¡Gran descubrimiento histórico!: el día en que Bolívar miró con horror su propia sangre

  1. ¿POR QUÉ Simón Bolívar llegaría a decir: "Si alguna vez vimos grande a España fue porque lo hicimos de rodillas"? Y aclaro yo: España sigue siendo tan horriblemente traicionera, tan miserable, débil y cobarde política y moralmente, como aquel año de 1799 en que la conoció Bolívar: la misma prostituta frivolidad de sus reyes, con sus ejércitos que siguen siendo diócesis en marcha y procesiones, con sus políticos petimetres y currutacos (Aznar, Felipe González, Rajoy, Pedro Sánchez…), con sus majos y majas chupa confites, silfos y ridículos.

Si lo dijo Bolívar: "A España la vimos de rodillas…", fue porque él alguna vez la llegó a ver grande. Yo he pensado durante muchos años sobre esta afirmación del Libertador, y sobre ella he estado tentado a escribir un ensayo, un trabajo de investigación histórica. Debo decirlo de entrada: Bolívar llegó a sentir un asco y un desprecio terrible hacia los españoles: no deseaba tener de esta tierra nada en sus lazos familiares, en sus orígenes, en sus venas y fueron sus experiencias de su primera visita a España en 1799, de donde extrajo las mayores razones, la suprema repugnancia hacia este país y su gente, y por lo que redactaría años después el famoso DECRETO DE GUERRA A MUERTE. Esto yo lo he explicado muchas veces en mis trabajos: Bolívar no quería que nosotros los americanos del sur (los colombianos en el sentido más amplio del término) nos pareciésemos en nada ni a los españoles ni a los regatones del Norte (los fulanos gringos). En este sentido, el escritor y poeta Ricardo Romero (conocedor de mis estudios sobre el Libertador) en varias ocasiones me ha propuesto que escriba un libro que lleve por título "BOLÍVAR, ESPAÑA Y NORTEAMERICA".

  1. La gran revelación de lo que verdaderamente es España, la tuvo o lo sufrió Simón Bolívar, cuando a los dieciséis años de edad (1799) llegó a Madrid. Previamente todo lo que conocía de este reino (por su historia y sus leyendas, y referidos por sus padres) le debió parecer grandioso: el imperio donde no se ponía el sol, la tierra que le dio vida a Las Indias, el descubridor, conquistador, colonizador, señor de un continente, de ricas islas en el Pacífico, respetada, envidiada y a la postre esquilmada por la desperdigada Italia y sus banqueros, por Francia, Inglaterra, Austria y Alemania.

  2. Todo este mundo comenzaría venírseles abajo a partir de 1799, digo. Cuando Simón Bolívar llega a Madrid lo atiende su tío más querido, don Esteban Palacios, hermano de su madre. Don Esteban es un personaje simpático y atrevido, con algo de la picaresca en las venas. Es un hombre bien apuesto, de unos treinta años, bastante regalón que ostenta un importante cargo público, nada menos que ministro del Tribunal de la Contaduría Mayor. Es tiempo de escasez y de usura en España, y todos estos caraqueños, como don Esteban y sus hermanos en Madrid, no hacen sino solicitar dinero a Venezuela de sus opulentas propiedades. Bolívar, por ejemplo, solicita para sus gastos, doscientas fanegas de cacao.

  3. Se conoce una relación de gastos de Simón entre 1799 y 1800, de 54.811 reales para su manutención, sastre, lavandera, peluquero y distracciones, entre otras cosas. Los tío de Simoncito dicen que han tenido que contenerlo en los gastos se excede en viajes y gastos superfluos. Bolívar, no obstante, se pregunta de dónde obtiene su tío tantos privilegios como los que ostenta, que entra y sale de la Corte como Pedro por su casa. Cuando en mayo de 1799 Bolívar llega a Madrid le llama sobremanera la atención que su tío viva en la Corte de las Españas. ¿Cómo es que ha llegado a ser ministro? Se va acercando así al misterio que le revelará en toda su cruda realidad lo que es España, quienes son los poderes reales que la sostienen, y de cómo está totalmente podrida toda su nobleza, toda su casta: su tío tiene en la Corte a un gran amigo, el neogranadino Manuel Mallo, quien llegó a vivir un tiempo en Caracas. A Manuel Mallo hay quienes lo catalogan de caraqueño (aunque está comprobado que era de Popayán, en el reino de la Nueva Granada), y es uno de los amantes preferidos de la reina ninfómana de María Luisa.

  4. El tío Esteban y don Manuel Mallo acogen muy bien a aquel mozalbete de apenas dieciséis años, que todo lo ve en profundidad y que todo lo analiza al detalle: lugares de trabajo, bibliotecas, trajes, el trato y el uso del lenguaje, de los protocolos de la realeza, y cómo funciona la Guardia de Corps a la cual pertenece Manuel Mallo y el hombre más poderoso de aquella hora, don Manuel Godoy, prácticamente, ¡EL REGENTE DE ESPAÑA!, el renombrado PRÍNCIPE DE LA PAZ, el predilecto de la desaforada reina.

  5. Bolívar y su tío Esteban habitan en la casa de Mallo, en un momento por el que el Príncipe de la Paz estaba pasando por una desgracia pasajera en la Corte. Es muy posible que don Esteban compartiese todas las intimidades de Mallo con su insaciable reina, y tuviese acceso a la gran cantidad de cartas que ésta le llegó a escribir a su amante "caraqueño" (de las cuales luego Godoy se apropiaría, allanándole su casa, para así chantajear mejor a María Luisa). Y que luego don Esteban le contaría a Bolívar lo que decían aquellas adúlteras misivas o a lo mejor el propio futuro Libertador las llegaría a ver con sus propios ojos.

  6. Todo el que se acostaba con la reina sacaba algo, y Mallo había logrado bastante, y una de las preseas de aquellas batallas en la alcoba real, era el propio título del tío Esteban. Y de esta relación con Mallo, don Esteban consiguió para su hermano Carlos las charreteras de Capitán, para su hermano Pedro las de Teniente, para su sobrino Juan Vicente el de Teniente y para el mismísimo Simón Bolívar el grado de Alférez. ¡Acaso no pretendió además don Esteban hacer al casi niño Simón Bolívar "CABALLERO DE EMBAJADA"!

  7. Muchos Guardias de Corps habían pasado por aquel lecho real, y muchos altos funcionarios y diplomáticos también, y don Esteban estaba en el intríngulis de aquellas batallas diarias que la enloquecida necesidad de tener sexo tenía doña María Luisa con sus amantes.

  8. Bolívar no podía creer lo que sus ojos miraban, aquel inmenso burdel de la Corte con total anuencia del propio rey Carlos IV un pervertido inepto, también amante de Godoy (hasta lo celaba de la reina), ambos dueños y señores de las llamadas Indias Occidentales, el símbolo supremo de la civilidad, del honor, de la gloria y la grandeza en el mundo culto de la Europa. Allí estaba germinando: "Si alguna vez vimos grande a España, fue porque lo hicimos de rodillas".

  9. Los garañones de Manuel Mallo y Manuel Godoy se parecían en lo fuerte y aventajado físico, del tipo que a doña María Luisa le gustaba llevar a su trajinado lecho por tantos villanos. Mucho se especuló si acaso Simón Bolívar también habría entrado en el cuerpo aquel enorme y feo de la reina, siendo él uno más de los que hacían fila para acostarse con ella. Tomás Cipriano de Mosquera en sus memorias dice que Bolívar llegó a conocer a la reina María Luisa, pero eso de acostarse con ella, NADA. Concuerdan varios historiadores en que existía un impedimento temperamental en la reina para poder haberse acostado alguna vez con Bolívar y era que a ella le gustaban los hombres vigoroso y membrudos y no los tipos finos y menudos como Bolívar.

(En un próximo artículo desvelaré totalmente el menáge á trios de María Luisa, Godoy y Carlos IV)



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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