En estos días, pasado ya el 20-M, estamos como en un laboratorio epistemológico. Cada quien a su manera y con sus respectivos datos, construye su respectiva teoría. Cada teoría, hace sus esfuerzos para no ver a los lados, porque el propósito (llueve, truene o relampaguee) es construir desde su lado una teoría sobre el 20-M.

Hay la teoría del muerto que el 20-M salió de una intervención y muerto lo pasaron a terapia intensiva. Se mantiene muerto pero con respiración artificial. Es una teoría que epistemológicamente no reclama mucho esfuerzo construirla y sostenerla. Maduro está muerto y punto. En algún lado, esta teoría se encuentra con otra distinta (la de tirar cohete), porque esta otra teoría, tiene dos datos, pero uno dato (el gobierno sacrificado) tiene más peso que el dato de los seis millones de votos.

No hay otro lado para ver las cosas. Como historia, la de este muerto con respiración artificial, si tiene su final. Es el volver de Fukuyama. La historia se va acabando a pedazo. Hay un solo partido stanilista, hay un solo mentiroso y una (única) organización política que utiliza la mentira. Es ver justo a un lado.

La teoría de la victoria pírrica de Néstor Francia la derrumbaron de un solo mandarriazo. El lugar de esta teoría lo ocupa la teoría de "tirar cohete". El dato (siempre hay un dato) que ilumina esta teoría es el de los 6 millones de votos y le del gobierno sacrificado. La premisa básica de esta teoría se reduce a no perder tiempo autoflagelándose, porque "no hay motivos para eso".

En el desmontaje de la teoría de la victoria pírrica, pesa mucho el argumento 7, que es antes del 8 de José Sant Roz. Dice este amigo:

"Cuesta creerlo, sí, es difícil creerlo, que más de seis millones de venezolanos hayan salido a echarle bolas y darle el voto al gobierno que ha recibido más coñazos por parte de ese reducto de miserables del planeta sometidos al chantaje del maldito imperio gringo". Como verán, el desmontaje de esta teoría no incluye el sacrificio a los seis millones de venezolanos que salieron a votar por Maduro. El sacrificio corre por parte del gobierno, único en recibir los coñazos. Cuesta creer, que "el ronroneo de una tripas estragadas" no sean los que efectivamente reciban los verdaderos y auténticos coñazos". Le faltó a San Sant Roz decir, que los ministros son también lo que siente el efecto de estos coñazos que recibe el gobierno.

El sacrificado es el gobierno. No deja de tener razón Sant Roz. No es cualquier cosa, que seis millones de venezolanos hayan madrugado para votar sacrificadamente por el "sacrificado" gobierno. ¿Se sacrificará ahora el gobierno para pagar el sacrificio poco importante que han hecho estos seis millones de venezolanos? ¿No pagara la deuda para priorizar la salud? ¿Las tripas dejarán de estragarse? Un sacrificio del gobierno, cuyos platos rotos lo paga el pueblo, cuesta creerlo. Un pueblo sacrificándose por un gobierno socialista que le ha dejado la gran tajada a los que sacrifican al gobierno. Cuesta creerlo, pero hay que creerlo.

Ya sé, porque es muy difícil ver a un alto o medio funcionario del gobierno en un mercado municipal o en automercado. El sacrificio que hacen, no los deja o no le da tiempo de andar por esos mundos, sacrificándose más de lo que ya se han sacrificado. A los altos y medios funcionarios las tripas deben tronarle sacrificadamente.

Hay una teoría que nadie está dispuesto a meterle el pecho, es la del muerto, que aun estando muerto sufrió un acv y para colmo, se niega a la autopsia para mostrarse cómo ha venido muriéndose. Esta teoría también tiene su dato y con ese dato, logra pasar agachado con su muerto: 75% de abstención. Es la teoría que anda por ahí realenga y asumiendo, que el 75% de abstención es el resultado de la política de uno de los tantos abortos de la coordinadora democrática, que ayer se llamó MUD y hoy Frente Amplio.

El fenómeno de Henry Falcón no cabe ser incorporado en ninguna posible teoría. Se inmoló antes de explicarse y esos votos andan por ahí como fantasma. Está el dato, pero no hay epistemólogo que asuman la responsabilidad (por ahora) de explicar nada.