Transporte sin repuestos, pueblo sin repuestas

La crisis inflacionaria en nuestra amada Venezuela se marca en diversos aspectos de la cotidianidad social y particularmente en lo que llamamos "guerra de pueblo comiendo pueblo" y se direcciona con mayor fuerza en el transporte privado de concesión pública. Existe un argumento reiterado en los transportistas como excusa del problema actual que los anarquiza en la rutina de esta guerra de precios altos de cauchos, baterías y repuestos en general, eso lo reconoce el pueblo pasajero de este transporte, pero, es curioso lo que observamos también en esta rutina que, con voces calladas, reclamamos sin respuestas. Dentro del gremio de transportistas existe un gran porcentaje que trabaja con el esfuerzo al máximo para sostenerse y palear la crisis, pero no se puede negar que también existe otro grupo grande que atenta contra la paz y la tranquilidad ciudadana cuando arremeten en abusos con el precio del pasaje, el trato al pasajero y descaro anárquico sin control en la forma de trabajo.

Puedo describir una larga lista de realidades que vivo, escucho y observo a diario mientras utilizo este sistema de transporte y por más que me lo refuten, no pueden rebatirlo. Ante tanta queja del transportista para justificar los continuos aumentos del pasaje me pregunto: ¿cuánto pagan por el combustible diario? y si el pasaje del transporte es insostenible, ¿por qué hay tantos dueños de unidades que contratan un chofer (avance) y éste a su vez a un colector (cobrador-anuncia paradas)? ¿cómo es que en esta crisis tan difícil uno nota que la mayoría almuerzan y desayunan en la calle, compran refrescos, cigarros y loterías a diario?, situación ésta que no la hace ningún trabador de jornada diaria que seguro a duras penas logran llevar su comida de la casa al trabajo y viceversa.

La anarquía brutal en el aumento indiscriminado del pasaje se afinca en el estudiantado, discapacitado o personas de la tercera edad, a los cuales se les maltrata y humilla, sobre todo en las zonas populares del país. La queja de muchos de estos llamados transportistas se enfatiza particularmente en los camioneteros (aunque el transporte tiene variantes y diferentes comportamientos según el tipo de medio). Es bueno destacar que el deterioro de una gran parte de este parque automotor es de vieja data por el descuido en el mantenimiento que ha llevado a muchos hasta chatarras pues nadie puede negar que hasta hace pocos años la gran inversión que algunos le hacían a sus vehículos se orientaba en grandes sonidos de música tipo discoteca, dejando un máximo de descuido en otros aspectos hoy día insostenibles para recuperar. Lo insólito es que en Venezuela cuando un chofer obligatoriamente para su unidad por falta de repuesto, por más chatarra que se vuelva el vehículo, igual se apreciará su valor día a día (ni en este caso pierden).

Creo que es hora de tomar cartas en el asunto y hacer un estudio bien serio respecto al transporte público, antes que esa olla de presión estalle de tanta rabia aguantada y atragantada por el pueblo. El estado debería promover los buses de circunvalación con un pasaje único como en los años 70 y 80. Un bus equivale a dos camionetas. Eso ahorraría combustible al país. También hay que atacar el descaro de la piratería que fomentan líneas formales con el acortamiento de rutas o desvío cómplice hacia zonas para las cuales no están autorizadas. Debería implementarse una ley que le exija al transportista un mínimo grado de instrucción para poseer licencia de conductor de ese grado de responsabilidad con la nivelación obligatoria de un curso de trato al púbico (como el caso del transportista del metrobús. Mientras muchos transportistas van de viajecito a la playa o de caravanas políticas como rebusque y se lucran adicionalmente en esta coyuntura de carencia de efectivo el cual negocian con billetes obtenidos en el transporte y venden de un 20% a un 50% de ganancia y dicen sentirse sin repuestos; nosotros el pueblo de a pie, que viajamos abarrotados hasta en las puertas de las unidades o en un colmo retrógrado como ganados en camiones de barandas, nos sentimos pueblo sin respuestas atados de manos, maltratados y muchas veces hasta por la falta de efectivo con los zapatos rotos caminando como Lola…



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Larry Márquez Peralta


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