Auditórium

¿En que momento se jodió Venezuela?

Los alegatos de la izquierda fascista contra el neoliberalismo son creíbles hasta cierto momento, pero una vez que toman por asalto el poder, se convierten en los opresores de lo que decían combatir. Fin de la cita. Anónimo.

Tal parece que el lapidario y añejo laberinto de: ¿En qué momento se jodió Venezuela? Esta crisis disuelve la Republica en el tiempo, y cada vez con mayor severidad. Y es que todo indica que Venezuela muere lentamente. Vivimos en un inexorable y permanente proceso de empobrecimiento. Cada vez que las cosas parecen mejorar, alguien tiene que aparecer detrás del telón para tirar abajo el escenario y malograr la ansiada fiesta de la recuperación democrática.

Hoy Venezuela es un manicomio donde los locos están a cargo del poder, cuando nuestra moneda el bolívar soberano frente al dólar, sigue cayendo como fruto podrido. Y es que en Venezuela, donde se levante un proyecto salta un corrupto, un saltimbanqui, un trepador o una guatanera dispuesta a lo que sea para agradar a la nomenklatura cubano venezolana. Ahora que no hay Una Asamblea Legislativa Nacional aparece la evidencia de que este Gobierno sin control es tan inepto, que no necesita a nadie que lo controle porque se descontrola solo. No hace falta una Asamblea que censure ministros, y altos funcionarios para que estos se desplomen como frutos podridos. Los que hablan del desacato, hoy aplauden que la Asamblea Nacional no censure ningún funcionario engreído e incompetente que ose tocar a un amigo servil del poder estalinista.

Con la hambruna desatada, ahora podemos apreciar en total magnitud el accionar del fascismo estalinista cubano. Y, si quieren, sumemos a Ecuador, Chile, Bolivia, Perú, Colombia etc. Donde el castro comunismo amenaza convertir a estos países en otra Venezuela llenos de miseria.

No hace falta ver la triste historia del pueblo venezolano huyendo de su país en pleno siglo XXI. Lo visto en nuestra patria en este nuevo milenio donde la izquierda castro comunista es la dictadura disfrazada de democracia, el abuso de poder, la perversión de todas las instituciones, las mafias organizadas dentro del Estado como las del arco minero, la manipulación sin pudor de las leyes, y de la Constitución, y sin misericordia alguna la perversa manipulación alienante del pueblo a través de los medios, y la propaganda ideologizante, el derroche de los dineros públicos en la compra de clientela política mediante dadivas miserables, subsidios, la destrucción de la oposición política, asesinándolos, poniéndolos presos, haciéndolos huir, descalificándolos, aunado al control de los medios de comunicación etc. Y si faltara poco el grosero enriquecimiento ilícito de la cúpula ‘revolucionaria’ en el poder y el deterioro del patrimonio público, que termina hipotecando el país a China, Rusia y países árabes por las próximas generaciones.

Y todo esto va siempre adobado con la vaselina del beneficio social progresista, y el obsoleto discurso de la igualdad, la justicia, los derechos soberanos, el antiimperialismo, y otras estupideces que se les antojen. Con estos slogans huecos se auto mojonean los ‘charlatanes revolucionarios’ para venderse como las ‘ultimas coca colas del desierto’ ante las masas incautas y hambrientas, que embobados siguen votando por estos encantadores de serpientes artífices de la miseria en nuestra QUERIDA VENEZUELA.

Lo que vemos en Venezuela, si es que todavía queda algo, es una muestra más de la típica miseria de los gobiernos totalitarios de las izquierdas fascistas. En Venezuela hay un pueblo indignado pero que no se manifiesta contra una dictadura hambreadora y corrupta; como lo hace el activismo de calle del Foro de Sao Paulo en Ecuador, rechazando el alza de los combustibles; o el pueblo cívico en Bolivia, ante el descarado fraude electoral de Evo Morales. No. En Venezuela hay una población callejera bacahaqueando gasolina en los estados fronterizos dedicados a la sobrevivencia de la vida salvaje, y el trafico de alimentos y medicinas por militares, y colectivos amparados en la impunidad y la cobardía, quienes detrás de sus mascaras o pasa montañas carecen de las más elementales ideas políticas, a menos que la repetición de consignas baratas sea consideradas hoy ideas revolucionarias.

En Venezuela hay una población envenenada por el odio por el adoctrinamiento en las comunas, y en los medios de comunicación. Los jóvenes cooptados lucen un esquizofrénico apego por las fracasadas ideas del comunismo del siglo XX, y un hipócrita amor por Fidel y Raúl, quienes sin el menor pudor son llevados al adoctrinamiento en la empobrecida Cuba para rendirle honores a los dictadores de esa isla caribeña, responsable de la miseria, y el atraso venezolano de estos últimos años.

La izquierda fascista en Venezuela, siguiendo las enseñanzas de Stalin y Fidel, ha vuelto a validar el hambre como instrumento del cambio anti histórico, usando una vez más a la población empobrecida como sus tontos útiles, y carne de cañón. El terrorismo hiperinflacionario pulveriza al ciudadano con un proceso que carece de sentido y de metas. Pero Venezuela no es la única. Es hora de mirar hacia Ecuador, Bolivia, Chile, Perú, Colombia donde la izquierda castro comunista afila los puñales.

Y hay quienes desde afuera ven a Venezuela como otro Mar de la Felicidad. Podemos contar con ese otro Mar de la Felicidad en el país mientras no arribe un liderazgo fuerte al poder, y les ponga freno a sus fechorías, que es lo que motiva a las izquierdas fascistas a salir a las calles a sabotear a los gobiernos que dan calidad de vida. Pero hemos visto la guerra sin cuartel contra la Asamblea Nacional, nunca le han dado tregua. Han utilizado todo su poder para destruir a esa Asamblea, de mayoría opositora, mediante implacables campañas desde tarifados prostituidos al poder, y un perverso y sistemático accionar de los colectivos fascistas en contra de la Asamblea, desde discursos de odio hasta su desconocimiento como poder legislativo constitucional, cuyo único objetivo es obtener el recurso legal del TSJ que le permita disolverla. No lo han logrado pero la sabotean igual, convencidos de que cuentan con el aval de la nomenklatura mafiosa.

La intranquilidad que hay ahora en Venezuela se debe a que la mafia cubana instalada, por órdenes de Fidel y Raúl, sigue operando a sus anchas y maneja al alto funcionariado como unas marionetas. Controlando las instituciones de todos los poderes públicos. La nomenklatura esta intranquila porque no ha podido eliminar a la Asamblea opositora, la oposición ha sido diezmada y Guaidó sigue como volador sin rabo. Un desastre el poder en Venezuela. La única posibilidad del final de esta pesadilla es que la nomenklatura no pueda obtener el control de la Asamblea Nacional por los votos, ni por otros medios fuera del Estado de derecho, con las elecciones adelantadas, y amañadas que preparan inconstitucionalmente.


 



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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