¡Y entonces, llegó aquella ayuda humanitaria gringa "Alianza para el Progreso" y… plomo parejo, carajo!

  1. En realidad, la ALIANZA PARA EL PROGRESO fue una idea sugerida por el Che Guevara al calor de los conflictos sociales, que de larga data se venían sucediendo en Latinoamérica. El Che lo planteó como algo inaplazable y necesario, que debía ser planteado por una gran potencia para los países latinoamericanos y en efecto, Estados Unidos pensó que se hacía inaplazable implementar un plan económico para el hemisferio y así evitar que se siguieran produciendo convulsiones populares por las enormes desigualdades sociales.

  2. PERO LA "AYUDA HUMANITARIA" DE EE UU CASI NOS LLEGA A VENEZUELA CON 54 MIL MARINES ENCALETADOS…

  3. Al iniciarse la década de los sesenta, el país más proclive a seguir el camino de la Cuba del Comandante Fidel Castro era Venezuela. El Partido Comunista de Venezuela era la segunda fuerza política de la capital, y podía decirse que casi toda la juventud liceísta y universitaria estaba imbuida del pensamiento marxista, socialista; incluso, hasta en el partido socialcristiano COPEI estaba surgiendo una corriente de tendencia izquierdista. Además, el derrocamiento de la dictadura, el 23 de enero de 1958, tuvo un efecto estremecedor en el hemisferio que le imprimió vigor a las fuerzas guerrilleras cubanas alzadas en la Sierra Maestra; en Venezuela se dio un fervoroso movimiento en solidaridad con los rebeldes cubanos y desde el gobierno de Larrazábal pudo enviárseles dinero y armas a las guerrillas.

  4. El espíritu revolucionario venezolano estaba causando una gran desazón en la administración del presidente Ike Einsehower y éste se movilizó para evitar que lo nuestro fuese a incendiar la pradera suramericana. Era un movimiento revolucionario el nuestro que podía poner en peligro la influencia de Estados Unidos en el hemisferio. Por ello, a menos de cuatro meses del derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez, el 13 de mayo de 1958, aterrizó en Maiquetía el poderoso avión DC-6, con las siglas en colores rojo, blanco y azul, de la US Air Force, el cual en su vientre de guerra, traía al Vicepresidente de Estados Unidos, el señor Richard Nixon. OJO: nadie lo había invitado a Venezuela, él se auto-invitó (lo cual se parece bastante a esa AYUDA HUMANITARIA que a empellones no quieren meter por la frontera de Cúcuta, por el Brasil y por Curazao).

  5. la presencia de Richard Nixon en Caracas, además de un acto de agresión a nuestro país, constituyó uno de las acciones más desestabilizadoras para la región, de hecho hubo movilización de fuerzas gringas a Puerto Rico con intenciones de invadir a Venezuela.

  6. Los detalles que siguen a continuación son importantes, porque lo que acabaría siendo la mayor traición a Venezuela en el siglo veinte: con la presencia de Nixon en Venezuela la izquierda se desgarró. Betancourt aprovechó ese acontecimiento para dividir la Fuerzas Armadas e impulsar el bando de derecha en la elecciones presidenciales de 1958; fue otra razón del imperio para apresurarse a inventar lo de la ALIANZA PARA PROGRESO con el fulano pretexto de "sacarnos de abajo": con unos mecanismos todos de guerra solapada, de intervencionismo descarado en medio de un estado de amenaza letal para todos los dirigentes que en aquella hora se destacaban en el escenario político nacional: Wolfgang Larrazábal, Rómulo Betancourt, Rafael Caldera, Jóvito Villalba.

  7. La ALIANZA PARA PROGRESO, pues, no era sino especie de otra "AYUDA HUMANITARIA" (para todo el continente latinoamericano) del mismo tipo de la que hoy se menciona tanto para Venezuela: realmente otro tipo de CABALLO DE TROYA con toda clase de argucias y artilugios relacionados con pánico, muy bien trajeados con los paramentos de amenazas de no salirse del carril, no violar los principios de la Carta Interamericana, de no atacar a la libre empresa y de respetar todos los convenios acordados con las grandes transnacionales, principalmente con las compañías petroleras. A los pocos minutos de aparecer en la ventanilla del DC-6, vicepresidente Richard Nixon en un traje azul oscuro y su señora Pat, con un vestido rojo y un esplendoroso sombrero confeccionado por la mejor casa de modelos de Inglaterra, se tendió una alfombra roja al pie de la escalerilla. Al frente se alinearon algunos funcionarios enviados por la Junta de Gobierno que entonces presidía Wolfgang Larrazábal. Richard Nixon salió agitando las manos (como luego aprendería a hacerlo Carlos Andrés Pérez) y sonreía como si hubiese llegado al mejor de sus patios traseros. Repentinamente, al fondo del aeropuerto se escucharon voces de protesta, un grupo de personas gritaba, y aquellas amplias sonrisas de los Nixon desaparecieron. Una multitud hostil en el balcón de la terminal y a lo largo de su camino, comenzó a gritar: ¡Fuera!, ¡No te queremos!, ¡Váyanse de nuestro país!, al tiempo que agitaban pancartas que decían: «Go home, Nixon», «Go away, Nixon», «Out, dog», «We won’t forget Guatemala».

  8. La señora de Nixon trataba de sonreír al tiempo que los ánimos se caldeaban. Había que seguir hasta el estacionamiento frente a la terminal, pero cuando se acercaron a los balcones, les cayó la primera gran lluvia de escupitajos, algo nunca hecho en el mundo a dignatarios gringos de tan alta categoría. Esto fue peor que las bombas de napalm que luego el propio Nixon, quizás en venganza, lanzaría poco después contra los vietnamitas. Con enormes dificultades, la señora Pat pudo protegerse, por las amplias alas del fino sombrero que llevaba, pero el vendaval de escupitajos arreciaron aun cuando estaban ya sentados en el enorme Cadillac negro, especialmente traído del Norte para la ocasión.

  9. Realmente, a míster Richard Nixon se le había incrustado a empellones en el carro para evitar mayores afrentas. La caravana inició el ascenso a Caracas.

  10. Sin dirigentes políticos al frente de aquella protesta en Venezuela, por atavismo anticolonialista, podríamos decir que fue, por lo que nuestro pueblo se echó a la calle. Los poderosos medios de comunicación reportaron estas protestas como actos vandálicos y terroristas, y en muchos patriotas (sin ser comunistas ni de izquierda) explotaban los recuerdos de lo que los yanquis habían hecho en contra de Simón Bolívar, Cipriano Castro, Isaías Medina Angarita, Rómulo Gallegos y Carlos Delgado Chalbaud, y de cómo con sus criminales acciones impuestas a sangre y fuego, acabaron forjando dictaduras como las de Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez. Aquella multitud iba guiada por una necesidad de hacer justicia para nuestro pueblo, y en verdad que en muchos se desató el deseo de atrapar a Nixon y de colgarlo de algún poste. Hubiese sido el hecho político más grandioso en siglos en todo el planeta. Después vendría lo de Cuba…



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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