Cojan dato!: milagros, misterios y ¡maravillas!

  1. Hay gentes que están esperando que la invasión pase por el frente de su casa, y en un santiamén les arregle sus traumas, les traiga las virguerías gringas, e incluso les resuelva sus conflictos con su pareja… Toman sus celulares, se colocan la gorrita "caprilera", y suspiran leyendo mensajes y soñando con que los gringos comenzarán a tomar armados hasta los dientes las calles, las instituciones y a repartir cajitas felices de McDonalds, todo con una cucharadita de nutela incluida. Y esas mismas gentes, se imaginan haciéndose selfies con los mariners que vienen a salvarles. O como quiere aquella nena periodista de Globovisión, Shasa López, que les deje su simiente para que les nazca un catirito muy "bello"… ¡Colorín colorado, tremendo cajón de pelos dorados…!

  2. En cambio nosotros, los asesinados y oprimidos de todos los tiempos, estamos trabajando desde hace más de un siglo…, yo, por ejemplo, lo hago (la mejor defensa y el mejor contraataque) en nuestra casa en el Valle de la Luna, vergel florido. Los golpes de la falta de gasolina nos afectan, al igual que los del gas, ´pero no tanto como en la ciudad. Me he vuelto un condenado recolector de leña. Toda la madera que encuentro a mi paso me parece un tesoro invaluable. También considero invaluable la bosta del ganado como abono para la tierra. Añado entre otros detalles, que a pesar de lo apartado de la zona por grandes montañas y páramos de Mérida, los Clap´s están llegando cada quince días, algo que realmente nos parece insólito (ACLARATORIA para suspicaces: nunca he recibido un CLAP en los Pueblos del Sur). Todo el mundo dice que este milagro de los Clap’s cada quince días se da así en este municipio, porque la alcaldesa, la doctora Yolimar Belandria, "es muy arrecha" para conseguir de todo lo que allí requiere el pueblo. Y esto lo admiten hasta los más furibundos opositores.

  3. Pero no sólo en este Municipio Arzobispo Chacón, en momentos tan críticos, están recibiendo los CLAP’s cada quince días, resulta que en tan apartado lugar tampoco falta el gas, que para buscarlo hay que hacerlo hasta el Estado Zulia; la señora alcaldesa la doctora Yolimar Belandria contrata caravana de camiones que realizan proezas inmensas, sorteando toda clase de adversidades, atentados, guarimbas y amenazas, a través de viajes al confín de los infiernos para así llevar el gas a los hogares de este municipio.

  4. Nos encontramos, pues, a cinco horas, por carro desde Mérida, montaña arriba en el Municipio Arzobispo Chacón. Lejos de la ciudad, de los apartamentos, del hormigón, del internet, de las mamparas, de los espacios angostos, de los balcones cerca del cielo, siete pisos o doce sólo para ver la inutilidad de la vida; lejos, lejos de los brocados, de las sedas, de las porcelanas y cortinajes, de los afeites, las alfombras y de las pantuflas acolchadas. Lejos de esos lugares en los que la gente ni siquiera se entera que existe un cielo azul en el día o un cielo estrellado por las noches. Mejor dicho, que se olvidó de las estrellas. Nos encontramos, digo, en un lugar a dos o tres grados centígrados de temperatura menos que Mérida, pese a tener ambos lugares la misma altura. Y cómo disfrutamos dándonos esos baños de agua helada, a ocho grados de temperatura, luego de haber trabajado todo el día intensamente en el campo. Lujos, lujos que sólo saben darse los pobres.

  5. LUNES (19 DE MAYO de 2019): Nos saluda un día que aparenta ser claro y soleado. Me ocupo de lavar mi ropa: mis pantalones de faenar, calzoncillos y franelas. El sol lo tenemos a la mano, y estamos conscientes de que existe, y sobre un alambre coloco mis humildes andrajos.

El día poco a poco se va presentando parcialmente asoleado.

La vecina Engracia nos pide un poco de panela y harina de trigo a cambio de un poco de sopa de arvejas.

Preparamos unos ochenta almácigos en los que sembramos calabacin, ajoporro, cilantro y berenjenas. El otro día hicimos un cambalache con doña Engracia: por conseguirle nosotros en Mérida un código para su antena de CANTV ella nos entregó un tarro de manteca de cochino.

Prendemos el fogón y ponemos al fuego salsa y agua para los espaguetis, una olla para la yuca y otra para los cambures verdes. Tener un fogón en una casa en la montaña, donde hace frío y está la neblina pasando a un lado, es una bendición del cielo que a veces pensamos que es una delicia que muy pocos seres en este mundo conocen: le das una especial calidez a los espacios del hogar, ves el fuego que hace su obra milagrosa con los alimentos al tiempo que te embebes en la luz que hace crujir la leña. Viene luego Solita y se echa a nuestro lado a coger calor y a mirarte tiernamente.

Almorzamos espaguetis con cambures verdes.

Quedamos sin luz artificial desde las 5 de la tarde.

El cielo está nublado y aunque tenemos luna llena hay oscuridad total.

MEU y Ángel se dedican a preparar cucas y chocolate a la luz de los celulares.

Luego nos ponemos a formar palabras también a la luz de los celulares. Ángel ha estado tosiendo mucho.

El día se va apagando como la luz de una vela, como el candil que hemos colocado en la sala, y así termina otra hermosa y placentera jornada..

  1. MARTES: cae una lluviecita por la madrugada. Está resplandeciente el patio, miles de maripositas se han quedado adheridas a la ventana atraídas por la luz de una bombilla, y luego vendrán a devorarlas los pájaros y la gata Morisca. A la gata Morisca le encanta no sólo matar culebras sino también tragar machacas.

MEU amanece con un brazo hinchado, algún animalito debe haberle picado ayer mientras hacía labores en el huerto. Dice sentir bastante dolor. Nos viene a la mente el dicho del señor Corsino: "Cuando el mal es de curarse, cualquier remedio es medicina…".

7:30 am: están los niñitos en la Escuela cantando el himno nacional. Al lado está desplegada la bandera. Ahí en la Escuela, trabajan Ángel y Marilú. Es la más hermosa escuela que debe existir en este mundo: van llegando los niños con sus morrales tricolores de todos los puntos de la aldea. Algunos llegan acompañados de sus perros y éstos se quedan afuera. Hay un gran corredor, una cocina, una biblioteca y espacios en los que se encuentra una cancha y en los que se siembra toda clase de plantas. En el recreo juegan al futbol los niños con los profesores. Toda esa sabrosa jarana la disfrutamos nosotros desde nuestra casa. Luego hacia el mediodía se va produciendo un especioso silencio que va indicando que las clases han terminado y se siente algo parecido a la tristeza.

Colocamos maíz para más de 200 matas en nuestro terrenito. En eso pasamos toda la mañana, mientras Enrique hace lo mismo en el terreno de la escuela.

Unas maestras de la Escuela han estado comentando que una radio colombiana difundió que el apagón que se desató desde ayer es nacional.

Ángel, quien había pensado acompañarnos hoy al pueblo, ha caído con un tremendo gripón y dolor de garganta.

Encendemos nuevamente el fogón.

Nos ponen la electricidad a la 12, lo que quiere decir que estuvimos 19 horas sin este servicio.

Almorzamos sopa de arvejas con patas de cochino que nos regaló ayer la vecina Engracia. La acompañamos con arroz.

Vemos el noticiero de VTV y nos enteramos que lo del apagón nacional fue mentira.

A las 2:15 partimos a pie al pueblo. MEU lleva una sombrilla y yo un impermeable. Ha estado lloviznando. La tarde está nublada pero hermosa. Nos sentimos animados.

Pasamos por casa del señor Antonio Rojas a quien le llevamos de obsequio una mata de níspero que le trajimos de Mérida, y una panela.

No estaba el señor Antonio en casa, pero nos atendió su hijo Antolín.

Proseguimos nuestro camino y al poco rato cesó de llover.

Vamos viendo las verdes faldas a nuestra derecha, hacia los sembradíos que están por los alrededores de la casa del señor Ramón Isidro (el ex prefecto del pueblo de Canaguá): camburales, cafetales, maizales, yucales, cañaverales y ocumales. También cedros, guamos, eucaliptos, pinos, guayabos, laureles. El cuadro es relajante y conmovedor.

No hay cosa que nos revele más el poder de la naturaleza que su encanto, su misterio, los secretos de la siembra de donde proviene todo lo que el hombre requiere para su salud, para el sustento de la vida.

Cerca de la casa de la hermana de Adán vemos un grupo de vacas comiendo vástagos de cambur, y allí el hermoso fragor del río cristalino.

No tuvimos sol en todo el trayecto hasta el pueblo.

En las afueras del pueblo encontramos una larga cola de vehículos esperando para echar gasolina. Esta cola se formó desde hace dos días.

Vamos preguntando por el precio de algunos víveres.

En lo particular uno se recrea la vista viendo jóvenes muy hermosas; Canaguá es el pueblo con más mujeres bellas por metro cuadrado que tiene Venezuela. También tiene gente muy creativa e industriosa.

Aquí en el pueblo casi todo se compra por puro trueque.

Preguntamos por el precio del azúcar, de la harina de maíz, la harina de trigo, el arroz. Los huevos están a 30.000 el cartón, es decir cada huevo a mil bolos.

Nos encontramos con Manuel cerca del negocio de Onías, y nos presenta a un primo que es hermano de Onofre (vecino de La Coromoto).

  • Estos son los de la casa bonita.

Seguimos andando hasta El Valle, a un abasto que tiene precios más económicos, y allí pudimos hacer algunas compras, con la mala suerte de que no nos pasaron las tarjetas. La joven que atiende el negocio, de nombre Marvelia Molina, termina aceptando que dejemos las tarjetas para cuando haya línea.

Un kilo de azúcar que compramos se lo cambiaremos a la señora Agustina por nueve huevos. Y otro kilo de azúcar se lo negociáremos a Ángel por medio kilo de queso.

Sale el sol en todo su esplendor.

Emprendemos el regreso y MEU decide entrar al CDI para que le vean lo de la hinchazón en el brazo. La atiende una doctora cubana quien le receta un antialérgico y un antiinflamatorio. Emprendemos el regreso que es lo más duro porque hay que remontar con el cargamento de acomida que llevamos, unos cuatro kilómetros de empinadas cuestas. Calculamos que lo haremos en unas dos horas.

Cuando ya estamos pasando el puentecito que lleva a La Coromoto vemos que viene un Toyota de barandas de un ganadero de la zona. En la tolva vienen Manuel, María (nieta de Corsino) y un yerno del señor Silvio, ellos de pie y sostenidos a la baranda que sobresale del techo. Nos encaramamos y nos sentamos en el trepidante hierro.

Llegamos a casa a las 5:45, y el aventón, pues, ha sido de una gran ayuda dada la situación del brazo hinchado que tiene MEU y del peso, digo, que traíamos.

Cenaremos yuca frita.

Nos visita Enrique, quien viajará mañana a Mérida. Va a llevar a su niñita de dos años a control médico en el hospital. Enrique volverá a La Coromoto el sábado.

Nos ponemos a escuchar las noticias por VTV; luego nos vamos a leer un poco. Pienso en la situación de mi país, y considero que en las actuales circunstancias Venezuela presenta una enorme ventaja en relación con los demás países de Sudamérica: sólo cuenta con ella misma para determinar su defensa. Me viene a la mente lo que he leído sobre Fray Jerónimo de Savonarola (del Conde de Gobineau) en boca de Maquiavelo: "Pobre Jerónimo… lo han estado acosando durante años, y, al fin, consiguieron acorralarlo, rodearlo, cogerlo y darle muerte! Era la única conclusión posible!... Este hombre vivía en un sueño. Desde su primera juventud se había armado en la cabeza un poema de religión, de pureza, de bondad, de sabiduría, de rectitud. Porque concebía como posible el ejercicio de estas bellas y bondadosas fantasías, lo admitía como real y no veía que el mundo habla tanto de ellas cuando menos las conoce… ni jugador, ni voluptuoso, ni avaro ni pródigo ni vano ni bufón, suponía a los humanos capaces de libertarse de todo mal…"

Se nos apagaron los faroles, sería a eso de la 11 de la noche.

  1. MIÉRCOLES: estuvo lloviznando por la madrugada, todo estaba muy oscuro aún a las 6 de la mañana. La perra ha estado ladrando sin cesar. La luz se fue durante un rato.

El día se presenta un poco apagado. Me pongo a escribir un rato, mientras MEU prepara las arepas y el café.

Corte de electricidad a las 9:30 am.

Estamos trabajando en el terreno, desbrozando y recogiendo piedras. MEU está concentrada en limpiar el cambural. Escuchamos a alguien que nos saluda y que viene por la vía principal; se trata del señor Antonio Rojas quien se acerca con un pesado saco al hombro. Vamos a recibirlo: nos trae yuca y cambures verdes. Nos dirigimos a la cocina para prepararle café y darle de las cucas que hace dos días hicieron Ángel y MEU. Aprovechamos y le damos al señor Antonio un kilo de caraotas negras.

Volvemos a nuestro trabajo en un día en el que todavía no ha salido el sol. Cantan los gallos, ladra la perra a todo el que pasa y nos saluda. Escuchamos a las maestras darles clases de matemáticas y castellano a los niños, y al lado Leo, el hijo de Engracia, practica el canto con un cuatro. Leo es un muchacho de unos 18 años, que ya terminó el bachillerato y tiene algún talento para el canto. En ocasiones ha amenizado fiestas y saraos en el pueblo, cantando rancheras y merengues campesinos.

Llega la hora de encender el fogón.

Hoy almorzaremos las caraotas rojas que nos regaló Engracia, cambures verdes que nos trajo el señor Antonio, y arroz que recibimos del CLAP en Mérida.

Hay un silencio sepulcral en la aldea. Los niños de la escuela ya se retiraron a sus casas. Apenas si se escucha el viento. El día sigue atoldado. La perra merodea en busca de comida y Morisca, la gata de Engracia que nos visita todos los días, se coloca en el borde del ventanal de la cocina, y desde allí vigila todos los movimientos que hace MEU en la cocina.

Desde hace tres días no nos visita el señor Corsino.

La chirimoya que nos regalo Xioli ya está lista para comer.

Al hacer un recorrido por el terreno no damos cuenta de que la perra ha sacado parte del maíz que enterramos ayer. Nos tocará amarrarla.

Vamos a hacerle una visita al señor Corsino: encontramos la casa sola. Entramos al corredor: "- Buenas tardes", y de allá de la cocina emerge alguien, se trata de Manuel que acaba de venir de desyerbar un terreno de Oscar Alí, su sobrino. No sabe Manuel dónde están los demás; luego vemos que a lo lejos aparece el señor Corsino guiándose con su bastón y trayendo en la otra mano un balde. Acaba de darle comida a los cochinos de Evencio. Nos sentamos. Vuelve a lloviznar. Aparece Ángel con dos tazas de café y él bien arrebujado en una cobija. Ha tenido fiebre y se siente muy mal, con dolor de garganta. Hoy Ángel no pudo atender su trabajo en la escuela. Dice que a lo mejor pueda bajar mañana al pueblo para llevar unos quesos que ya tiene vendidos. También aprovechar e ir al CDI a ver si le dan algo para su mal. Nosotros le decimos que tal vez le acompañemos al pueblo. Luego llegan María, hija de Alecio, Carmelina y sus cuatro hijos. Conversamos un rato viendo a dos gallinas cluecas con sus proles ir de un lado a otro en busca de qué comer; Manuel va y les pone arroz a las gallinas. Después aparece el gatito nuevo de la casa, y las gallinas les dan unos tremendos revolcones por intentar acercársele a los pollitos.

Todas las noticias que llegan de Mérida refieren que hay trancones en varios lugares por el problema de la gasolina. Es decir, la oposición quiere activar las guarimbas, respondiendo a los mandatos de los gringos que no cejan en sus propósitos por tratar de tumbar el gobierno, una historia que lleva ya veinte años.

Nos despedimos y nos dirigimos a casa de los esposos Abel y Agustina. Llegamos a esta hermosa casa que tiene más de ciento cincuenta años, la cual posee una gran explanada de cemento donde se seca café. Nos sentamos en una poltrona, como unos poetas. Abel es hermano del señor Corsino, y hace poco cumplió ochenta años. Acordamos entonces cambiarle 9 huevos a Agustina por un kilo de azúcar. Nos dan café. Nos refieren que lo que más falta les hace es aceite de cocinar. Que si tenemos. Le decimos que estamos cocinando con manteca, un poco de la que le compramos a Engracia.

Nos venimos a casa. Ya está lloviznando otra vez. Pasamos a un lado del terrible ganso al que le tiene pánico MEU.

Cuando llegamos a la casa encontramos que la perra ha podido abrir la puerta y se ha echado cual gran madame sobre la alfombra de lana que tanto cuida MEU.

Faltan 20 para las 5 de la tarde, y aún no tenemos electricidad. MEU está en la cocina preparando unas arepas con cambures verdes sancochados.

6:15 pm: Nos hace visita Enrique quien nos trae un queso que se lo cambiamos por un kilo de harina de trigo, el kilo que le compramos ayer a Marvelia Molina. Nos trae también las dos tarjetas que habíamos dejado donde la misma Marvelia. Ya Enríque no puede viajar a Mérida al chequeo de la niña por el gran problema que existe con la escasez de gasolina y el terrible bachaquerismo que esto está desatando. El transporte privado está cobrando 20 mil bolos por el pasaje a Mérida, y el de Tromerca sólo 3 mil. Como no hay efectivo al primero hay que pagarle con transferencia tomando en cuenta el problema de los cortes de electricidad, y al segundo se le paga en especies: queso, café, huevos, maíz, yuca, cambur, …

Se va Enrique como a las 7:30.

La luz llega a las 8 de la noche, nos disponemos a cargar algunos aparatos, encendemos el televisor para ver "Con el mazo…", dura cinco minutos y se vuelve a ir.

Nos ponemos a jugar scrable.

La luz vuelve a llegar a las 9. Nos ponemos a ver "Con el mazo…" hasta las 12.



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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