Más sobre el “gran jefe”

Ya hicimos algunos comentarios, en artículo publicado en este portal el 11/06/2018, sobre el comportamiento del "Gran jefe" anidado en la administración pública venezolana, los grandes daños que produce a la revolución bolivariana y la urgente necesidad de revertir ese comportamiento.

En esta oportunidad realizaremos otras consideraciones.

El "gran jefe" cuando se reúne con sus subalternos –práctica muy poco común- lo hace para dar órdenes, instrucciones o mandatos. Si alguien de los asistentes osa contradecirlo o plantear alguna idea "incómoda", ipso facto es contenido con la reprimenda respectiva delante de todos los asistentes, importando un bledo la edad, sexo y color, y con la amenaza de ser destituido (a) o que ponga el cargo a su orden, a menos que "tome el carril" del adocenamiento. Hay que estar claro con el "principio" orwelliano: si el jefe dice que dos y dos son cinco, dos y dos serán cinco.

Por cierto, en esas reuniones el jefe es jefe; si algo se bebe, sea café u otra bebida de infusión, o algo se consume, la desigualdad hace presencia. Hay una tasa especial para él y otras para el resto. Hasta en estos "pequeños detalles" se observa la concepción elitista que encierra el jefe. ¿Habría que pensar por un momento qué diría al respecto el Comandante Supremo, Hugo Chávez Frías?

Por cierto, y con razón, el sociólogo Pierre Bourdieu habla que el campo simbólico también es importante.

El "Gran jefe" nunca anda solo, siempre lo acompaña la cohorte de aduladores, la mayoría, por cierto, porque para eso reciben pagan. Anda con una caravana de carros y motos que el abren el camino y lo custodian de que nadie atente contra él, aunque eso realmente sea un fantasma que lo lleva encima, porque en realidad el pueblo llano, el pueblo de a pie, el pueblo que apoya a la revolución bolivariana, nunca haría tamaño despropósito.

Cuando el "Gran jefe" se traslada lo hace en carros de lujos, de última generación, siempre va en el asiento de atrás, no se confunde con "su" chofer, con quien ni por asomo se le ocurre desayunar, almorzar o cenar en la misma mesa. Pregunto: ¿Por qué, si estamos en época de revolución, no se usan carros chinos, de marca Chery, modelo Arauca, para quienes tiene puestos de jefatura en la administración pública?

El "Gran Jefe" es un centralista maximalista. No le gusta compartir el poder. En todos los cargos coloca a sus incondicionales, quienes le rinden pleitesía y estos, ante cualquier solicitud hecha por algún semejante, que requiere decisión urgente, siempre responden: "hay que hablar con el jefe, quien es el que en definitiva decide". Por eso, los trámites se demoran y las respuestas a las usuarias y los usuarios de los servicios de la organización se demoran y se generan las condiciones para el "bájate de la mula".

El "Gran jefe", cuando se dirige a su oficina y debe hacer uso de un ascensor, lo hace de uso exclusivo para él y sus adláteres. Nada de confundirse con el "vulgo".

El "Gran jefe" usa varios celulares. Cuando se encuentra reunido con el personal bajo su dirección hace uso a diestra y siniestra de las redes sociales, incluso atiende llamadas telefónicas con frecuencia, sin discreción y mucho menos sin pedir disculpar por eso.

El "Gran jefe" con frecuencia utiliza la palabra preferible para responder a las solicitudes de sus subordinados: No.

Para entender estos comportamientos debemos estar conteste en que vivimos la época posdeóntica, es decir, de deberes superados, caracterizada por la preeminencia del individualismo, de los intereses particulares, la codicia persona y el lucro personal. En consecuencia, hace falta —tarea no fácil, por cierto, para la revolución bolivariana —instaurar en la sociedad venezolana los valores de solidaridad humana, de realización colectiva de la individualidad y la satisfacción racional de las necesidades fundamentales de hombres y mujeres

En ese sentido, recordemos al Comandante Fidel Castra Ruz, quien, en la Plaza de la Revolución José Martí, el 1ro. de mayo de 2000, dijo lo siguiente: "Revolución (…) es cambiar todo lo que debe ser cambiado; es igualdad y libertad plenas; es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos; es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos; (…); es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo; (…); es no mentir jamás ni violar principios éticos; es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas".

Como contraste a esas palabras de Fidel Castro, nos preguntamos: ¿Para qué hablar de revolución y socialismo, para qué levantar la bandera de la igualdad y de la redención de la mayoría de un pueblo, si se tiene un enamoramiento por la comodidad, el lujo, la superioridad, la discriminación, el goce personal, la avaricia, el apego por lo material, el egocentrismo y todo un conjunto de gustos que caracterizan el comportamiento del "Gran jefe" de la administración pública venezolana?



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Franklin González

Doctor en Ciencias Sociales, UCV. Sociólogo, Profesor Titular, Ex Director de la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV. Profesor de Postgrado en la UCV, la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela y en el Instituto de Altos Estudios ?Pedro Gual? del Ministerio del Poder Popular para las Relaciones Exteriores. Fue embajador en Polonia, Uruguay y Grecia.

 framongonzalez@gmail.com

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