El abandono de la Diosa

La política es una diosa que mantiene a las sociedades en funcionamiento, en equilibrio inestable, rige la pugna entre los diferentes segmentos sociales. Podríamos decir que la calidad de la política será, en definitiva, la calidad de la sociedad. Ahora bien, cuando la política, cuando la diosa abandona a una sociedad es signo de agonía. Cuál es la situación en Venezuela. Veamos.

Una medida de la calidad política del sistema capitalista son las elecciones burguesas, el entusiasmo que suscitan, el fragor de ese combate controlado, tolerable. Las elecciones burguesas tienen como finalidad renovar al sistema, dar la sensación de cambio para que todo siga igual; distraer a la población, liberar tensiones, crear esperanzas, proteger al sistema. La burguesía, la clase dominante, descubrió las bondades de las elecciones y la instituyó como modelo en todo el mundo. Así, las dictaduras son válvulas de seguridad, o aberraciones que deben ser corregidas. En pocas horas vamos a unas elecciones, es una oportunidad para calibrar la calidad política de la sociedad y de la dominación capitalista.

Ya existen señales del abandono de la Diosa Política, la retirada de las masas de la calle es uno de los más significativos, preocupa porque una revolución sin masas en la calle es un sarcasmo. Aquellas manifestaciones que llenaban varias avenidas de la capital pasaron a la historia, se cambiaron por unas parodias enfrente del palacio de gobierno, o unos velorios en recintos cerrados. Las razones son varias, quizá la mala gestión del gobierno, tal vez la falta de llamarada interna del líder, posiblemente el aburrimiento por tanta promesa fallida, acaso todas las anteriores. No obstante, son las elecciones el termómetro por excelencia.

En pocas horas Venezuela va a la etapa final de unas elecciones que no cumplieron su papel, que no emocionaron, ni siquiera trajeron a las masas al carnaval electoral, no las embriagaron, no distrajeron, pasaron con más pena que gloria. Este desaliento, esta desesperanza, es grave para una sociedad, indica un rumbo errático, o si se quiere, una ausencia de rumbo. Pero, ¿por qué llegamos a esta situación, cómo remediarla?

Las clases sociales, los segmentos sociales abandonaron la política, se disgregaron, retrocedieron: es asombrosa la inercia de la oposición de derecha, ausente, peleando, sin poder concretar una opción, dejando a la burguesía sin instrumento político. Los obreros que estaban exiliados en su propia tierra regresan, empero, son pocos los que hacen política, los que piden la renuncia del gobierno, se limitan a pelear por sus reivindicaciones, no relacionan sus penurias con la acción del gobierno, no piensan en liberarse, sólo en endulzar sus cadenas. La pequeña burguesía, la clase media, se refugia en sus trincheras individuales. Los excluidos no superan la lucha por el pernil, el gas, los ahoga la supervivencia, sólo atinan a la salida individual. Todos emigran por millones, el país va quedando vacío, asilo de ancianos abandonados. El gobierno sólo actúa como un comediante mentiroso que se gana al público con dádivas, menores cada vez, carece de proyecto. El capitalismo lucha por estabilizar su dominación, pugna por un nuevo pacto que traiga de regreso la democracia burguesa, que aleje el peligro chavista, el Socialismo, no importa que le sea necesario una dictadura.

Es así, el país vive en un vacío. No hay política, la sociedad se disuelve en la apatía política. Las elecciones de las próximas horas son una alarma; quien la sepa oír, quien tome medidas, quien proponga, de ese será el futuro.



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Toby Valderrama Antonio Aponte

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