Nicmer Evans quiere ser alcalde sabiendo de los "mega fraudes"

¡Vaya frescor de entrega política de un politólogo! ¿Quién lo iba a creer de un chavista socialista revolucionario que nunca lo fue? Es posible que lo haya pensado, pero sólo eso le pasó como una pesadilla que la debe cargar en su conciencia como un gran peso que lo mantiene metido entre quehaceres políticos bien alejados de Maduro y del horror a su gobierno, que le maltratan las muelas del juicio que para él son las cordales como coordinadas intactas de su pensamiento burócrata y, a gobierno que no deja de apartarse con gualdrapas de rencor cuando se alejó con las manos vacías después de soñar que sería un líder más victorioso en lucidez que el propio Chávez, al que a veces recuerda cuando quiere castigar con su atrincada verborrea de la que es capaz contra de sus enemigos políticos que ve de reojo.

A Nicmer Evans no le habrá sido nada fácil meterse en la nómina de aspirantes a alcaldes con la sola aspiración de concursar, eso sería insólito a su majestad de pensar. Siendo más bien un apostador a ganador de los que no desmayan si fracasan y como un baluarte de la burguesía se acomoda a que lo tomen en cuenta como un porfiado de la escena por estrenarse: qué quién quita que ahora sí se acomoden las cargas del CNE y con un pase de banderillas al otro lado salgo premiado que en vez de cantar fraude: cante victoria como el que ha llegado a puerto seguro y cuando la victoria llega no hay fraude que valga si se es de la oposición, porque lo demás son cuentos que unos se tragan y otros no y, él no está jugando al escondite ni al gato y al ratón. Está jugando a conseguir un cargo dentro de la administración pública que lo ponga a valer constante y sonante sin ser corrupto ni nada que se le parezca, porque hombre de ideas juega con las ideas y, cada idea que Evans suelta tiene peso común como voluntad de aceptar que el que mucho abarca poco aprieta como tantos políticos que hay en PJ y VP y, sin embargo no disimulan su mala suerte o, su mal comportamiento, pero él Evans, como politólogo no es un soplo de brisa ingrata que, como un gendarme de postín de las causas justas buscará su reacomodo en las próximas elecciones regionales y, así debe comenzar a escalar posiciones dentro de la escala del poder del Estado por elecciones.

Pensarlo y creerlo a la vez es difícil y, más tratándose de un político sobresaturado de inquietudes que no vende tan fácilmente su alma al Diablo, ni usa armas de doble filo, ni mete puñales de necedades por la espalda que más bien castiga de llegar el caso a un ocaso que lo abrume de inquietudes que lo haga feliz de decir lo que siente. Aunque le sienta mal que cuando sale de la trinchera de su pequeñez se hace un gigante capaz de pelear con molinos de vientos no importa que sea de noche que, para él comenzar a envolverse de grandeza ha sido una rutina de ascensos que como el que más puede ha podido acumular tecnicismos que le dan fama de hombre culto. Cautivador espontáneo capaz de adormecer las terquedades de otros que no sienten ni frío ni calor y se enjuagan a diario la boca con mentiras, mentiras entrecortadas que enredan el presente más que el futuro y, en ese captar de emociones, Evans, sobresale para acceder como el líder que es que se pierde de vista en el forcejeo de su personalidad que lo va a personificar en la lucha política sonreído de seguidores sin vencidos ni vencedores que jamás, ni puede ser mejor que la prole madurista trepe más alto que él que, desde ya el régimen va a tener que tomarlo en cuenta que, en el pasado cercano con un adiós de amigos no se dejó cubrir de desatinos por la Marea Socialista que le sirvió para abrir otros horizontes que lo lleven a la cima de sus pretenciones engreídas.

Sólo los espíritus batalladores acumulan fama y Evans todavía calza los zapatos de su niñez que, le recuerdan que va hacia adelante y, son tantos los yacimientos de politología por explotar que duerme entre remordimientos en aparente calma de que si no es hoy será mañana como líder politizado que no vive del lucro, mucho menos de coger lo que no ha percibido a ser su entrega por enderezar los destinos del país a su debido tiempo que cuando se es joven, la lucha sigue y él es un defensor incansable que vio detalles de credibilidad sin competencia en la fiscal LOD y, a su debido tiempo tuvo tiempo de evaluarla, para no perderla de vista, así como ahora ve con mejor cursor la optimización del CNE que eso de mega fraudes fue la continuación de una novela sin capítulos de los que escribe la oposición venezolana cuando pierde y, él mejor que nadie sabe que la violencia que sacudió a Venezuela en meses pasados fue porque Maduro no entregó el poder solicitado como un craso error de su parte que todo gobernante tiene que atender, para que el juego democrático no se tranque y fluya por la injerencia de otros países que no nos perdonan ser bolivarianos y luchadores por las causas justas que muchos -pero no él- no entienden.

Nicmer Evans, por las buenas o por las malas, debe ser el primer alcalde que le dé luces de moralidad a una alcaldía del este de Caracas, antes que sea demasiado tarde a su entender de politólogo altruista.


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Esteban Rojas


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