“Ser revolucionario es hacer la revolución”

Consideraciones sobre la conducta revolucionaria

Observando la conducta de algunos y algunas, no solamente de la nueva oleada de  “revolucionarios y revolucionarias” , sino de otros sujetos no muy nuevos en la lucha política; muchos de ellos y ellas en altas o medianas responsabilidad de gobierno; conducta reñida abiertamente con los principios de un revolucionario.

No es que la revolución sea así, ni tampoco echemos manos de argumentos como problemas propios de la transición; tampoco nos hagamos eco de los análisis en los señalamientos de que el gobierno y el proyecto revolucionario han fracasado. Mucho cuidado con esto. El problema es mas complejo y el reto mayor para los revolucionarios y revolucionarias. Por ello siempre hemos insistido en la cruzada y la tarea ideológica diaria que tiene que acompañar a esta revolución, para que el pueblo pueda visualizar, entender y defender los tiempos y vaivenes del proceso. Implica entonces, para los revolucionarios proveer los mecanismos educativos formativos e informativos que permitan ver los logros, aciertos, errores y problemas intrínsecos a la misma revolución y a su dirigencia.

Los procesos entran en conflictos consigo mismo y exigen rectificación y profundización,, cuando se producen estas situaciones por demás delicadas ( no he dicho peligrosas). Por una parte la inconformidad de las masas ante la insatisfacción de sus necesidades o expectativas, lo que debe conducir a una evaluación de las acciones, planes y programas que se hayan implementado para la superación de los problemas.

Por otra parte son las constantes practicas burocráticas, la arrogancia, el personalismo y las actitudes disonantes con este proyecto de quienes ejecutan responsabilidades de dirección en estructuras de partido, movimientos o instituciones, esto debería conllevar a que los sujetos, políticamente hablando, se miren para adentro; porque a decir de Ali Primera “ el pueblo es sabio y paciente” y el mismo(ese pueblo)en su proceso de maduración político e ideológico como sujeto constructor y pensante, va generando las condiciones de rectificación y profundización. Ello ocurre independientemente de la voluntad de dirigente alguno. La sabiduría popular en la mayoría de las veces, nos indica como aspira que sea su futuro y se esfuerza en este presente para que ello se concrete.

Por todo esto que hemos venido reflexionando y siendo consecuente con la propuesta de profundizar en el debate ideológico, desarrollado en otros escritos, necesario es entonces, ahora mas que nunca, aferrarse a los principios y valores revolucionarios. En esta historia reciente algunos y algunas ( por suerte unos pocos y pocas) no han escapado a la tentación e influencias que ejerce el dinero y el poder como maquina demoledora de la lógica capitalista, en la nueva vida que adquirieron; la arrogancia y la pedantería afloran hoy donde antes se exhibían dotes de humildad. Tener presente a Frei Betto en una conversación imaginaria con el Che, señalaba,” Bendice también a los que se cansaron, se aburguesaron o hicieron de la lucha una profesión en beneficio propio”.

Por eso insistimos, los revolucionarios debemos estar regidos por muchos principios; los básicos: la humildad para combatir la soberbia, el egoísmo, la vanidad, la arrogancia y la injusticia, la solidaridad para luchar en contra de la cultura individualista que la gran mayoría de las veces nos convierte en traidores y traidoras para coronar posiciones que satisfagan nuestro intereses, fidelidad a nuestro pueblo (única razón de nuestra existencia) y a nuestro ideal revolucionario, para mantener la moral y valorar nuestro proceder cotidiano, capacidad de desprendimiento y sacrificio para que podamos decir la revolución brillará y vivirá tan intensamente en la medida en que nuestros aportes sean tan intensos como nuestra entrega; una entrega que sea palpable y visible en nuestro estilo de vida cotidiano.

Un revolucionario o quien presuma de ello, tiene que tener presente estas mínimas exigencias, de no ser así, aunque se vista de seda - digo- aunque se ponga franela y boina roja y grite bien fuerte ¡viva Chávez!, no podrá ser sujeto conductor de una revolución.

Bueno finalmente expreso que estos principios no los he inventado yo, ya muchos lo practicaron y murieron por ellos, hoy muchos también los mantienen y levantan como único privilegio; solo lo que hacemos es recordarlos para que no sea olvidados por algunos y para que sea guía y camino para otros



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Bartolo Hernández


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