Crítica ácida

Instigaciones perversas

 

El argentino Jorge Mario Bergoglio, el PAPA Francisco, primer Pontífice de origen latino en la historia, en intervención acerca de la fe afirmó, "poseer bienes no sacia a quien hace todo lo posible por conseguirlos, y siente necesidad de dominar sobre ellos sin que le importe dañar personas, son amos, que no pueden contribuir a la satisfacción de nadie". Complace conocer el pensamiento verdaderamente cristiano del actual jefe de la comunidad religiosa mundial más numerosa, desde la asunción al Papado evidenciando una noble, sincera y auténtica admiración a la justicia de Jesucristo, cuya existencia hace más de dos mil años marcó el destino de la humanidad, proclamando la igualdad entre los seres. Un principio socialista innegable, que lastimosamente niegan algunos sacerdotes jerarcas, prefiriendo aliarse con las riquezas y marcadas diferencias sociales del capitalismo depredador.

En Venezuela y gracias al Comandante Hugo Chávez, vivimos el socialismo siglo XXI, superando en dura lucha a elementos otrora beneficiados, integrantes de dos factores influyentes de la presunta democracia representativa, que en 40 años entregaron a través de sus cúpulas la soberanía nacional. Me refiero a jefes circunstanciales de la iglesia y el sector castrense, aliados con la partidocracia corrupta blanca y verde, para disfrutar vida de privilegios, rendidos a la orientación estadounidense, y finalmente expulsados del poder con sus falsos valores de democracia representativa neo colonialista.

Este Julio 2018, los ascensos previos al 5 de Julio nos permiten observar la unión cívico militar o militar cívica, que impulsa el socialismo siglo XXI esencialmente bolivariano y antiimperialista decidido, para defender la patria amenazada. Lástima que existen equivocados radicales carentes de esta condición, a quienes vemos apostando a bloqueos y persecuciones a su patria. Adversarios al Poder Ejecutivo venezolano, incapaces de entender ni siquiera la oración universal del Padrenuestro, y proclives a venderle su alma al diablo, es decir pedir invasión a su patria, tras haber provocado desasosiego e incomodidad por ser politiqueros perversos.

 



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Luis Sánchez Ibarra


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