Guerra económica, resistencia y servicios públicos en Venezuela

No hay ningún economista que se oponga al planteamiento que una de las consecuencias más inmediatas y palpables de la guerra económica, las sanciones y el bloqueo de Estados Unidos contra nuestro país, ha sido la disminución de la eficiencia de algunas políticas gubernamentales y en la ejecución del Presupuesto Nacional, que hoy sabemos está mermado en ingresos. Que en un contexto de una sociedad demandando cada vez mayores gastos debido a la inflación inducida por la especulación cambiaria y la manipulación de los precios, conllevan a un escenario difícil de gestionar.

Las estadísticas oficiales del BCV para el 2018 no mienten, muestran una economía enferma que en términos teóricos se tipifica como la presencia de una situación de crisis económica, trampa depresiva o crac en Venezuela.

Los indicadores develan la presencia de una inflación acumulada del 130.060% en el 2018, una caída del PIB del 52,37% en los últimos cinco años, unas exportaciones de bienes que ha caído en 62,38%, donde el 96% de esas exportaciones provienen del sector petrolero venezolano que también han caído en 47,50%. Como consecuencia, la entrada de divisas al país ha disminuido, afectando a esa economía importadora y parasitaria que aún prevalece, que también ha visto caer sus importaciones de bienes en 75%.

Esa volatilidad cambiaria y de precios evidentemente que ha aumentado la posibilidad de creación de burbujas especulativas en el mercado de bienes y servicios, siendo los principales beneficiados los monopolios y oligopolios de productos de primera necesidad y de consumo masivo, entre ellos las Empresas Polar y otras agremiadas en Fedecámaras, Consecomercio, Venamchamp, Fedenaga, Fedeagro y Cavefar, generando un nivel de incertidumbre y riesgos empresariales que ha conllevado a la fuga de capital como comportamiento racional para defenderse de esa inestabilidad.

La inflación inducida por esos empresarios en el mercado de bienes y servicios ha irradiado a todo el sistema generando una turbulencia en el resto de los mercados: laboral, monetario, cambiario, créditos y valores, dando paso a una crisis sistémica. En la medida que la inflación persiste el sistema vive en crisis, y eso es algo inocultable.

Ese resultado económico crítico ha sido planificado por los enemigos de la revolución a lo externo e interno del país. Desde la Casa Blanca se dirige esa operación conspirativa contra nuestra economía. Ese ha sido su escenario apuesta y los números arrojan sus predicciones.

Pero lo que no predijeron sus planes conspirativos fue la capacidad de resistencia del pueblo venezolano ante esos ataques imperiales promovidos por los traidores de la patria. Porque el pueblo ha sabido identificar quienes realmente son sus enemigos, los que les han infringido daños, quienes les han intentado afectar las misiones sociales, los que bloquean la compra internacional de las bolsas Clap que el gobierno subsidia a más de 6 millones de familias venezolanas y vende por el módico valor de 3.000 bolívares soberanos por 12 productos alimenticios. Mientras que las Empresas Polar ya vende una harina de maíz por el precio de 12.000 bolívares. Valga decir, el pueblo ha sabido identificar, con conciencia económica, que con lo que hoy le cuesta una Harina Pan puede comprar 4 bolsas Clap que ensambla el gobierno.

Con esos indicadores económicos y ese nivel de conspiración alcanzada, en cualquier otro país del mundo ya hubiese ocurrido una implosión social, una crisis política y una ingobernabilidad. Aquí nada de eso ha ocurrido como tal. Pero el mismo pueblo comprende que ha sido la gran víctima de esa guerra económica y las secuelas generadas. Que el Estado también ha sido afectado en su tarea revolucionaria para atender los planes sociales a tiempo y de manera holgada como hace cinco años atrás; que Pdvsa, la principal industria financista del desarrollo y la inversión social venezolana ha sido bloqueada y sancionada por el Imperio del Norte, limitando la distribución del ingreso para la ejecución del gasto público, la inversión y el consumo nacional.

No obstante, ante esa situación el gobierno de Nicolás Maduro ha sabido jugar en función del pueblo. Ha sido el que permanentemente decreta incrementos de sueldos y las pensiones para contener los avances de la inflación.

Sabemos que el ritmo de crecimiento de la especulación cambiaria y la inflación marchan a un ritmo mayor que el salario en el tiempo. Que para compensar esa pérdida del poder adquisitivo en tiempos de guerra económica, prácticamente, el gobierno revolucionario ha decidido mantener casi regalado los servicios públicos de gas, agua, gasolina y electricidad a todos los venezolanos.

Todo el mundo sabe que esos cuatro servicios públicos son privatizados en la mayoría de los países de Suramérica. Que el 70% del salario y pensiones se destinan para pagar esos cuatro servicios, que por cierto son de mala calidad, pero aquí en Venezuela, en el contexto de esa guerra miserable lanzada por Estados Unidos, esos servicios son prácticamente regalados.

El presidente Maduro está consciente que la situación de conspiración económica continuará en el corto y mediano plazo. Y en su preocupación para proteger a la población venezolana más vulnerable ha lanzado un Plan de protección y atención a las víctimas de la guerra económica, que tiene como finalidad ir directamente a las casas de los venezolanos para atender sus problemas familiares.

Asimismo, ha convocado a sesión permanente al Consejo de Seguridad y Defensa de la Nación, para presentar un Plan conjunto de estabilidad política, de recuperación económica del país, y sobre todo un plan que permita garantizar la defensa integral de la patria y contención ante cualquier intento golpista que el gobierno de Estados Unidos pretenda contra nuestro territorio.

Finalmente, estamos consciente que Venezuela tiene las potencialidades para salir adelante. Los gringos no quieren eso, quieren mantenernos dependientes de sus productos importados, quieren mantenernos atados a sus franquicias, a sus líneas de créditos, a su sistema de pago y a los monopolios aliados a sus mercancías.

Pero los venezolanos hemos decidido alejarnos de es imperio que nos hace daño, que no deja encontrarnos, unirnos para crecer, desarrollarnos, industrializarnos y llegar a tener una economía independiente y plenamente soberana. El pueblo venezolano seguirá e resistencia pero trabajando día a día para superar la vicisitudes de crisis inducidas desde el exterior.

Correo: agiussepe@gmail.com

#victimastoday

#vamosAtriunfar



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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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