De comunicación, Luois Vuitton y Valentino Garavani

¡Sorpresa! Sirva esta introducción al tema de hoy como tranquilizante para quienes me escribieron sobre el artículo "¡Qué ignorancia, Dios mío!", algunos con cierto duelo, y que hoy me verán siendo el deslenguado de siempre. Casi todos lo hicieron en tono poético, lo cual asumo como todo un éxito ¡despertar en la gente la tan postergada vena de la Poesía! También hubo un tonto que me trató como si yo estuviera traicionando a los mártires de la Revolución con mi supuesto voto de silencio ¿por qué me reclama esto a mí, que siempre he sido un soberano pendejo? ¡Que vaya a reclamarle a tipos como Douglas Bravo y Teodoro Petkoff, que sí han sido importantes en toda esa circunstancia y desde hace tiempo han vivido mejor que yo!

En fin, a mis amigos les recuerdo frases de ese artículo: "mi mente se va quedando vacía de certezas, es como un espacio abierto donde entran sin obstáculos pájaros, moscas, perros, cucarachas, hojas arrastradas por el viento, plumas de edredón y todo lo que pueda andar revoleteando por allí". Pues bien, ahora me entraron otra vez las ganas de vomitar mis descarriadas ideas políticas en el papel. También: "me importa un comino cualquier responsabilidad que no sea la que me impone el amor". De manera que puedo ser irresponsable conmigo mismo, desdecirme, negarme y hacer todo lo contrario de cualquier cosa que haya anunciado (no soy el único, al fin y al cabo). Igual creo que mis críticas las hago por amor al pueblo, que para mí no es un concepto abstracto: hablo de mi familia, de mis amigos, de mis vecinos, de mis camaradas. Y además: "voy a eximirme por un tiempo, que puede ser eterno, de andar opinando a diestra y siniestra sobre todo". Bien, ya cumplí, me eximí por unos días, pero otra vez siento bajo mis talones el costillar del rocinante crítico.

He sido invitado a un evento de comunicadores del PSUV. Ya no milito en ese partido, así que agradezco la invitación y lo tomo como una muestra de tolerancia y amplitud. No sé si tendré derecho de palabra allí, parece que sí, o si tendré el tiempo suficiente para plantear algo que en este momento me escuece. Veamos.

Uno de los errores que creo se cometen (recuérdese que no estoy seguro de nada de lo que digo) es confundir información y propaganda con comunicación. La comunicación es un hecho global y, como Dios, está en todas partes. Yo podría hablar mucho de ese tema porque lo he estudiado (acaso no he sido tan buen estudiante, quién sabe). Pero me voy a referir solo a un hecho: las acciones comunican. Casi todo lo que hacemos comunica algo a alguien: una palabra, un gesto, un movimiento, una perfidia, una caricia, una mirada, un silencio. Y aquí entro en precisiones ¿Viene algo a la mente del lector cuando digo Luis Vuitton o Valentino Garavani?

No tengo en principio ninguna objeción a que algún dirigente de la Revolución use una corbata Luis Vuitton o unos zapatos Valentino Garavani: a quién Dios se lo da, San Pedro se lo bendiga. Tampoco tengo por qué pensar que los emolumentos para esas prendas costosísimas salieron de bolsillos corruptos. A lo mejor se las regalaron o ya tenían dinerillo fruto de su trabajo o las adquirieron en tiempos económicamente menos prohibitivos. Pero como dice el viejo adagio, "la mujer del César no solo debe ser honrada, sino además parecerlo".

Un dirigente revolucionario debe al menos cuidar su apariencia. Algunos creen que "buena apariencia" se refiere a la forma en que te vistes, ya escribí sobre eso hace poco. No, en este caso hablo de cómo se aparece frente al pueblo. Un pueblo que vive en medio de privaciones y dificultades de todo tipo, un pueblo que todavía se siente excluido en muchos sentidos, un pueblo que mantiene a duras penas algún destello de esperanza.

Aquí hay un problema de moral, incluso de corrupción moral. Porque cuando tú, siendo un dirigente, te exhibes con una prenda prohibitiva para la mayoría sin asomo de prudencia ¿cómo vas a exigir sacrificios o ética? ¿Si un dirigente revolucionario puede mostrar tremenda corbata o roliverio de zapatos, por qué entonces el pelabolas va a pararse en mientes para bachaquear, robar cables o birlar propiedades del Estado? ¿Acaso no se está promoviendo la corrupción moral con acciones como esas, que son comunicacionales porque se le está mandando mensajes negativos al pueblo? En la foto del ministro con los zapatos de marca aparece muy de cerca el presidente Maduro, después de haber presentado la tercera línea estratégica, que entre otras cosas reza: "Surgimiento de una nueva ética patriótica y ciudadana. Nueva ética social, económica". E igualmente, hablando del Congreso del PSUV: "no solo vencer, es convencer con el ejemplo, con la acción y la palabra y la verdad… No hay nada que convenza más que la acción y el ejemplo". Es un tema de coherencia. No parece algo tan difícil de entender, así que no voy a extenderme en esto.

Así pues, de entrada les digo a mis amigos, colegas y camaradas comunicadores del PSUV que no se queden en saludos a la bandera, que debatan de verdad, que es lo que han pedido dirigentes como Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Que asuman que la comunicación no es solo información y propaganda como ya he dicho. Que profundicen, que problematicen, que no se conformen con poco, que no se guarden nada.

Y bien, sigo sin saber qué voy a hacer por fin con esta mente mía a la que le cuesta tanto encontrar su lugar en este mundo. A Dios gracias no tengo mayor importancia y muy poco depende de mí. Por lo pronto, me voy a ocupar de mi perrita que no me deja trabajar con su perrocentrismo.



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Néstor Francia


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