Guarimba y constituyente en Venezuela: imaginarios de la violencia y la paz

"Odiseo. –Primeramente vean tus ojos la herida que en el Parnaso me hizo un jabalí con su blanco diente, cuando tú y mi madre me enviasteis a Autólico…" (Rapsodia XXIII de Homero, en Odisea, Aguilar, S.A de ediciones Madrid. 1950. P. 533)

Esta crónica evanescente quiere ser una aproximación introspectiva-vivencial y deslastrada de cualquier pretensión de neutralidad valorativa, propia de la tradición heredada del positivismo lógico, sobre los recientes eventos políticos que de abril a julio sacudió a la sociedad venezolana, hasta lo que hemos llamado en otro suelto periodístico "Bálsamo constituyente" del 30 de julio del corriente. Cuando del imaginario político revulsivo se pasó a la práctica de la democracia participativa y protagónica e hizo calmar la agitación de los espíritus por una representación del sufragio como medio civilizado de dirimir controversias hasta ayer sulfurosas.

Pues hasta ese momento distinguidas señoras del vecindario apoyaban a sus jóvenes "libertadores" que, con escudos, al modo de los caballeros medievales se enfrentaban en desigual batalla contra las huestes del mal (gobierno). Y no faltó algún obispo, guiado seguramente por su imaginación dominada por las representaciones del llamado Régimen de Cristiandad, aprendida malamente en libros de seminarios tridentinos, bendijera con abluciones de agua bendita a los tales gladiadores de la fe e investidos del Dios de los Ejércitos, en el trance de una procesión con la imagen votiva de la santísima virgen.

Sin embargo, lo que para algunos en su, sin duda febril imaginación, representó una temeraria y por tanto, heroica "resistencia" a la "dictadura" ejercida por la presidencia (2014 al presente) del señor Nicolás Maduro (Caracas, 1962); continuidad de la revolución bolivariana, iniciada en 1998 a través de la vía electoral por el fallecido presidente Hugo Chávez (Sabaneta de Barinas, 1956-Caracas, 2013). Para otros no fue sino una equívoca estrategia, porque la "contención" ejercida por la Guardia Nacional Bolivariana y el respaldo de todo el Mando Militar a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999) y su presidente legítimo, ha constituido todo una barahúnda de eventos que nos hicieron padecer dolorosas heridas, físicas y psicológicas de las que aún no nos reponemos del todo.

El colmillo siniestro de la violencia política en Venezuela nos causó heridas graves. ¡Y bien grave! Más de un centenar de personas fallecidas hubo por la activación de la vía llamada "desobediencia civil", ideada por la mayoría de los "dirigentes" de la oposición que, como una trabilla de lobos negros, amarillos, blancos o de cualquier otro color, llamaron a la acción con su consigna de "Calle y más calle" pero nunca encabezaban la refriega. Sino que, oblicuos y esquinados, los leadership de la anti política en Venezuela, llamados "La Generación de 2007" o "Generación RCTV", se supieron guarecer.

Primero con máscaras antigás Made in USA y luego en lugares seguros, los muy pillos. Lazarillos, en realidad, de la ya vetusta generación de 1958, o del "Pacto de Punto Fijo", que en realidad fue el "Pacto de Nueva York", según otros memorialistas. Claro, aunque algunos medios de comunicación del Estado (Venezolana de televisión, VTV) mostraron que algunos de esos tales leadership fingieron haber sido heridos por los cartuchos de bombas lacrimógenas en el cuero cabelludo, caso de un diputado a la Asamblea Nacional apellidado Olivarez, cuando fue notorio que no padecía nada. Además, al poco se le vio tan sano como cualquier saurio que después de soltar su cola le vuelve a crecer campante, autopoiético y todo el hombre, para citar así, de memoria, a Humberto Maturana y Edgar Morin en sus bucles recursivos. ¡Qué gente tan ungida! O como cantaba también Emilita Dago: "¡Qué gente averiguá y nunca te hadado na’…!"

Y a propósito de canciones (y es que, con perdón nos hemos "vaipasiado" la académica aquí, ¡hombre!; academias de las nos debería librar Dios, a tenor del sintagma del poeta Rubén Darío, modernista universal), pregunta un cronista urbano guatemalteco acerca de por qué las ideología dividen al hombre, que no son sino aquello que solo existe en la mente e iluminan o oscurecen los caminos de las prácticas sociales y las formas de gobernanza; esto último que el gran medievalista que fuera el historiador francés Marc Bloch en libro de igual nombre y nuevamente citado de memoria, diera en llamar "El gobierno de los hombres". Cuestión sobre lo que de continuo se discute y tienen lugar confrontaciones sin cuento o guerras de cien años, según da cuenta Gabriel García Márquez, por lo que esto de los imaginarios y representaciones no son cáscaras de nuez. Sino cosas en sí de las que habría que ir a fondo, porque en ello se nos va la vida.

En fin, que después de padecer esa etapas de incertidumbre en Venezuela, el proceso nacional constituyente actual, así como las elecciones a gobernadores en puertas (octubre, 15, 2017) y las presidenciales (para diciembre de 2018), deben lograr canalizar la ansiedad general, la "Violencia y el instinto de lucha", como dijera en su época en libro suyo el maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa (La Asunción, estado Nueva Esparta, Venezuela, 1903-Caracas, 1993); dado que en Venezuela los imaginarios y representaciones de lo político y la política pueden generar situaciones traumáticas, pues, contrario al lugar común y como demostraron los investigadores Orlando Araujo (Calderas, Barinas, Venezuela, 1928 –Caracas, 1987) y Antonio Arraiz (Barquisimeto, estado Lara, Venezuela, 1903-Wesport, Estados Unidos, 1962) es siglo XIX venezolano fue particularmente violento; sólo el siglo XX y superada la tiranía gomecista, de acuerdo con el historiador Manuel Caballero (Barquisimeto, 1931-Caracas, 2010) fue un siglo de paz, cuando la palabra como ejercicio de la política vino a sustituir el tronar de los cañones por las papeletas del sufragio universal y secreto, aun para las mujeres y los analfabetas.



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Luis B. Saavedra M.

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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