¿Arrepentimiento?

Un hombre le dice al otro:

¿Qué te pasó, compa? Tanto nadar para morir en la orilla. Tanta hediondez de cárcel, y huelgas de hambre. Tantos libros para no llegar al final. Tantas persecuciones, sobresaltos, subidas y bajadas de empinados cerros para hacer, ahora, precisamente ahora, cuando más te necesita la Patria, esté triste papel de actor de pacotilla. ¿Qué creíste, camarita del alma? Creíste que era fácil, ¿no es así? Pensaste que era algo, así como pelar una mandarina. O sea, como soplar y hacer botellas, pues.

Leímos juntos, cuando pernotamos en una cárcel por más de cinco años, lejos, muy lejos de la civilización, a Lenin, a Mao, a Fidel, al Che, y a cuanto libro importaba la editorial Magrija, para fortalecer nuestras incipientes ínfulas de querer graduarnos en la universidad de la calle, como revolucionarios, inspirados en la aplastante victoria de los barbudos de Fidel, contra el ejército corrupto del dictador Batista. Eso pasó, pana. Nos quemamos las pestañas entre las hojas de "Así se templó el acero", "La madre", "Espartaco", "Manual del marxismo-leninismo", "Reportaje al pie del patíbulo", "Viñas de ira",

"Los miserables", "Los pobres de la tierra", entre centenares de libros y folletos, que, como locos, devorábamos, como si el mundo se nos fuera acabar, y no fuésemos a salir de aquella lejana y hedionda cárcel, para al final hacer este triste papel… No lo puedo creer. Me niego a creerlo.

Todo ese esfuerzo para instalar en nuestras mentes una tonelada de conciencia y de fe sobre nuestros deberes revolucionarios, ¿se perdió? Ahora tú estás al punto de echar todo ese andamiaje de conciencia por la borda. ¿Por qué? Porque no aguantas más esta vaina. Porque no aguantas el hambre. Porque pestañea tu luz. Porque no te gusta el swing de Maduro, o los mazazos de Diosdado. Te olvidas, así tan facilito, de Hugo Chávez, el padre de esta vaina, O sea, la revolución. Chucuta todavía, pero lo único que tenemos. ¿Sabes qué?, caíste en la trampa de los anti patrias. La propaganda del imperio y sus lacayos te penetraron el cerebro y te han hecho titubear. Está bien: le hechas la culpa a Maduro. Todo este mierdero es culpa de Nicolás Maduro, según tu óptica ablandada, como una gelatina. Te pregunto, amigo: ¿Qué vamos a hacer, mañana, cuando eliminen, políticamente a Maduro; cuando tomen por asalto a este país se roben y echen a rodar el legado del Comandante… Ah, dime tú… ¿Qué c… vamos a hacer?

Te diré que vamos hacer si nos agrede el imperio, o si, internamente, tienen las bolas de intentar un golpe militar. Vamos a pelear, sabes… Como lo hicimos en el Porteñazo… ¿Te acuerdas de la esquina de la Alcantarilla, que se tragó de un sólo jalón un montón de soldados muertos? Claro que te acuerdas. Pues, ahora, o mañana, nos batiremos con los enemigos de la Patria rodilla en tierra. Demostraremos de que estamos hechos los revolucionaros de Hugo Chávez. ¡No te arrepientas! O te llevará la sayona… ¡No pasarán!

Puerto Ordaz, 3 de abril de 2018



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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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