Propósito de fin de año: Aprender a leer de los hechos

 

La postverdad u otra mentira inducida, la publicidad, propaganda política, la manipulación mediática, las redes sociales, las "tendencias", las emociones y creencias personales, la disociación psicótica, la disociación simple o alienación… ¡hay que saber leer de la realidad! ¡Hay que saber atravesar muros, sujetarse por los cantos de las sirenas, eludir los encantamientos de Circe con astucia!... ¡Todo vale!, quedarse y resistir, huir, quedarse y ser indiferentes y escépticos a toda promesa…, TODO, todo vale, menos dejarse morir por la mentira, ahogados en el vórtice de un remolino de mentiras.

Todo se perdona menos sentirnos acarreados por una promesa insubstancial, como el burro que se deja llevar por una zanahoria colgada frente a sus ojos, como el burro en la noria. Hay muchos burros que no necesitan gríngolas ni arreo, basta con que les cuelguen al frente una zanahoria para que no volteen hacia los lados; así es son las promesas de apetitosas, como la zanahoria para el burro. Pero, hay que mirar hacia los lados, y hacia atrás, hay que hacer un giro de 360 grados con la mirada, ver abajo y arriba, hacia donde sea necesario mirar para leer bien la realidad. Si somos burros, que por lo menos no nos cojan de burros y pendejos; seamos como aquel "Asno de Oro" y aprovechemos nuestros instintos, pero orientados por nuestra humana inteligencia.

Este año ha habido promesas de todo tipo: el Petro (¡brrr!), el Plan de la Patria "adaptado a los nuevos tiempos" (no se sabe en qué momento se ejecutó el primero), un nuevo DICOM que garantizaría ingreso de divisas a la economía nacional (y nada más en febrero de esta año se asignaron 299.942.788,88 dólares a 5.912 compañías, desde Nestlé, Goodyear, Farma, Colgate, hasta fabricantes de ropa, y todavía estamos esperando las divisas prometidas convertidas en prosperidad ); en enero El Assaimi prometió volver a esquema de precios de diciembre del 2017, luego prometieron sacar definitivamente el billete de cien bolívares (el cual duró un año), el ministro Quevedo prometió incrementar la producción de petróleo a 2 millones de barriles diarios (y hoy producimos 1 millón o menos)… ¿Quién recuerda otras promesas", que las piense ahora; ¡hagamos una lista!

El paquete de promesas llega cada año por partes; a principio de año y luego a la mitad, cuando se "vencen" las primeras. El 2018 hubo un paquete grande para las elecciones, contentivas en el "programa de recuperación y prosperidad económica"; de alguna manera esta gran promesa anuló las anteriores, o sea, fueron "subsumidas" por el Plan de recuperación… por ejemplo, la producción de petróleo se posterga hasta que el Plan dé sus primeros resultados.

Pero, digamos que llegue el 10 de enero y el balance sea negativo (es decir ¡el balance es negativo!, pero, siempre hay burros en la noria, por decir algo: PCV, PODEMOS, Causa R, MEP y un largo etcétera, toda esa fauna de asnos reales, que ni para obtener provechos personales de Maduro les ha servido su bestial disciplina), entonces, tenemos encima la emergencia internacional, la invasión militar, la defensa de la "Venezuela Grande (Calos Andrés diría La Gran Venezuela)", esa que está, como dijo Maduro a principios de año, por encima de la "izquierda y de la derecha", esa, que nadie ha visto por encima de nada, ni en la calle ni en su casa, ni verá jamás, porque yace fuera de nuestra realidad…, o en la mirada golosa de los inversionistas capitalistas, o, de las potencias capitalistas; es decir, la Venezuela grande es el sueño de todo capitalista ávido y de todo imperio, más que grande es la Venezuela rica y gorda… y entonces: se cancela el famoso Plan con todo y su ampuloso nombre (el cual es más ambicioso que el mismo plan, o que los sueños y deseos de sus creadores).

Hay dos países posibles, el país de los deseos y el país real; los que no leen en el caos de la realidad viven en el vórtice, viendo pasar a su rededor sus deseos y las promesas de Maduro. Los que sabemos leer un poco más, los que volteamos para todos lados, vemos la realidad, y ella nos dice: primero que nos mienten, nos están mintiendo y nos han mentido, que todo da vuelta –porque, entre otras cosas, miramos de frente el fondo del alma de estos mentirosos; nosotros no somos tan selectivos como los viejos maestros; todos mienten, unos por acción y otros porque se hacen los pendejos. Y segundo, que la realidad es compleja, dolorosa, que si queremos hacer algo por nosotros mismos hay que vivir y saber qué hacer con ella, solo con ella, porque, si no, nos chupa o nos aplasta. Digamos que Maduro y su gobierno forman parte de nuestra realidad, quizá solo una parte de ella, pero de las más terribles.

Para este 2019 tengo el propósito de no justificar ninguna felonía en nombre de ninguna "Venezuela Grande", ni de ninguna otra mentira; me dedicaré a pensar sobre la mentira y sus consecuencias, en especial, de la mentira que la gente se hace así mismo. Para el 2019 no pienso hacer más resistencia; ¡que sea lo que la estupidez quiera!, me dedicaré a hablarle al que me escuche, sin necesidad de dibujitos... ¡Imagino cómo se debe haber sentido Jesús tratando de dar buenos ejemplos de vida ascética, mientras sus discípulos estaban buscando cómo sacarle provecho al evangelio, convirtiéndolo en otra cosa, para cuando el maestro muriera! Prefiero seguir urdiendo la realidad para satisfacción propia y de los que me escuchan; y ¡los adormilados!, se quedarán detrás de la zanahoria.

Y, Feliz Año Nuevo, un buen deseo no se le niega a nadie.

Marcos Luna 29/12/2018



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

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