Reventó en México una olla podrida llena de CLAP

Y de pronto, vibró el teléfono de Freddy Bernal, en Mérida.

—Aló, ¿es usted, presidente?

—Sí, soy yo. Freddy, reventó un escándalo en México, relacionado con los CLAP… Dicen que han detenido a un mafia que vendía los productos alimenticios para los CLAP, y que lo hacían con un 112 por ciento de sobre precio, y disque luego llegaba a Venezuela con precios elevados… Hay detenidos, y todo… ¿Qué sabes tú de todo esto?

—Nada, presidente. Mientras estuve al frente de esos operativos no sucedió nada raro… Me sorprende.

—Quien está sorprendido soy yo. Confío, plenamente, en ustedes y de pronto salen estos entuertos que hacen daño a nuestro gobierno. Soy frecuentemente engañado, y me hacen cometer pifias, pues, afirmo cosas por la televisión y luego resultan que he mentido… Vente para Caracas de inmediato. Y me levantas un informe completo sobre esta vaina que ha explotado en México…

….

Un teléfono suena en el Estado Bolívar:

—Aló, ¿eres tú, Justo?

—Sí, mi comandante, en Jefe, a sus órdenes.

—Te llamo porque estoy cansado de llamar a Maldonado y no lo encuentro, no sé dónde anda. Precisamente, tengo ante mis ojos un artículo que escribió un periodista, desde Guayana. Allí plasma, este señor, un estado caótico de la CVG, de la cual tú fuiste su presidente hasta hace unos pocos meses… ¿Qué hay de verdad o de mentira en todo esto. ¿Qué es lo que está pasando, Justo? Ponme al día, por favor? Échame el cuento tal como es…

—Mire, mi comandante en Jefe, yo estoy desligado de la CVG. Usted sabe que este es un estado muy grande. Yo me la paso de un lado a otro, solucionando los problemas, en sintonía con las instrucciones suyas. Pero, hace algunos días llamé a Maldonado a la CVG y no lo encontré. Luego, lo llamé a su oficina en Caracas y tuve suerte. Le cuento lo que él me contó. Dijo que las cosas en la CVG y en las empresas marchaban viento en popa y que todo estaba en perfecta sintonía con sus instrucciones, y que la reestructuración estaba andando, y que sus órdenes se habían cumplido en un 80 por ciento. Eso sí, me refirió que tenía problema para cumplir con algunos compromisos salariales con los trabajadores de la CVG, y que, por lo tanto, lo mejor era quedase en Caracas, para no oír el llantén y no quedar en ridículo al no tener nada que responderé a las exigencias del sindicato. Tal como el me lo dijo, se lo digo a usted, mi comandante en Jefe. Por cierto, yo me encuentro en una comunidad del Pao, reunido con una Comuna, aquí tengo a una mujer, líder de la comuna que está dispuesta a hablar con usted, si usted así lo desea. Se llama María.

—Anda, pónmela, por favor.

—Aló, presidente, como está.

—Bien María, aquí trabajando con mi equipo económico, desde el Salón Antonio José de Sucre. ¿Y tú como estas?

—Bien, presidente. Alegre porque hoy recibimos nuestras cajas CLAP… Mejor dicho, nuestras bolsas, ja,ja,ja…

—Te felicito María, y felicito a todos los habitantes de esa comunidad que hoy están de fiestas, recibiendo el aporte en alimento que mí gobierno les otorga cada quince días, tal como instruí…

—Perdón, mi presi..., (perdone mi confianza), eso es mentira. No nos llega cada quince días. Teníamos dos meses sin recibir nada. Ojalá, pudiéramos recibir, con regularidad esa bolsa… Cada mes sería muy bueno, y de una gran ayuda para nosotras y nosotros, los pobres.

—María, detállame qué recibieron en las bolsas, porque según me dijo uno de mis ministros, el 90 por ciento de los productos alimenticios son producidos en el país… ¿Qué me dices, tú, María Pueblo, luchadora y firme con la revolución bolivariana, anti imperialista y profundamente chavista… Haber, te oigo, María.

—Hay, mi presidente, me da pena, mucha pena, pero eso que le dijeron es mentira. Óigame, le voy a describir lo que vino esta vez en cada bolsa: caraotas negras de El Salvador, harina para las arepas, viene de México, el atún de México, la leche en polvo, de México, espagueti de Turquía, en fin, Presidente, todo, absolutamente todo viene del extranjero, especialmente desde México. Y aprovecho, presidente, para decirle que esos productos, en su mayoría son de mala calidad… No sé si estoy haciendo mal diciéndole estas cosas, pero confío en usted, presidente…

—¿Y el café Venezuela, que paso con eso, María?

—Presidente, yo no sé… Ese café brilla por su ausencia. Tenemos años que eso no se ve en las bolsas CLAP, tampoco la harina precisada criolla, que es excelente. No sé qué pasa, presidente, pero eso es lo que recibimos… Gracias, presidente.

—Gracias a ti, María, Sigue en tu puesto de lucha. Gracias por tu aporte.

—Escalona, consígueme por teléfono al abogado Pedro Maldonado, presidente de la Corporación Venezolana de Guayana, búscalo hasta debajo de las piedras, pero encuéntramelo, por favor.

Al tiempo:

—Presidente, aquí está el señor Maldonado.

—Aló, Aló, Aló, ¿eres tú, Maldonado?

—Sí, presidente, soy yo. Estoy a sus órdenes.

—¿Dónde estás?

—Aquí, en Caracas, en mi despacho.

—¿Por casualidad has leído una artículo que salió publicado en Aporrea, escrito desde Guayana, por periodista que no conozco?

—No, presidente, primera noticia.

—Pues, métete en Aporrea y léelo, y después me llamas.

Al tiempo:

—Leí el artículo, presidente… Eso que dice allí ese periodista es mentira. Es una soberana mentira.

—¿Es mentira que tienes dos meses sin aparecerte en tu despacho, allá en la sede de la CVG?

—Tal vez unos días, presidente, pero dos meses es una tremenda calumnia.

—¿Y las empresas cómo marchan? ¿Cómo están los trabajadores? ¿Cómo marcha la reestructuración?

—Las empresas produciendo full capacidad, ahora sí nos hemos convertido en la alternativa no petrolera, presidente. La reestructuración avanza sin problemas.

—Mira, Maldonado, pon cuidado a lo que te voy a decir. Cuando te nombre presidente de la CVG fue para que me ayudarás a sacar adelante a ese ente público, y para eso has debido instalarte en el edificio sede, y trabajar duro, como lo exige la crisis actual… Tenías como prioridad hablar con los sindicatos y con los trabajadores y establecer un vaso comunicante entre tu persona y los trabajadores, que, al fin y al cabo son los que producen, nosotros sólo somos unos parásitos. De manera que candelita que se encendiera, candelita que apagabas… Pero resulta que nada de eso ha sucedido. Por lo que escribe este periodista, todo es un caos… Por favor, Maldonado, tienes 48 horas para que me traigas al Palacio de Miraflores un informe completo de todo lo que acontece tanto en la CVG, como en las empresas… Hasta luego.

AGREGADO:

Todo este cuento está sustentado en lo que acontece en Guayana, especialmente en la CVG, de la cual es presidente el abogado Pedro Maldonado. Pero, mientras hayan funcionarios mentirosos, flojos, incapaces, mediocres y corruptos, el presidente Maduro seguirá, por otro lado, mintiéndole al pueblo, pues, él (y con toda razón) se apoya en sus ministros, en sus presidentes de empresas, en sus gobernadores, y confía en ellos. En fin, este país anda de mal en peor. La economía no mejora. Los empresarios y comerciantes no respetan los acuerdos, y es el pueblo el que tiene que calarse la escala criminal de aumento de precios cada día. Los 1800 bolívares soberanos no alcanzan para nada. Se van como la sal en el agua, y así y todo nuestro presidente habla de una mejoría sustancial y de unos aguinaldos estratosféricos… Aterrice, presidente. Perciba la realidad que vive el pueblo venezolano. El de a pie. El que vive de los churupitos del Seguro Social, y del salario mínimo que gana la mayoría del pueblo. Los ricos gozan una bola, pues, ellos tienen todo garantizado… ¡Se cansa uno!

 



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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