20-M: Elecciones y Lecciones

Hay momentos de la historia y de la vida, donde la duda es una derrota anticipada sin que por ello pierda la condición de "motor del pensamiento", como también lo es el asombro. Se avanza o se retrocede, pero no se puede ni se debe permanecer dudando, en espera de que llueva hacia arriba o bajen del cielo, los ángeles iluminados, porque tarde o temprano la misma historia o la vida, pasa factura.

Aun cuando, "aprender a dudar es aprender a pensar" como diría Octavio Paz., ciertas circunstancias obligan a tomar decisiones riesgosas, temerarias pero imprescindibles para que la rueda civilizatoria marche hacia la re-formación del Ser Humano, del Hombre Nuevo. Es cuestión de ubicarse en tiempo y espacio. Detectar cuándo hay que tomar decisiones tácticas y estratégicas, asumiendo total responsabilidad sobre las consecuencias, incluyendo en ellas, hasta la propia existencia física y moral.

Esta crisis estructural de la sociedad venezolana, trasciende la escasez de alimentos básicos. Es mucho más destructora que el "bachaqueo" miserable, vil como el contrabando desmedido hacia los países vecinos, insolente como el bloqueo económico del imperio norteamericano y sus secuaces europeos. La persecución mediática alcanza niveles infames, construyendo mentiras tras mentiras, difundiendo medias verdades e incitando acciones violentas. El aparato burocrático del Estado se mueve a la velocidad de una tortuga y, al igual que las hienas, actúa en grupo cuando planifica y ejecuta robos al erario público.

Estamos, como país, en el tránsito hacia un futuro impredecible, aunque todo lo que está por suceder sobre la tierra, sucederá de alguna u otra forma. Por todos lados recibimos puñales envenenados, aunque los que más duelan provienen de quienes nacidos en esta hermosa patria, piden a gritos la presencia militar extranjera, demostrando cínicamente que no tienen patria sino intereses económicos y ansias de poder, develando en el acto su miseria humana.

América Latina es un hervidero de pobreza creciente y dolorosa, con dependencia económica aparentemente perpetua, lacayismo político con diferentes colores y un pueblo caracterizado por una rebeldía ancestral, policromía cultural y modernidad enajenante. Somos el epicentro de nuestro destino y copia al carbón de sociedades desiguales, excluyentes y neocoloniales, repletas de contradicciones.

Dieciocho años han pasado sufriendo los dolores de parto entre una propuesta revolucionaria propia que no termina de nacer y, unas relaciones de producción al servicio del Capital que no termina de morir. El discurso puntofijista implosionó pero no desapareció porque la demagogia, el oportunismo, la prepotencia, la mediocridad funcional y el aparato partidista, promotor de clientelismo, están relumbrantes como el sol del mediodía.

Estamos enjaulados en una selva de contrariedades, por un lado, empujando hacia un futuro diferente, justo y humanizante, con toneladas de dificultades durante las 24 horas y, por el otro, una Constitución y leyes a tono con las esperanzas ofrecidas, sin embargo, no alcanzamos todavía la mínima dimensión de lo que merecemos como nación-pueblo.

Al mirar con la amplitud del telescopio y analizar con libertad de conciencia, logramos detectar en lontananza al enemigo Número 1 (el imperio yanqui) soltando fuego como sanciones, porque ahora no pueden hacer lo que impunemente imponían antes del 06-12-1998. No sólo son violadores internacionales del principio básico que exige respeto a los Derechos Humanos sino que, además, interiormente están podridos de: droga, racismo, violencia, xenofobia, corrupción corporativa y una acumulación del 40% de la deuda ambiental del mundo, entre otros peligros "domésticos", en expansión.

Esta realidad, múltiple y peligrosa, está llena de lecciones que van desde cómo el viejo esquema político deshonesto logró, hábilmente, infiltrarse en este "nuevo" escenario hasta alcanzar cierta estabilidad para ir desollando, minuciosamente, el espíritu de esperanza de las mayorías. Se han robado miles de millones de dólares a plena luz, mientras vestían de rojo y coreaban al lado del comandante Chávez y del presidente Maduro, el himno nacional.

Hemos visto el salto de talanquera de quienes hablaban de revolución pero no aguantaron una Tarjeta Dorada, dos Secretarias, un cargo de Director, Embajador, Ministro o General en Jefe más sobornos en dólares. Tal como se separa el perfume del excremento, estos farsantes se irán convirtiendo en el ejemplo inmoral en un proceso político, extraordinariamente venezolano, en dichos y hechos.

Es infantil creer que la sola presencia carismática o no, de un hombre o una mujer, de un grupo de hombres y mujeres, en Miraflores, pueda transformar la sociedad con la facilidad como se voltea una tortilla en la sartén. Porque cuesta admitir que el camino escogido, utilizando las mismas herramientas de los verdugos (el voto y la conciliación de clases) sea suficiente para garantizar la distribución de alimentos básicos, la producción constante de nuevos insumos, la exportación de productos no petroleros, medios de comunicación abiertos y formadores de una conciencia transformadora, en fin, sostener la soberanía nacional e identidad cultural como valores, innegociables y liberadores.

El 20-M es otro desafío político, otra lección en marcha para todos los bandos y una encrucijada para los que andan entre la penuria recurrente, el desempleo exasperante y la acción individual para sostenerse como clase y ser humano. Tomar atajos no siempre resulta conveniente, por el contrario, genera situaciones de mayor riesgo e irreversibles daños. Otra lección – imposible desconocer- es cuando encontramos de este lado del pensamiento, presuntos "Revolucionarios", "Chavistas", "Comprometidos", cuestionando de manera visceral y presuntuosa, con un discurso político no ideológico, a los que hoy ejercen el gobierno

Cierto es que las diferencias son inevitables pero no pueden sustentarse interpretando escenarios transitorios, tácticos, sin darse cuenta que más arriba está un Águila Imperial, sobrevolando el cielo venezolano, midiendo las distancia desde las bases militares instaladas en países vecinos y los objetivos físicos y humanos para amenazar, atacar de sorpresa y llenarnos de plomo, muerte y sumisión.

El enemigo ideológico, doctrinario, moral y ético es experto en hacer trampas sobre un tablero de ajedrez. Es capaz de jurar honestidad ante la Biblia, el Corán, la abuela y sus medios de información, pero en la penumbra despliega el golpe de estado, practica el espionaje telefónico, firma alianzas con mercenarios, ejecuta hostigamiento mediático y planifica asesinatos selectivos, financia los traidores.

Una revolución es un compromiso muy serio para dejarla a merced de los acontecimientos y no de las circunstancias o en manos de cuidadores de cargos y privilegios. Nadie sabe cuánto tiempo pasará para llegar a tener la mínima sociedad organizada, de acuerdo a lo establecido por la Constitución y el pensamiento revolucionario que la inspiró. Mientras tanto, hay que sostener la bandera de la Revolución Bolivariana, con la misma convicción como lo hace el soldado en el fragor de la batalla.

Hay militancias que no caben en un partido político. Sobran dirigentes despojados de mezquindades. Demostrar con los hechos convence más que un millón de palabras, expresadas con flores y chequeras. Hacer grande lo pequeño, es otra manera de dimensionar un sueño. Si el barco está en peligro de naufragar, entonces, juntemos fuerzas creativas, compartamos el conocimiento y hagamos uso de la humildad para aceptar las diferencias.

Dar por igual más palos a la piñata es lo que desea el enemigo, porque él está listo para llevarse, a cualquier precio y costo humano, lo que tiene la piñata por dentro: Petróleo.



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Elmer Niño


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