Simón Bolívar, 7 de septiembre de 1814

“Combatid, pues, y venceréis. Dios concede la victoria a la Constancia”

… “Es justo y necesario que mi vida pública se examine con esmero, y se juzgue con imparcialidad. Es justo y necesario que se satisfaga a quienes hayan ofendido y se me indemnice de los cargos erróneos, a los cuales soy acreedor. Este gran juicio debe ser pronunciado por el Soberano a quien he servido: yo os aseguro que será tan solemne cuanto sea posible, y que mis hechos serán comprobados por documentos irrefragables. Entonces sabréis si he sido indigno de vuestra confianza, o si merezco el nombre de Libertador.
Yo os juro, amados compatriotas, que este augusto título que vuestra gratitud me tributó cuando os vine a arrancar las cadenas, no será vano. Yo os juro que, Libertador o muerto, mereceré el honor que me habéis hecho: sin que haya potestad humana sobre la tierra que detenga el curso que me he propuesto seguir, hasta volver seguidamente a libertaros…”

Hago mías estas palabras de nuestro Libertador Simón Bolívar, en su último manifiesto al pueblo venezolano, escrito en Carúpano el 7 de septiembre de 1814, antes de verse extrañado de la patria, tras la caída de la Segunda República, en aquel “año trágico” para los patriotas.

Los servicios de Bolívar y Mariño a la causa de la independencia, “la solicitud patriótica con que buscaban a sus compañeros de armas para continuar defendiendo la libertad de Venezuela y de la América, fueron correspondidos con insultos y amenazas” (Felipe Larrazábal. Simón Bolívar, vida y escritos del Libertador).

Luego de la muerte del presidente Chávez y la traición del madurismo a su legado, he sufrido una feroz persecución política. Persiguen mis ideas y lo que represento, utilizando para ello todos los elementos de poder de los que disponen; mis enemigos políticos, tanto del Gobierno de Maduro, como de la extrema derecha venezolana, desarrollan una desproporcionada campaña de acusaciones sin fundamento, una verdadera “vendetta” o linchamiento moral en mi contra.

Esta conspiración política se desarrolla en complicidad con los agentes transnacionales más agresivos contra nuestra patria, intereses que se vieron afectados por las decisiones del Estado venezolano durante el período de gobierno del presidente Chávez, cuando me correspondió ser ministro de petróleo y presidente de nuestra empresa nacional Petróleos de Venezuela, y desarrollamos la política de Plena Soberanía Petrolera.

Con ella, el Estado puso, por primera vez en casi 100 años, el petróleo al alcance y servicio del pueblo venezolano, reivindicando a los millones de venezolanos y venezolanas condenados a la pobreza y exclusión producto de la expropiación de nuestras riquezas.

El madurismo y la extrema derecha venezolana, ambas variantes de la misma expresión política anti nacional y entreguista de las élites que se disputan el control del país, nos atacan y agreden porque reconocen en nosotros el rostro una propuesta patriótica y bolivariana para salir de este abismo.

Su miedo al chavismo y la necesidad que tienen de arrasar con lo que queda de su obra en el país, necesitan del silencio, el aplauso complaciente, la complicidad de los dirigentes populares y revolucionarios, civiles y militares, para establecer un nuevo pacto político que, de espaldas al pueblo venezolano, saqueará, como nunca antes, nuestras riquezas y recursos, imponiendo un proyecto que ha llevado a nuestro país a su ruina.

Nosotros estamos al lado del pueblo, con sus trabajadores, estudiantes, profesionales, jóvenes, soldados, campesinos, con todos, en defensa de nuestro país, en lucha permanente por restablecer el orden constitucional que nos han arrebatado; en defensa de nuestras conquistas políticas y sociales, en defensa del petróleo y la economía al servicio de nuestro pueblo, en defensa de nuestra soberanía.

No es un secreto para nadie nuestra posición, lo hemos expresado a viva voz, sin cálculos de ningún tipo. Toda nuestra actuación política ha sido coherente y consistente con nuestros principios. Jamás me han importado los riesgos, ni las amenazas, ni los ataques, siempre he actuado en defensa de los sagrados intereses de todo el país.

En un país donde se persigue la disidencia política, con un gobierno violento e intolerante que actúa violando los derechos de sus ciudadanos, con una extrema derecha que sólo ofrece venganza y violencia contra los que pensamos distinto, se impone la firmeza y determinación de las fuerzas patriotas para levantar la voz y expresar nuestra firme convicción y decisión de lucha por rescatar la soberanía del pueblo, restablecer la vigencia de los objetivos históricos del Plan de la Patria y sacar a nuestro país de este abismo, alejarla de la posibilidad de la guerra o la agresión extranjera.

NO importan las amenazas y maniobras de cualquier tipo para detenernos, no lo harán. Los intereses de la Patria están por encima de cualquier interés subalterno o de grupos. Muchos hemos sufrido persecución y hostigamiento permanente; otros, cárcel y violencia; lo que se impone ahora, es la unidad de todos los patriotas, exponer con valor nuestras ideas y razones, movilizarnos para dar al traste con este desastre de gobierno e impedir que nuestro país, quede sumergido en un largo período de desestabilización y conflicto en manos de una extrema derecha que, aprovechándose de la debilidad de la patria y el caos del madurismo, se pretende imponer con un “golpe de mano”, para retrogradar el país a situaciones que ya hemos superado.

He sido acusado y mi nombre vilipendiado, sin ni siquiera mostrar una prueba en mi contra. He sido expuesto al escarnio público por los agentes del gobierno y la oposición. Se han violado mis derechos fundamentales, las garantías constitucionales, me han llevado ante el tribunal sumario de las redes sociales y los grandes medios en esta “vendetta” en mi contra, en contra del presidente Chávez, en contra de nuestra posición política y de nuestra gestión de gobierno. NO podrán detenernos, ni doblegarán nuestra voluntad de combate.

Los tiempos cambian y ya al enemigo político no se le acusa de “comunista”. Ahora la nueva inquisición y sus sofisticados mecanismos de manipulación tienen otras acusaciones más eficaces en sus efectos, en el daño político: “narcotraficante”, “corrupto” o “terrorista”. Cualquiera de éstas les funciona y depende del ámbito de actuación de la víctima. Si eres militar: narcotraficante; si gobernaste: corrupto; si eres militante: terrorista.

Nuestra región ha estado impactada por la “judicialización de la política”, “sicariato de la justicia”, o el “Lawfare”; así lo ha denunciado el expresidente Rafael Correa, víctima de acusaciones de corrupción, perseguido por el gobierno de Ecuador; o el caso del expresidente Lula Da Silva, encarcelado y con dos sentencias que ya suman 23 años, secuestrado por la derecha en el poder en Brasil. Igualmente el caso de la ex presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, quien sufrió un golpe de Estado parlamentario, acusada de corrupción.; Igualmente el caso de la ex-presidenta argentina Cristina Kirchner, acusada también de corrupción; así como el caso de los ministros y altos funcionarios de esos gobiernos, tal y como Jorge Glass ex Vicepresidente del Ecuador, acusado y preso por corrupción y, mi caso, ex-ministro de Petróleo y presidente de PDVSA durante 12 años con el presidente Chávez, acusado por el gobierno y los factores de extrema derecha, también de corrupción.

NO me cabe duda alguna, que el presidente Chávez, también será acusado formalmente de corrupción, al igual que su familia y sus afectos más cercanas, en la medida que representen un peligro para este gobierno y para el que venga. Es sólo cuestión de tiempo.

NO me cabe duda tampoco que los dirigentes que hoy guardan silencio o los personajes del gobierno que alimentan y estimulan este tipo de operaciones políticas, también, si tienen suerte, serán acusados, perseguidos y encarcelados por las acusaciones internacionales de corrupción, narcotráfico y terrorismo que ya existen en su contra.

¿Dónde creen que van a ir los que ahora hacen lo que les da la gana en el país cuando caiga su gobierno? Es por ello que digo que están rociados de gasolina, harán lo que sea para mantenerse en el poder.

Nadie escapará a esa trituradora creada por ellos mismos. De hecho, todo el país será llevado ante tribunales internacionales acusado de corrupción. Es lo que ha provocado y permitido Maduro con su campaña de persecución política y acusaciones sin fundamento; convertir al Estado venezolano, sus instituciones, sus empresas, en entidades forajidas, corruptas, sujetas a leyes internacionales, o “actos ejecutivos” de otros países. Abrió las puertas a un proceso que no se detiene.

La corrupción es un severo problema en el país, siempre lo ha sido, asociado fundamentalmente a la aparición del petróleo: las grandes fortunas de los apellidos que hoy tienen sus propios partidos políticos, se formaron a la sombra de las concesiones otorgadas por Juan Vicente Gómez a las transnacionales petroleras. No ha sido un fenómeno exclusivo del período chavista, o madurista; nó, viene desde Pérez Jiménez, pasando por toda la cuarta República, desde Betancourt hasta Carlos Andrés Pérez.

La historia de los grandes grupos económicos del país, los viejos y los nuevos, está marcada por el petróleo, desde importadores, banqueros, políticos, financieros, manipuladores del tipo de cambio, hasta la aparición de toda clase de oportunistas y aventureros que se han hecho millonarios de la noche a la mañana. Lo han hecho apropiándose de la renta, del ingreso petrolero. Eso es lo que sigue en disputa actualmente: quién controla el petróleo, el negocio petrolero, quién se apropia de la renta petrolera. Es ese el botín que le interesa a los intereses transnacionales, tanto a los nuevos como a los viejos.

Esta discusión, que es uno de los temas que debemos debatir de cara a la reconstrucción del país, junto al tema petrolero, la Plena Soberanía Petrolera, la sostenibilidad de nuestro desarrollo social, la diversificación de nuestra economía, la soberanía y la independencia del país, los objetivos estratégicos del Plan de la Patria, entre otros, son muy difíciles de debatir en un país donde sus habitantes están desesperados, empobreciéndose cada día, asediados por la crisis económica, la degradación social, la inseguridad, saliendo del país como pueden y, ahora, con una situación política estancada o bloqueada, donde cualquier cosa puede pasar.

No hay discusión política en el país; no hay el debate necesario, el que se impondría en estos momentos tan difíciles. Se quieren imponer decisiones de cúpulas, mientras la mayoría no tiene manera de expresarse. Hay una desesperanza extendida.

Por otra parte, tanto el madurismo como la extrema derecha han estimulado y creado un segmento de la sociedad muy intolerante, proto fascista, muy activos en las redes sociales compuesto de tuiteros, “influencers”, “bots”, políticos, pranes políticos, “artistas” y un largo etc. de gente con problemas y frustraciones de todo tipo que se han convertido en un tribunal de inquisición, muchas veces pagados, bien por el gobierno o la oposición que, amparados en la distancia, el anonimato o en su propio estado de disociación emocional, saturan las redes y medios con el discurso del odio y la intolerancia.

Nada se discute, sólo se promete la aniquilación del contrario, violencia, odio, persecución, cárcel, azuzan desde una cacería de seres humanos, hasta ejecuciones sumarias, guerra y muerte desde la comodidad de la distancia y la irresponsabilidad de la impunidad. No piensan, no hay grandes ideas, no hay debate, solo reciclan viejos planes de entrega, con rostros nuevos o mutilan el Plan de la Patria, despojándolo de su esencia.

Me he enterado por los medios de comunicación, de la decisión de un tribunal de Houston, donde, sin yo haber hecho uso del derecho a mi defensa, me condena un tribunal extranjero, como consecuencia de las acusaciones falsas, infundadas y pretensiones desproporcionadas hechas por la empresa “Harvest Natural Resources” en Houston, Texas.

Este hecho fue acompañado de una campaña en las redes sociales, donde los “bots” del gobierno y la jauría proto fascista, me condenan de inmediato y le dan la razón a esta compañía extranjera en sus pretensiones.

Ocurre justamente en el momento en que he expresado mi firme voluntad de participar activamente en el proceso político que nos debe conducir a la relegitimación de nuestras instituciones, devolver la soberanía al pueblo venezolano y restablecer nuestro orden constitucional, participando en las venideras elecciones presidenciales que, tarde o temprano, se tendrán que producir en el país.

Mis enemigos políticos juegan adelantado, tratan de inhabilitarme política o moralmente: se equivocan. A pesar de que puedan confundir y maniobrar en la arena del aquelarre de los factores políticos en disputa, quiero ratificar mi compromiso y determinación a seguir construyendo una opción alternativa a este desastre que nos permita salir del abismo, unificar al país e iniciar su reconstrucción.

Por otra parte, debo decir que, de las innumerables acusaciones que los distintos factores políticos y grupos de interés económicos han hecho en mi contra, ésta es la primera vez que voy a tener oportunidad de defenderme.

Todos saben que no he tenido la posibilidad de ir al país a ejercer mi legítimo derecho a la defensa ante las acusaciones que el mismo Maduro o su Fiscal han hecho en mi contra, pues tan pronto esté en la Patria, me harán prisionero, como han hecho con el General Rodríguez Torres, o con los militares o trabajadores petroleros secuestrados. También saben que no he tenido el debido proceso, ni la presunción de mi inocencia, se me acusa-condena, sin pruebas de ningún tipo.

Sin embargo, qué paradójico, en este caso en el exterior, va a ser la primera ocasión en que podré defenderme y dar mis alegatos. Voy a ejercer mi derecho a la defensa y ya estoy trabajando con mi equipo para dar la respuesta apropiada a esta decisión, demostrar mi inocencia y desenmascarar las verdaderas intenciones de esta acción temeraria de esta empresa petrolera.

Las máscaras seguirán cayendo y al final se impondrá la verdad. El país está trancado, disfuncional, estamos sufriendo los efectos de la profunda crisis y del peor gobierno de nuestra historia. El petróleo sigue en el centro de la disputa, casi no ha cambiado nada en cien años de historia petrolera, es la eterna lucha por preservar el control de nuestros inmensos recursos naturales para ponerlos al servicio del pueblo.

Maduro y la extrema derecha tienen más cosas en común de las que aparentan; unos ya hacen lo que los otros prometen que harán. Hace falta que se manifieste la alternativa Patriótica y Bolivariana, que está allí latente, sigue expectante de un juego que no le pertenece. Hace falta más que una mano para cambiar las cosas. Volviendo a lo que decía el Libertador en momentos aciagos para la República: “Combatid, pues, y venceréis. Dios concede la victoria a la Constancia”.


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Rafael Ramírez Carreño

Ingeniero y político venezolano. Ex-embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la ONU. Ex-ministro de Energía y Minas y expresidente de empresa pública Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) hasta el año 2014. Militante Revolucionario, Chavista y Bolivariano.

 @RRamirezVE

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