Aprendimos a leer y escribir pero no somos una sociedad lectora

Hay un gentío que se sumerge en las líneas escritas sobre el hipismo, beisbol, loterías, chismes de farándula y novelas rosas, pero hasta ahí.

Si algunos ciudadanos no lo saben, porque nunca lo aprendieron o lo ignoraron a adrede, es necesario que se conozca el artículo 127, Capítulo IX, de los Derechos Ambientales, que nos recuerda que "Es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el ambiente en beneficio de si misma y del mundo futuro".

Por supuesto que muchos lo ignoran, porque si bien la ciudadanía del país aprendió a leer y escribir, no cabe duda de que no tenemos una sociedad lectora, pese a las reiteradas recomendaciones de Hugo Chávez en ese sentido y una especie de alharaca que algunos han armado sobre aquello de que somos un país de lectores. Pienso que los lectores, que si los hay, están más vinculados hacia el estudiantado universitario, porque la comunidad de la calle, esa que hace cola, que monta en camionetas, metrobus y autobuses, que anda a pie por nuestras maltrechas aceras, esa comunidad de personas no lee, salvo las líneas que hablan de los caballos, la lotería, el beisbol, el baloncesto, los chismes y las novelas rosas.

¡Hasta allí!

El Estado junto al colectivo de la sociedad tienen la obligación de garantizar que todos nos desenvolvamos en un "...ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas sean especialmente protegidas de conformidad con la Ley".

Pero nada de lo anteriormente citado ocurre, por la sencilla razón de que las personas no han logrado concienciar el problema, pues no leen y entonces, son esas personas quienes lanzan cualquier cantidad de desechos a las calles; las hemos visto cuando ingieren líquidos en las calles y lanzan los vasos o las latas al suelo sin el menor remordimiento aunque les dirijas una mirada crítica. Tan así es que las playas del litoral central, pese a los esfuerzos que hagan sus autoridades, están llenas de cientos de bolsas y vasos plásticos, amén de las botellas.

E independientemente de que eso sea así, el otro elemento que chisporrotea (¡como decía el Chavo del 8!) nuestra realidad actual, es que el Estado no recoge los desechos sólidos y por eso pasan días y días sin recogerlos y pese a que se hayan anunciado con bombos y platillos la adquisición de equipos para esas tareas. Por eso nada extraña encontrar en cada esquina -por lo menos en La Pastora- un montón de basura.

Por eso es bueno que también que se diga, que todos los ciudadanos no participan solidariamente en la vida civil y comunitaria del país y se han estado inclinando cada día más por participar en la vida política, por lo que es altamente vital indicar que la participación ciudadana ha de ser de modo integral.



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Pedro Estacio


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