Mi reciente experiencia en Venezuela

Tuve el privilegio de compartir con los venezolanos las tres semanas previas a las elecciones presidenciales del 03 de diciembre. En las calles, parques y plazas de Caracas, quedaron las huellas de mi peregrinar. Sin más recursos que el diálogo abierto y sin prejuicios, tuve la oportunidad de intercambiar impresiones con ciudadanos de todo el arco iris político venezolano y de todos los niveles sociales. Sin ánimo de jugar de sociólogo, monté mi propio laboratorio social, con la intención de medir de la forma más artesanal, los sentimientos, inquietudes, aspiraciones e identificación política de las personas con las que pude entablar diálogo.

No pretendo hacer una reseña de mis experiencias, sino simplemente tratar de construir un balance entre ellas y los resultados electorales, y además, plantearme algunas inquietudes e interrogantes.

Soy en esencia, un ciudadano latinoamericano, costarricense por lo demás, identificado con el proceso de cambio que encabeza el Presidente Chávez, cuyo liderazgo trasciende los límites de su país. Puedo decir que, en términos generales y no superficiales, conozco las tendencias fundamentales de la historia política venezolana de los últimos cincuenta años. Puedo decir también, que en el interés de conocer a fondo la evolución del país, he tenido la feliz oportunidad de estar en múltiples oportunidades, en unas, las menos por invitación de organismos oficiales y en otras, la mayoría, por iniciativa propia.

Como parte de mi experiencia de estos días vividos en Caracas, encontré manifestaciones diversas, propias de un proceso electoral, pero además exacerbadas por las particulares condiciones en que se encuentra la sociedad venezolana. En el plano personal esperaba un votación más alta a favor de la reelección presidencial. En términos porcentuales y en función de los votos válidos emitidos el triunfo fue categórico, pero en términos porcentuales en función del Registro Electoral, los resultados logrados nos deben llamar a la meditación.

En términos del proceso de transformación revolucionaria que se desarrolla en el país, el porcentaje de abstención no tiene ninguna justificación, a no ser que quede en evidencia que el trabajo político de las fuerzas y movimientos sociales que le dan soporte electoral al proceso, no está a la altura de las circunstancias. Venezuela no es un país de oligarcas, como lo dice Fidel, para que 4,0 millones de votos se orienten a la opción derechista y otros 4,0 millones se abstengan porque no encuentran respuesta calificada, de ninguno de los sectores que se sometieron a las urnas de votación, a sus intereses y anhelos.

El bombardeo de los medios nacionales e internacionales, convertidos los primeros, casi todos, en partidos políticos, actuando como parte interesada y como correa de transmisión de los intereses y factores desplazados del mando político del país a partir del triunfo de diciembre de 1998, se convirtió en una verdadera avalancha de manipulación y distorsión de la realidad del país, que de alguna manera u otra ejercieron influencia sobre sectores que nunca debieron votar en contra de la reelección presidencial, pues el mensaje "permeó" hasta en los sectores populares. Frente a esto, resultó evidente una limitada capacidad de respuesta de los partidos integrantes del Bloque del Cambio y de los movimientos sociales y populares, los primeros hundidos en "las poltronas del poder" y los segundos actuando con mentalidad sectaria, prestos a la toma del Palacio de Invierno, como en la vieja Rusia de 1917, buscando "purismos" que nunca se alcanzan.

El voto por el Presidente Chávez debió de haber sido la consecuencia de un trabajo permanente de carácter político, de integración de ciudadanos convencidos al ejército de la revolución y el cambio, y no de votos captados por la propaganda oficial, como en los mejores tiempos de la IV república, que giró alrededor de la inauguración y puesta en operación de obras de infraestructura y servicios públicos, programados a concluirse en las semanas previas al evento electoral, ignorando que por lo general, el abuso de las capacidades de las instituciones públicas como medio de propaganda electoral tiene un efecto contrario en la conciencia de los ciudadanos, pues el abuso en la inversión de recursos institucionales se convierte en una herramienta en manos del contrincante electoral, que con relativa facilidad vuelve permeables los sectores débiles y de poco desarrollo político.

En el Este de Caracas, no obstante la composición social de sus habitantes, el voto chavista ganó posiciones y se puede decir que esto significa un ascenso importante, en el grado de confianza en la gestión del Presidente Chávez, pero también puedo decir, porque así lo medí, en el resto de los puntos cardinales de la ciudad, sobre todo en los barrios populares y comunas emergentes, hubo votación de sectores populares, que por su misma condición y naturaleza, nunca debió darse en contra de la reelección presidencial.

Encontré manifestaciones, muchas por cierto, de rechazo a votar por la reelección del Presidente Chávez, en sectores de bajos ingresos, sujetos fundamentales de la acción de gobierno en los campos de la educación y salud, pero a la vez víctimas de las campañas de manipulación de los medios privados de información especialmente los audiovisuales, pero también encontré manifestaciones de apoyo incondicional al Presidente Chávez, acompañadas de reclamos, airados en oportunidades, en contra de sectores de la cúpula de gobierno, que no coinciden con los objetivos estratégicos del proceso, que "torpedean" la acción de gobierno. En muchos encontré la expresión, "las alimañas que rodean al Presidente y le hacen daño". Muchos me hablaron de la arrogancia y prepotencia de los nuevos políticos, de los nuevos administradores de los asuntos públicos, pasando por toda la escala de gobernadores, alcaldes, ministros, viceministros, directores generales y responsables de jefaturas menores. .

Encontré manifestaciones de profunda identificación con el Presidente Chávez, acompañadas de manifestaciones de confianza en su honradez, y espíritu de lealtad a los mejores intereses del pueblo, pero también encontré manifestaciones de profunda desconfianza en determinadas figuras del entorno presidencial y esa sensación que determinados sectores del gobierno nacional, de los gobiernos estadales y municipales tienen objetivos dispersos y fragmentados en términos estratégicos, fue una constante en diversas expresiones del ciudadano de la calle.

Me encontré muchas opiniones en el sentido que las iniciativas publicitarias para dar a conocer el impacto político, económico y social de las acciones, programas y proyectos relevantes para la transformación del país, en lugar de ser una constante de las instancias de comunicación e información del gobierno y de los partidos comprometidos con la revolución, no han estado a la altura de las circunstancias y han empantanado su atención en los pequeños temas, incapaces de responder a la ofensiva mediática de los medios de la derecha.

La batalla de las ideas en el mundo moderno se gana en los medios, con los recursos de la política y la formación ideológica, en el debate ante las cámaras, en la entrevista con contenidos y con mensajes orientadores. Una ejecución de cara al país de las grandes inversiones y proyectos, y en forma constante, como una especie de acompañamiento divulgativo, del avance físico y financiero de los recursos asignados para su ejecución, entusiasma a amplios sectores y genera confianza. Sin embargo, cuanto daño pudo haber causado en la atracción del voto indeciso y hasta de sectores populares que optaron por apoyar al candidato de la derecha, esa especie de cerco informativo que se generó, incluso desde los medios oficiales, poniendo oídos sordos al llamado presidencial, para que se informara sobre los avances y logros en diversas áreas vitales de la acción de gobierno, poniendo de manifiesto una vez más, que el esfuerzo presidencial no era acompañado debidamente por los organismos de prensa y difusión oficiales y menos aún por algunos sectores de "dirigentes revolucionarios".

Mis interlocutores en las plazas y calles de Caracas, gente seria, identificada con el Presidente Chávez, me expresaban que muchos funcionarios de gobierno, de niveles importantes, durante el período electoral, dieron muestras de incapacidad y apatía, de estar divorciados de la realidad que estaba viviendo Venezuela, alejados e ignorantes del sacrificio del Presidente Chávez. Y evidentemente sin dejar de mencionar a gobernadores y alcaldes que manejan "libretos políticos" que poco tienen que ver con el proceso de transformación, inmersos en la atención de problemas de poca monta, talvez por incapacidad, por estar al margen de los temas esenciales en los cuales se define el destino del país.

Retorné a mi país Costa Rica, con optimismo pero a la vez con preocupaciones. Me pregunto a manera de conclusión, si el resultado electoral del 03 de diciembre habrá dejado los suficientes espacios, las suficientes holguras para asumir el futuro con optimismo, en términos de la construcción de la nueva sociedad venezolana, que abra paso al Socialismo del Siglo XXI. No es el momento de iniciativas aisladas y fragmentadas en el tema de la construcción partidaria, de pronunciarse antes de tiempo, sin estar constituidos los mecanismos de articulación de los esfuerzos principales que lleven a la izquierda revolucionaria a la construcción del partido unido de la revolución bolivariana. Si es preciso invertir en tiempo y paciencia, en este proceso vital, háganlo, para ahorrar en desgarraduras y enfrentamientos que le faciliten el camino a la contrarrevolución.

fedepuko@yahoo.es

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Federico Picado Gómez


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