montones de cadáveres.

La película de terror viral del WP sobre Venezuela es una torcedura mal intencionada de la verdad. El guion de nuestra película es otro. No estamos los venezolanos en situación de que nos salve un héroe solitario o un pequeño grupo de elegidos. Aquí hemos emprendido una lucha colectiva contra el coronavirus, en la que la absoluta mayoría de los ciudadanos está participando voluntaria y solidariamente, con una actitud ejemplar que debería ser un modelo para todo el mundo y con un gobierno que ha tomado el toro por los cachos con coraje y gran sentido de responsabilidad. Aunque es justo reconocer una verdad en el “reportaje” del Washington Post: en las calles Caracas hay una “inquietante tranquilidad”. Inquietante, sí, para los enemigos de Venezuela. Por eso se preparan para manejar dos escenarios. Si tenemos éxito en la lucha contra el coronavirus, será porque una dictadura se impuso militarmente reprimiendo a los ciudadanos y porque forzamos a los venezolanos a migrar para contagiar a otros países. Si fracasamos, lo cual es poco probable por lo visto hasta ahora (han pasado diez días desde que se anunciaron los dos primeros contagios y aun no tenemos ni un fallecido, gracias a Dios y al pueblo), será culpa de la “narcodictadura” de Maduro. Nunca fue más patente el dicho: tú lo que quieres es que me coma el tigre.


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Néstor Francia


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