¿Hasta cuando roban los especuladores?

"El que no cuida lo que tiene, a pedir se queda"

PROVERBIO CRIOLLO

"Dígame usted, camarita, ¿cómo se lucha contra la especulación si la gente no pone de su parte y hace las denuncias pertinentes?" inquirió Anacleto, con cierta sorna en su tono. "Una parte del pueblo se asusta cada vez que el Presidente anuncia un más que necesario aumento del salario mínimo, alegando que eso lo que hace es que los especuladores suban y suban los precios, haciéndoles la vida insoportable. No han entendido que la intención del primer mandatario es ayudar al pueblo a sobrellevar las vicisitudes de una crisis inducida por las guerras económica, alimentaria y sanitaria, de no sé ya de cual generación. A cada aumento salarial le sigue una escalada de los precios, casi siempre injustificada, porque en la mayoría de los casos el porcentaje del aumento salarial no incide en la misma relación del aumento de precios que imponen. A eso le tenemos que agregar que los pueblos fronterizos colombianos viven de la producción venezolana y tienen sus anaqueles plenos de productos venezolanos y con inventarios de hasta ocho meses. El comentario a vox populi es la forma en la que se bachaquean los productos. Todos culpan a la gloriosa Guardia Nacional, que indudablemente tiene gran responsabilidad de lo que sale por nuestras fronteras. Pero generalizar es algo odioso, porque, si bien es cierto que existen manzanas podridas en sus filas, no todos son responsables de tan oprobiosa actividad. Camarita, lo cierto es que existe una red mafiosa bien articulada que se encarga de todo eso, con mayoría de civiles inescrupulosos, que hace que todas las ayudas creadas por Nico se vuelvan sal y agua en un santiamén. Ya el contrabando de gasolina y el narcotráfico no son tan rentables como eso que llamamos ‘bachaqueo’. La guerra es tan inmisericorde que su nueva herramienta para el atraco es la maquinita de los puntos de ventas, esos que los bancos no entregan a los comerciantes sino a sus ‘socios comerciales’ que se encargan de alquilarlos ilegalmente a los pequeños comerciantes, para que estos les paguen un porcentaje de las ventas diarias, lo que los obliga a cargarle ese gasto a los productos. Usted ha visto en los últimos días como el gobernador Prieto, y el alcalde Casanova, ha estado atacando esa forma de desangramiento del pueblo iniciando una campaña contra ese flagelo. Como resultado de esas acciones hay muchas máquinas decomisadas, para los puntos de venta, y varios detenidos aprehendidos en flagrancia. Pero son tantos, que tardarían casi un año en supervisarlos a todos. Es por eso que se ha hecho un llamado a la colectividad, afectada por este flagelo, a que ayude con sus denuncias para poder ganar batalla a batalla esta guerra. En una guerra, el colectivo debe tomar parte, porque el que no cuida lo que tiene, a pedir se queda".

Nadie puede tapar el sol con un dedo. Hasta ahora, la estrategia del imperio y sus lacayos criollos va dirigida contra todos y cada uno de los venezolanos. Su intención es lograr un estallido social que facilite el desplazamiento de Maduro del poder. Ellos pensaban que "maburro", como despectivamente lo llaman, sería hueso fácil de roer y al menospreciarlo se llevaron la sorpresa más grande de su vida. Nicolás ha resultado ser lo que el Gigante Chávez imaginó: un hombre leal de convicciones firmes, luchador incansable, humilde, pero sobre todo, muy inteligente. Ha demostrado, en el ajedrez de la política, jugadas dignas de grandes maestros como Fisher y Karpov. Aun en los momentos más álgidos, no ha perdido la paciencia ni la cordura y ha puesto en jaque a toda la oposición venezolana, sus cipayos y sus aliados internacionales. Es cierto que aún no ha ganado la partida, pero cada día está más cerca del éxito. Su mayor logro ha sido la tranquilidad del país, sin chorimbas ni plastones.

La gente de a pié se queja de lo extremadamente cara que está la vida en el país. Tanto los alimentos como las medicinas, cuando se encuentran, tienen precios que no son accesibles al más común de los mortales. Aun esperan los primeros cincuenta productos a precios justos, prometidos por la Asamblea Nacional Constituyente, pues no los ven por ningún lado. Para mayor de los males, cuando encuentran un producto éste tiene dos precios: uno en efectivo y otro por punto con un 200 y hasta 300% de recargo. El negocio de muchos comerciantes consiste en vender a menor precio en efectivo, para luego salir a negociar el papel moneda a un 300 y hasta 350% de su valor real. Es decir, un arroz que ya caro lo venden por Bs. 375mil, termina produciéndoles aproximadamente Bs. 1.225.000,00. Pero es que además se escudan en los precios del arroz, "y que importado", de mas de un millón setecientos mil bolívares. El que ganaba el salario mínimo de un millón y un cesta-ticket de millón y medio, ¿qué podía comprar con ello? La especulación es un problema de todos.

Pero no sólo son los productos de la cesta básica. También los repuestos y los bienes que se traen al país, muchos con dólares preferenciales, que se venden a precios muy elevados porque "y que los que tienen los verdes" los venden al precio que les da la gana. Y si a eso le sumamos a los prestadores de servicios, vemos cómo toma forma la espiral inflacionaria. Es increíble que las cableras hayan pasado de tres mil a casi trescientos mil en menos de ocho meses, por un servicio deficiente en el que ni atienden los reclamos, pero que si son eficientes a la hora de cobrar. Sus oficinas están casi siempre atestadas de usuarios para presentar sus quejas y pasan meses sin que ni siquiera atiendan éstas, pero sus avisos de cobro son puntuales en llegar. La pregunta de las cien mil lochas es: ¿cómo aguantar y resolver esa situación?

Mientras el ejecutivo trabaja día a día en busca de soluciones permanentes, la alianza cipaya de extranjeros y criollos sigue aplicando su plan: doblegarnos por el estómago y el bolsillo, e insisten, sin tregua alguna, en la matriz maligna de que todo es culpa de la ineficiencia de Nico. A cualquier decisión de proteger el salario de los venezolanos le sigue un aumento despiadado de precios, sin que se vea la acción del gobierno para evitarlo. El reclamo más común es: "aquí falta mano dura para sancionar esta actividad especulativa", pero cuando el gobierno la aplica, los defensores de la derecha salen a gritar que se está atentando contra el libre comercio y en contra del "honesto" empresariado, para armar su show. Bueno, pero si estamos en una dictadura ¿a quién le puede importar eso? Paren la especulación en beneficio de la colectividad, que el pueblo lo agradecerá y verá con alegría los decretos de aumento salarial.

Los hambreadores del pueblo se ríen de las regulaciones porque cambian una palabra en la descripción del producto y eso basta. Ejemplo, el café normal y el "premium" ya no existen. Ahora sólo existe el "gourmet" al precio que les da la gana, como si ya no se hubieran establecido las calidades mínimas y máximas, y las sanciones brillan por su ausencia. Sin embargo, y a pesar de lo que se diga, el Presidente sigue creando, de manera continuada, ayudas, en forma de bonos, para de alguna manera aliviar la carga de los más desposeídos, sigue construyendo y reparando viviendas, y sigue en la búsqueda del mayor bienestar de todos los venezolanos. El que no cuida lo que tiene, a pedir se queda. Es por eso que todos debemos defender los beneficios que hemos obtenido durante todos estos años sin importar los deseos de la oposición, que sólo busca triunfar en su ambición de lograr el poder para su beneficio particular. Pero hagan lo que hagan, con guerra y sin guerra, nuestros verdugos jamás volverán.



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Luis Semprún Jurado

Profesional, productor audiovisual, co-productor y co-moderador del programa radial El Ojo de la Ciudad en Maracaibo, estado Zulia

 luissemp2003@gmail.com      @luissemp

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