Carache, mis padres, y Roque Dalton

La lucha armada fue una época extraña en nuestra patria. Fueron días donde un grupo de jóvenes trataban de encontrar un eslabón perdido entre Lenin y Bolívar, limpiaban rifles bajo una fotografía de Mao mientras escuchaban canciones de los Rollings. Esa fue la mejor generación venezolana que ha existido desde aquella que siguió a Bolívar por los Andes con un poncho y un rifle a cuestas, emulando y superando a Anibal en cada paso, logrando la hazaña más grande de la historia. Sí, aquéllos muchachos de los 60's fueron losúltimos guerreros venezolanos, y como su derrota fue tanaplastanten y absoluta, se puede decir qué fueron los últimos venezolanos.

En 1962 mi madre, Alicia Álvarez se unió al frente Simón Bolívar en Lara. Tenía 20 años, fue con dos de sus hermanos, los tres, miembros de la Juventud Comunista de Venezuela. Alí conoció a Abraham López Canaise, un pemón gigantesco que no se cortó el cabello ni cuándo los jesuitas lo "civilizaron" y llevaron del Orinoco a Lara, ni cuándo escapó del centro donde jugaba a ser Juan Salvaje, ni cuándo se unió al frente Simón Bolívar, ni cuándo acabó la lucha armada, ni cuándo el cáncer le venció y lo llevó a la tierra de Kanaaima. Por cosas del destino, la hija de un judío converso a la fuerza, y el salvaje converso a la fuerza se unieron y vivieron juntos por 40 años, engendraron a cuatro hijos de los cuales solo uno sobrevive, los demás fueron asesinandos por recoger la bandera de mis padres.

Jamás podré imaginar por lo que pasaron mis padres, el viejo no hablaba mucho de política, quería qué el último de los suyos no entendiera la profundidad del martillo y la hoz, no enarbolara las banderas rojas y negras. La vieja en cambio hablaba mucho de los años de lucha, de las labores de espionaje, de las jornadas de vigilancia, de muchos libros con los que ahora trato de combatir el alzahaimer que se la está llevando, y de algunos nombres que la llenaban de orgullo y melancolía.

Siempre me hablaba de un tal Carache, que prefería qué le dijeran Chimiro aunque ese tampoco era su nombre, pues los comunistas casi nunca usan el nombre que le dieron al nacer. Solía decir que era un hombre extraordinario que luchaba como un león, que leía mucho y escribía aun más. Decía que era el modelo de ser que todos y todas querían ser. Que recitaba poemas enteros de un tipo llamado Roque Dalton, y que realmente creía que el mundo seríaalgún día un lugar mejor.

Mucha lluvia cayó sobre la tumba de Argimiro Gabaldon, la revolución bolivariana, surgida por esas comedias marxistas, en el seno del cuerpo que combatió contra Carache, lo trajo devuelta a la lucha. Desde hace unos cuantos años a Gabaldon se le elevó al único lugar que se merecía, el de un héroe real.

Carache no fue solo un extraordinario militar, sino que también fue un escritor prolífico. Algunos de sus poemas rodaban por VTV varios años atrás, cómo diciéndonos que ese hombre, ese comandante guerrillero también fue un artista, nos lo decía de forma muy blanda, pero eran los días de la bonanza petrolera, del Chávez invencible y presente en todo, de la oposición invisible y de los niños mimados de clase medía que defenderían la patria pues no solo serían lo único que conocerían sino también porque les había regalado todo; que pendejos eramos.

Estamos al borde de una nueva guerra civil, sería absurdo negarlo. El odio generalizado en TODA la oposición a nuestra idea de país ha llevado a esos niños de largo verano a no solo asesinar a puñaladas y quema a seres cuyos crímenes se centran en ser o parecer chavistas, sino también, como vimos en un video que me hizo vomitar, orinar, y lanzar objetos contra un cadáver de un ser humano recientemente asesinados por estos discípulos de Troquemada.

Las semanas por venir definirán los años por venir, de lo que venga, vendrán infinidad de ramificaciones que afectaran la vida de los que ya estamos aquí y de los que están por venir.

Seguimos pecando de pendejos cuándo juramos que la elección de el próximo domingo 30 resolverá mágicamente todos nuestros problemas, que la oposición se quedará tranquilita el lunes 31 y que el bloqueó internacional, simplemente desaparecerá. No aprendimos mucho del 6 de diciembre, seguimos creyendo en aves de paso, en ilusiones transitorias y en un pacto de paz con la gente que sueña con quemarnos, qué hace un gobierno paralelo, y alcanza un orgasmo cada vez que Trump amenaza a Venezuela. La guerra toca a la puerta y seguidos creyendo que las murallas son inexpugnables.

Hay que abrazarse a la Asamblea Nacional Cosntituyente del Pueblo Soberano para plasmar la nueva patria, para acercanos a la patria que Chávez soñó. Para que evolucionemos como nación, como Estado, cómo un pueblo más pendiente de la política -la política real- que de una novela de un pésimo intento de escritor como Leonado Padrón o de un puto juego de fútbol en España.

Pero creer que ese apamate de 400 flores es un cuerno de la abundancia, es absurdo.camaradas, nos toca batir barro, bastante y bien duro si realmente queremos constuir el rancho. Por eso aplaudimos que un heroe de los últimos años haya sido llevado al Panteón Nacional, Carache es un ejemplo para todos nosotros, especialmente para docentes, poetas, escritores, cultores, y jóvenes. Todos nosotros tenemos un arma con la quepodemos colaborar a la lucha, puede ser una pluma, un cuchillo de cocina, un par de guantes de box, quien sabe, éstos son momentos en que debemos hacer uso de ellas para crear la patria nueva a la que tal vez, nos toque defender como lo hicieron nuestros abuelos, luchando casi desnudos contra el imperio más poderoso del mundo.

Seamos conscientes del momento que vivimos. Nos toca seguir la proclama de José Félix Rivas, no podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer. Si no somos capaces de vencer, demostraremos qué esos que lucharon bajo el mando de Carache, dejaron algo en nosotros. Tomemos sus sueños, su bandera, sus ideas, sus victorias, sus derrotas y salgamos a vencer, no solo en el terreno político sino en el que -cómo decía mi viejo- el camino que Kanaaima haga aparecer frente a nuestros ojos. De no ser así, de no ser capaces de alcanzar la victoria a cualquier costo, razón tendrán en ufanarse los que se alzaron en los 60's cuando recuerdan que son los últimos venezolanos.



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Fex López Álvarez


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