Mi candidatura a la Constituyente

"Cada día deben ser gobiernos populares los que deben consolidarse en Venezuela (…) Les pido, como pediría por mi vida, que avancemos en la profundización de la democracia revolucionaria y de los autogobiernos populares, ¡debe ser el pueblo quien gobierne!"

Hugo Chávez, 20 de mayo de 2006.

Soy candidato a la Asamblea Nacional Constituyente por el sector de pensionadxs, en la Región Capital (Distrito Capital, Miranda y Vargas) y mi candidatura está identificada con el número 6 en la pantalla de la máquina de votación.

Me considero un candidato natural, ya que planteé hace más de un año la posibilidad de una Asamblea Nacional Constituyente, seguí hablando más tarde de lo mismo y el 24 de abril de este año, una semana antes de que el presidente Maduro hiciera la convocatoria, hice circular vía Internet un artículo titulado "Hacia la nueva Asamblea Nacional Constituyente" en el que proponía formalmente esta idea como la única nueva oferta política posible del chavismo para la actual coyuntura. En ese mismo texto esbocé por primera vez mis propuestas para una Constituyente.

En ese artículo presenté mis razones para una propuesta tal. Lo que pensaba entonces no ha cambiado ni un ápice, así que básicamente voy a recordar aquellas palabras.

El proceso de la Revolución Bolivariana, que ha tenido sin duda avances, se encontraba estancado antes de esta convocatoria. El pueblo venezolano lo sabe, por eso ha venido planteando con urgencia, con convicción, con sabiduría la necesidad de nuevos cambios. Cambios que la mayoría de los venezolanos siguen concibiendo como necesarios, pero dentro del Proceso Constituyente, del proceso revolucionario que inauguró Hugo Chávez. No son los cambios que está proponiendo la derecha neoliberal y pro imperialista los que quiere nuestro pueblo. Son cambios dentro de la Revolución, y sobre todo cambios para hacer avanzar la Revolución. Es un reclamo de cambios profundos, estructurales, que regeneren la confianza, la esperanza y los sueños que parecían difuminarse en el tiempo implacable.

Para tales cambios hay un solo camino y es el que implica más democracia, más participación y protagonismo popular, y por lo tanto más revolución. Y tal camino solo se puede construir con una transformación radical y profunda de las estructuras que están frenando el desarrollo del movimiento revolucionario en Venezuela, de la Revolución Bolivariana.

Los revolucionarios venezolanos debemos asumir sin temores, con coraje las tareas que se nos están planteando. Debemos asumir los riesgos que esas tareas conllevan y abandonar toda posición conservadora, toda posición conformista, porque si bien tenemos grandes logros, es mucho más los que nos falta por hacer y sobre todo en el sentido de la transformación política profunda de la sociedad, y en el sentido de las transformaciones estructurales profundas que esa sociedad está reclamando. Aquí debo recordar una vez más al Gigante:

Invito a todos a que caminemos, sin temores de ningún tipo y sin pausa alguna, hacia la consolidación de las estructuras del nuevo Estado social, de derecho y de justicia; avanzando en la conformación del socialismo del siglo XXI en Venezuela.

Hugo Chávez, 20 de mayo de 2006

No hay ninguna duda de que la Revolución Bolivariana le ha dado y le sigue dando al pueblo poder, pero desde el punto de vista de las necesidades de ese pueblo y de lo que podemos llamar el "poder real", el pueblo ha comenzado a sentirse frustrado, porque el poder muy limitado que ha alcanzado con la Revolución Bolivariana no se ha seguido desarrollando al ritmo que exigió Chávez cuando pronunció una frase que jamás podemos olvidar: "¡Comuna o nada!". Hay la sensación en las bases populares, incluidas las bases del chavismo, de que en este momento se está más cerca la Nada que de la Comuna.

Al no tener el pueblo poder suficiente para ejercer el control sobre los distintos procesos y gestiones de gobierno, ello da cabida a que persistan altos niveles de ineficiencia, bolsones de corrupción, burocratismo y verticalismo en la toma de decisiones, concepción del trabajo -inclusive dentro del Estado mismo- como instrumentalización, como una forma de subsistencia y no como una herramienta de realización social

Son las actuales estructuras del Estado que imperan en Venezuela lo que está trabando el desarrollo del Poder Popular. Este desarrollo solo puede avanzar de abajo hacia arriba, solo puede ser obra del pueblo mismo. No es el Estado el llamado a realizar el Poder Popular. Claro está, el Estado podría ayudar, pero solo si la dirigencia revolucionaria y en general toda la vanguardia de la Revolución comprende aquellas realidades que estamos señalando.

La revolución venezolana tiene, pues, la gran oportunidad no solo de salvar los enormes obstáculos que hay en su camino, sino además de ser ejemplo, una vez más, para el movimiento revolucionario continental en cuanto a los avances que en esta etapa se hacen imprescindibles, avances hacia la conformación de una estructura del Estado que dé no solo participación, sino sobre todo protagonismo real al Poder Constituyente, al Poder Popular.

Llevaré a la Constituyente dos tipos de propuestas. Las propuestas políticas, en el sentido que he venido señalando, y las propuestas específicas para el sector que represento. Para esto último he creado el correo pensiónpropon6@gmail.com, al cual me han llegado ya algunos planteamientos de pensionadxs venezolanxs. Además, me complace informar que en las varias reuniones que hemos tenido los candidatos del sector, se puede decir que hay consenso en torno a las propuestas de todos nosotros: pensión automática el cumplirse la edad prevista, beneficios igualitarios para todos los trabajadores, incluidos los jubilados y pensionados (aumentos salariales, bono de alimentación, bono de medicinas, seguro médico, seguro funerario, etc.), creación de casas de atención integral al adulto mayor, creación del Estado Mayor de la Tercera Edad, y otras.

En cuanto a las propuestas políticas, he aquí una primera aproximación que acaso puede ser enriquecida o mejorada con los aportes que el lector me haga llegar al correo señalado.

Propuestas políticas constituyentes

Sobre el gobierno municipal

La base del poder popular es el poder local. Hasta ahora, ese poder es básicamente ejercido por figuras caducas que son antiguallas históricas, como la figura del Alcalde.

La figura del Alcalde nos llega a nosotros proveniente de la época del Antiguo Régimen de España, en el siglo XVI, a través de la colonización de nuestro continente. En las principales ciudades españolas el alcalde era designado por el rey. Los poblados que ostentaban ese privilegio tenían título de villa, es decir de ciudad. Bien, hemos avanzado en algo: ahora no lo designa un rey sino un partido político. Con muy raras excepciones, los alcaldes terminan siendo impuestos por aparatos partidistas, por medio de un sistema electoral con el cual es casi imposible que un líder comunal (un "hijo de vecina") pueda llegar a ser alcalde.

En cuanto a los cabildos, fueron corporaciones municipales creadas por el Imperio español en la América colonizada y en las Filipinas, para la administración de las ciudades. Eran una adaptación a un nuevo medio de los ayuntamientos medievales de España, que en ocasiones también habían sido llamados cabildos, en similitud con los cabildos catedralicios de las iglesias catedrales.

De manera que tanto los alcaldes como los cabildos fueron creaciones del feudalismo, ni siquiera del capitalismo, aunque este adaptó la figura para las repúblicas, pues en realidad le venía muy bien a la sociedad del individualismo que fuese un individuo quien mandara en los municipios como un reyecito, que es lo que hacen casi todos los alcaldes. El alcalde y los cabildos, tal como los conocemos, son rémoras de siglos pasados y de regímenes oprobiosos. Ahora muchos entenderán por qué las gestiones municipales dependen a menudo de que el alcalde sea bueno o malo, eficiente o ineficiente, honesto o corrupto, para que sean exitosas o fallidas. Es decir, cuando votamos por el alcalde lo hacemos como quien se juega un billete de lotería, ya que la gestión será ajena a los ciudadanos, quienes no pueden ejercer ningún control y mucho menos alguna función ejecutiva. Esta figura es una aberración del Estado burgués que la heredó del Estado feudal. Uno de tantos anacronismos que la Humanidad debe echar al tiesto de la basura lo antes posible, y dar paso al poder de los ciudadanos, a la democracia real que solo prefiguró nuestra Constitución de 1999, pero sin dotarnos de herramientas efectivas para su realización.

La Asamblea Nacional Constituyente nos brinda una excelente oportunidad para hacer historia, transformando el Estado aunque por ahora sea solo al nivel local, dándole el poder real municipal a las comunidades, lo que sería un gran avance en la Revolución profunda por la que luchó Chávez al frente del pueblo venezolano. Sería un verdadero sacudón histórico que repercutiría en otras latitudes, una acción revolucionaria que confirmaría la tan cacareada confianza en los poderes creadores del pueblo y en las capacidades de la multitud para gestionar y administrar de manera directa sus espacios, cambiando el sistema de representación por uno de delegación controlada en cada instancia municipal por el Poder Popular. Esto significaría la concreción de una máxima que expusimos en un Congreso Mundial de Filosofía realizado hace algunos años en Maracaibo, y de la cual un reconocido intelectual cubano dijo que la exhibiría en la sala de su casa: "Tanta participación como sea posible, tanta representación como sea necesaria". Solo que hoy, con referencia a la propuesta que hago, cambiaré "representación" por "delegación".

Mi propuesta principal la denomino "Administración popular piramidal de los municipios". Sigo de una vez con su formulación:

  1. Eliminación de la figura de las Alcaldías y de los Consejos Municipales, y su sustitución por Consejos Populares Municipales de elección por la base y por delegación.

  2. Los CPM se elegirían de la siguiente manera: dividida cada parroquia en sectores, se propondría un número a determinar de candidatos a delegados sectoriales en asambleas populares abiertas, después de la postulación razonada de personas que se hayan destacado por su labor comunitaria.

  3. En esas asambleas no postulan los partidos políticos, sino directamente los ciudadanos, aunque los postulados pueden militar o no en un partido.

  4. Los delegados sectoriales son elegidos en elecciones directas, universales y secretas, supervisada por el organismo electoral oficial.

  5. Esos delegados sectoriales postulan de su seno candidatos a delegados a los Consejos Populares Parroquiales. Se hace una nueva elección directa, universal y secreta para elegir a los delegados parroquiales.

  6. Las asambleas de delegados de las distintas parroquias postulan candidatos a miembros del Consejo Popular Municipal, que son electos en otra elección directa, universal y secreta.

  7. Los miembros del Consejo Popular Municipal se constituyen en gobierno municipal colectivo durante un periodo de seis años, con una presidencia rotativa anual, y sustituyen a los alcaldes y concejos municipales.

  8. Cada Consejo Popular Municipal elige de su seno, en asamblea, a uno o más delegados al Comité Regional de Contraloría Social. Este Comité estará dotado de suficiente poder para controlar a las gobernaciones de estado, en lo que respecta a ejecución de obras y presupuestos, inversión social, planes de gobierno, etc.

  9. Los consejos sectoriales y parroquiales no cesarán sus funciones durante el período de seis años del gobierno municipal, sino que se mantendrán activos para servir de correaje entre las bases y los organismos superiores, y para ejercer control social de la gestión en cada nivel.

Sobre la Asamblea Nacional

  1. Cambiar la forma de representación de la Asamblea Nacional por una en la que no elijan los partidos políticos sino las distintas formas de representación. popular, con métodos a definir (el método sectorial de la Asamblea Nacional Constituyente es un ejemplo de formas alternativas de elección).

  2. Transformar parcialmente el carácter de los partidos políticos para que dejen de ser los grandes electores y pasen a ser sobre todo grandes promotores de los debates nacionales. En el caso de las gobernaciones y del Presidente de la República, los partidos podrán presentar candidatos, así como las diversas organizaciones populares.

Sobre los Consejos de Trabajadores

Los Consejos de Trabajadores obtendrán rango constitucional y obligatorio, para lo cual se deberá dar todas las facilidades de tiempo, espacios y recursos. Y se determinará sus funciones para que sirvan como instancias efectivas de control social en todas las instituciones y entes del Estado.

Como se puede ver, estas propuestas tienden a una desconcentración del poder en beneficio del Poder Popular, que controlará todas las instancias de gobierno hasta el nivel municipal y legislativo, y actuará como factor de ejecución y control social de las otras instancias.

Este es el mejor antídoto contra la corrupción, la ineficiencia y el burocratismo, y la mejor oferta política que se le puede hacer, en estos difíciles momentos, al pueblo de Venezuela para ampliar, profundizar y reforzar la participación y el protagonismo del pueblo, y de ese modo profundizar la revolución en el sentido que la planteó Hugo Chávez.

Está claro para mí a qué voy a la Constituyente. No voy a hacerle a nadie coro, ni a aplaudir automáticamente como una foca, ni a repetir cualquier cosa que se diga, como un loro. Voy a luchar por las ideas de Hugo Chávez, por el crecimiento y el fortalecimiento del Poder Popular, por la revolución socialista.

Les invito a conocer mi página Web, www.nestorfranciaconstituyente.com, donde hallarán información sobre mis ideas políticas, ensayos, artículos, poesía y propuestas. También estoy en Facebook (Fb.me/NestorFranciaConstituyente), en Twitter (@nestorfrancia6) y en Instagram (@nestorfranciapensionadxs).

Mi nombre es Néstor Francia y voy contigo a la Constituyente con el número 6.



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Néstor Francia


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