o de como la alianza del pueblo y la fuerza armada democrática derrotó a la conspiración petrolera y a la corruptocracia sindical y empresarial

Democracia participativa vs. Economía liberal

La economía venezolana de la segunda mitad del siglo XX presenta dos etapas claramente definidas: una primera caracterizada por la generación de excedentes económicos, acumulación de capital y crecimiento sostenido de las magnitudes económicas, afianzadas en el robustecimiento de un Capitalismo de Estado -Empresas Estatales (PDVSA, CVG y otras), (1955-1977), y la segunda configurada por la adquisición irresponsable de una fastuosa deuda externa, entrega de los excedentes económicos a los organismos  multilaterales, a la banca internacional, reiterados déficit fiscales, estancamiento de la economía, elevados índices de desempleo, abandono de la educación, deterioro de la infraestructura física de la Nación, rapiña contra los activos  del Estado, pérdida de los valores ciudadanos, desnacionalización progresiva de la industria petrolera, deterioro de la salud, de la seguridad social y ciudadana,  e incremento sostenido de la pobreza en todas sus manifestaciones (1978-1998).

Durante esos 45 años  un denominador común plenó el escenario de las ambiciones plutocráticas, el forcejeo entre politiqueros y empresarios que derivó en un pacto de Calígulas cuyo saldo fue la destrucción del erario nacional. Esos años los identifica Castro Barrios (1991) como "la lucha por la apropiación de la renta petrolera", en una economía cuasi - capitalista hipertrofiada, que tiene como aspecto clave del desarrollo  la reinversión del excedente económico, donde  el sector petrolero genera el 43,5% de ese excedente, lo cual lo convierte en el soporte fundamental de la vida económica del país. La riqueza adicional generada por el petróleo no representa un esfuerzo productivo, en lo esencial, de la mano de obra ocupada en dicho sector, sino de la situación presentada en los mercados internacionales a raíz de los conflictos como el Árabe - Israelí; el de Irán - Irak; el de  USA-OTAN vs. Irak, y otros más que han impulsado hacia arriba los precios del petróleo de los países de la OPEP y de las compañías transnacionales(1).

El petróleo es eje y motor que dinamiza ambiciones. A su influjo se postran venezolanos  de alto vuelo de la Venezuela Petrolera. Durante los años florecientes de las compañías transnacionales, "éstas gastaron millones de bolívares anualmente para que el obrero, el técnico y el profesional petrolero, se modelen a su semejanza, adopten la imagen de lo que piensan y desean las propias empresas, asevera Gastón Parra"(2). Algunos bajo esa escuela, otros asimilados a ella, pero todos con el signo de los dólares en la frente, no han tenido empacho, a lo largo de los años, en mostrar no tan sólo complacencia, sino complicidad y hasta satisfacción en poner sus servicios de funcionarios de alto rango para brindar en "charolas de oro" concesiones, contratos y convenios que benefician  a las compañías transnacionales, aun más que cuando fueron concesionarias directas desde 1908 hasta 1975, negocios estos que constituyen verdaderos despojos a la Nación.

Los negociadores venezolanos que representaron a las transnacionales Exxon y Shell, pasaron a ser  los administradores de las empresas filiales de Petrovén. Esta denominación de la empresa estatal se convirtió en definitiva en PDVSA. Por supuesto que las cláusulas que prevalecieron fueron las propuestas, casi impuestas, por los representantes de las compañías extranjeras, quienes para nada atendieron las recomendaciones de otros expertos venezolanos que se opusieron a las oprobiosas y ventajosas condiciones de los contratos de tecnología, administración y comercialización suscritos.

. Algo curioso y digno de reflexión es que el representante y Presidente para ese entonces de la Shell -Alberto Quiroz Corradi- pasó a ser Presidente de Maravén, mientras que el Presidente de la Creole -Guillermo Rodríguez Eraso-, pasó a serlo de Lagovén, ambas filiales de la Estatal Petrolera venezolana; los asesores de estas negociaciones, en tanto, pasaron a ser brazos de ambos presidentes en las nuevas compañías y uno fue proyectado hacia la directiva de Petrovén(3). Esto es conveniente decirlo, porque viene a aclarar lo que ha estado ocurriendo en los últimos años. La apropiación de PDVSA desde los días de su antecesora, Petrovén, estos gerentes devenidos por obra y gracia de sus ambiciones en gamonales, han convertido la empresa insignia nacional en apéndice y suplidora de fabulosos beneficios a empresas transnacionales; desde 1976 benefician a las ya nombradas, y recientemente a SAIC, entre otras,  a través de INTESA, empresa creada bajo la presidencia de  Luis Giusti en 1996. Lo ocurrido en 1975 con los contratos de tecnología, administración y gerencia de comercialización, como lo ocurrido a partir de 1982 con la internacionalización y desde 1994 con la apertura petrolera y la exploración a riesgo de ganancias compartidas, demuestra que, con distintos nombres a la cabeza de la empresa estatal, la traición y apropiación asociada ha sido una práctica consuetudinaria de los gerentes de PDVSA.

La valiente e hidalga actitud de importantes venezolanos de la academia, escritores e investigadores, expresada en toda tribuna disponible, no fue suficiente para derrotar la conjura de la antivenezolanidad. En realidad, los dueños de los medios impresos y televisivos han sido encubridores cómplices de estos oscuros negocios, por lo que las voces de esclarecidos ciudadanos que han salido en defensa del patrimonio y pueblo venezolanos no tuvieron la audiencia y la justa respuesta exigida a sus reclamos. Entre estos ilustres venezolanos destacan Salvador de La Plaza, Juan Pablo Pérez Alfonso, Héctor Malavé Mata, D. F. Maza Zavala, Gastón Parra Luzardo, Eduardo Acosta Hermoso, Carlos Mendoza Potellá, Francisco Mieres, Armando Córdova, Domingo Alberto Rangel, Aníbal Martínez, Pablo Hernández, Elie Habalián, Víctor Poleo, Alí Rodríguez Araque.

Como contrapartida, la lista de testaferros incluye Presidentes de la República, Ministros, Presidentes de la Industria Petrolera Nacional, funcionarios de alto rango de unas y otras dependencias, politiqueros y depredadores de oficio.  En esa galería de la deshonra nacional se han inscrito, entre otros: Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi, Alberto Quiroz Corradi, Andrés Sosa Pietri, Alirio Parra, Arturo Hernández Grisanti, Juan Chacín Guzmán, Gustavo Roosen, Humberto Calderón Berti, Erwin Arrieta y Luis Giusti. Más recientemente surgió una nueva casta de gerentes que amparándose en el florido calificativo  de meritócratas, se asignaron salarios netos que oscilan entre los 10.000 y los 55.000 dólares mensuales. No hay que asombrarse, el ingreso bruto promedio de ellos, sólo como costos de PDVSA, oscila entre los 16.000 y los 82.500 dólares mensuales; los ingresos por su participación dadivosa en los negociados es aún mayor.  Mencionemos tan sólo algunos de ellos: General Guaicaipuro Lameda, Presidente de PDVSA hasta febrero de 2002,  Karl Mazeika, Vincenzo Paglione, Edgar Paredes, Luis Andrés Rojas, Raúl Alemán, Edgar Rasquín, Francisco Bustillos, Salvador Arrieta, Luis Pacheco, Carlos Machado, Luis Matheus, Luis Aray, Andrés Riera, Armando Izquierdo, Iván Crespo, Juan Fernández, Horacio Medina(4), para nombrar tan sólo algunos de estos prohombres de la traición, la conjura y la rapiña. Los "favores" concedidos van desde el otorgamiento, en tiempos de Petrovén,  de los leoninos convenios de tecnología, hasta los de comercialización, pasando por administración, formación de personal,  con la Exxon, Shell, Mobil, Mene Grande Oil Company (MGO)International Development Instrument (IDI), Transocean y otras (5).

¿Qué grado de estudios se necesita para interpretar la siguiente información? Mientras en el primer año de la nacionalización los costos de PDVSA representaron el 17,43% de los ingresos, y la participación fiscal del Estado fue del 74,7%, en 1986 costos y participación alcanzaron respectivamente el 35,26% y 64,12% respectivamente. En 1991, esas cifras llegaron a 52,32% y 40,74% respectivamente y, ya en 1994, se elevaron los costos a 66,77 %, mientras la participación fiscal del estado bajó a 24,7%. En esta economía venezolana vapuleada por la corrupción, algunos ministros y altos funcionarios gubernamentales, así como parlamentarios llenos de patriotismo, hicieron vibrar las tribunas del Congreso de la República para reclamar la reivindicación de  nuestra industria petrolera. Durante la segunda mitad de los años 60 y los primeros de los 70, levantaron su voluntad en la defensa  por el fortalecimiento de las empresas estatales, ante la arremetida de quienes cavaban trincheras en nombre de la economía de mercado. Ante la complacencia de presidentes y funcionarios genuflexos, fueron progresivamente ganando la batalla y la economía de mercado fue consolidando, sostenida y progresivamente, sus posiciones. Contaron para ello con la actitud cómplice de gerentes petroleros con mentalidad de gringos.

Convalidada por los gobiernos partidocráticos de los años 70, 80 y 90 la seudo nacionalización de la industria petrolera, estos mil millonarios gerentes arremetieron contra la misma empresa y el fisco nacional mediante una amañada internacionalización de la industria petrolera nacional. Gastón Parra lo describe así: " La política de internacionalización debe ser revisada con la mayor rigurosidad Así por ejemplo, durante el año 1994, las ganancias de PDVSA fueron de 2.013 millones de dólares; de ésos,  1.800 millones fueron producto de las exportaciones desde Venezuela, cuyo valor fue de 11.435 millones de dólares(15,74%); en cambio, los negocios en el exterior que produjeron un ingreso de 10.722 millones de dólares, solamente generaron 213 millones de dólares, es decir, menos del dos por ciento(1,986%)"(6).

El analista e investigador petrolero Víctor Poleo, denuncia que desde su nacionalización en 1976, la clase ejecutiva petrolera adversó al Estado -Propietario en defensa de sus intereses corporativos al servicio del capital petrolero internacional y, por residuo, al servicio de los intereses personales de si misma., su clase meritocrática. PDVSA se hizo meta-estado, un estado más allá del Estado, mientras que el Ministerio de Energía y Minas, representante de los intereses del Estado y del pueblo, admitió y convalidó  sju progresiva destrucción(7).

Incluso académicos e investigadores extranjeros han mostrado su extrañeza por tan malos manejos. El experto Juan Carlos Boué, en una tesis de doctorado presentada en la Universidad de Oxford, asegura que PDVSA le vende a sus empresas en el extranjero crudo a precios inferiores a los del mercado y que, además, el objetivo primordial del programa de internacionalización es colocar grandes sumas de dinero fuera del alcance del Fisco. Y agrega: Durante las dos últimas décadas, la clase meritocrática de PDVSA ha ejecutado una estafa cntinua y agravada a la Nación. En 1976, el Estado recibió 80$ de cada 100$ facturados; en 2001 es lo opuesto: la corporación PDVSA se apropia 80$ de cada 100$ facturados. La estafa de PDVSA a la Nación se llama internacionalización(8): 10.000 millones de US$ seudo invertidos en la compra de 19 refinerías no rentables en EEUU, Europa y reino Unido; la estafa se llama CITGO (subsidio a los consumidores norteamericanos por vía de descuentos en la compra de crudos a PDVSA, entre 2$ y 4$ el barril, acumulando 6.000 millones de US$ a la fecha; la estafa se llama contratos de servicios; la estafa se llama tercerización u outsourcing (entrega de información estratégica a INTESA - SAIC y a SCHLUMBERGER-GEOQUEST, para lo cual graciosamente PDVSA ha pagado 5.000 millones de US$(9); la estafa se llama "apertura petrolera"(10): 600.000 barriles diarios en su mayoría no sujetos a regulación de producción OPEP y cuyos costos se ubican entre 15$ y 29$ el barril (11); la estafa se llama "velos corporativos" (un laberinto tejido de cuentas petroleras en bancos internacionales por el orden de 6.000 millones de US$ vinculados a 189 subsidiarias)(12).

Durante las dos últimas décadas, en definitiva, la clase meritocrática y el capital petrolero internacional se las ingeniaron para estafar al Estado-Propietario un promedio de 5.000 millones de dólares anuales, al menos. Al frente del Ministerio de Energía y Minas (1999-2002), ni Alí Rodríguez ni Alvaro Silva Calderón intentaron el dominio político de PDVSA(12). Mientras PDVSA no sea genuina y plenamente nacionalizada, no habrá ni soberanía ni paz política en Venezuela(13).

En febrero de 2002, en sustitución del General Guaicaipuro Lameda, fue designado Presidente de PDVSA el Dr. Gastón Parra Luzardo, académico, investigador y experto  autor de más de veinte títulos sobre el tema petrolero, quien tuvo la osadía de pretender el destape de  la "caja negra" de la industria. En una directiva integrada además por: Carlos Mendoza Potellá, Alfredo Riera, Argenis Rodríguez y Félix Rodríguez, se tomó la decisión de llevar las investigaciones hasta sus últimas consecuencias. Esta decisión aceleró las acciones protagonizadas de manera conjunta por Fedecámaras y la CTV, con el apoyo de la meritocracia petrolera que devino en el Golpe de Estado cívico-militar del 11 de abril de 2002 contra el Presidente Hugo Chávez, la autoproclamación de Pedro Carmona Estanga, y la valiente reacción del pueblo y la Fuerza Armada Nacional que restituyó a su Presidente legítimo y la soberanía nacional.

El precio de esas acciones fue la renuncia del directorio presidido por Parra Luzardo y la designación de uno nuevo presidido por Alí Rodríguez y un grupo de conjurados de la meritocracia, además de Hugo Hernández Rafalli, firmante del decreto Carmona del 12 de abril de 2002. Este acto de "debilidad" del Presidente de la República, quizá por qué motivos, devino en una nueva conjura nacional, cuya característica más notoria fue el saboteo petrolero, con consecuencias tan graves como la reducción de la producción petrolera y gas doméstico e industrial a cero barriles durante tres semanas, cierre de las Refinerías El Palito y el Centro de refinación Paraguaná, la más grande del mundo, con  daños patrimoniales y sociales irreversibles a la nación, que en términos económicos superan los 6.000 millones de dólares a mediados del mes de febrero de 2003.

Uno de los sabotajes más graves provocados por los conjurados del petróleo se dio en la refinería de Paraguaná, dañaron nada menos que ochenta kilómetros de tuberías, interrumpiendo intempestivamente el proceso y permitiendo que se solidificara asfalto (14) .

La acción combinada del gobierno revolucionario del Presidente Chávez, con el apoyo decidido del pueblo, la Fuerza Armada Nacional y los trabajadores petroleros patriotas, causaron una nueva y contundente derrota a la conjura golpista, con el balance de una PDVSA "liberada", reestructurada y depurada, ya que, para  el 15 de febrero, más de 12.000 trabajadores (30% de la nómina mayor, ejecutiva y contractual) que participó en el saboteo petrolero, han sido retirados de la empresa, según declara el Ministro de Hidrocarburos, Rafael Ramírez el 14 de febrero.  Los saboteadores no deben regresar a sus puestos de trabajo. No sólo hay que despedir a los saboteadores de la nómina ejecutiva, nómina mayor y capitanes de los barcos tanqueros; se les debe seguir juicio para que paguen de su peculio los daños materiales infringidos tanto a la empresa como a toda la nación. La reorganización de PDVSA debe considerar la opinión de las organizaciones populares. Como empresa del Estado, debe constituir mecanismos para favorecer la participación de las comunidades organizadas en las nuevas definiciones que deben guiar a la industria(15).

Sin embargo, no todo está dicho. El avance y consolidación del programa revolucionario consagrado en sus líneas maestras en la Constitución Bolivariana, sólo será posible con la depuración a fondo del entorno gubernamental del Presidente Chávez y acciones más decididas en la industria petrolera. Hombres como Gastón Parra deben volver a PDVSA para que ésta acceda definitivamente a su verdadero y auténtico rol nacionalista.

(*) Economista - Profesor. Magíster en Gerencia Pública.
E-mail: cesarprietoberto@hotmail.com


(1) CASTRO Barrios, N., Desarrollo y Acumulación Capitalista; talleres Gráficos Universitarios, ULA, Mérida, 1991. (Profesor titular jubilado de LUZ, Investigador del CEELA).

(2) PARRA Luzardo, G., De la Nacionalización a la Apertura Petrolera. Derrumbe de una Esperanza. 2da. Edición aumentada y Actualizada. Ediluz, LUZ, Maracaibo, Venezuela, 1996.

(3) PARRA Luzardo, G., De la Nacionalización a la Apertura Petrolera. Derrumbe de una Esperanza. 2da. Edición aumentada y Actualizada. Ediluz, LUZ, Maracaibo, Venezuela, 1996.

(4) ACOSTA Hermoso, E., op. cit..

(5) ACOSTA Hermoso, E., op. cit..

(6) PARRA Luzardo, G., De la Nacionalización a la Apertura Petrolera. Derrumbe de una Esperanza. 2da. Edición aumentada y Actualizada. Ediluz, LUZ, Maracaibo, Venezuela, 1996.

(7) POLEO, Víctor; Estafa Continuada y Agravada, publicado en www.soberanía.info, Caracas, noviembre 2002.

(8) PARRA Luzardo, G., op. cit.

(9) J.C.Boué (1997) The Political Control of State Oil Companies. A case of the International Vertical Integration Programme of Petróleos de Venezuela (1982.1995), Oxford University; y C. Baena (1996), The political of Oil in Venezuela: a Decision-making analysis of PDVSA Internationalization Policy. London School of Economics, PhD Thesis.

(10) MENDOZA Potellá, C., El Poder Petrolero y la Economía Venezolana. Ediciones del Consejo de Desarrollo Científico y humanístico de la UCV. Caracas, 1995.

(11) VALLENILLA, L., La Nacionalización del Petróleo Venezolano (1975-1998). Ediciones Porvenir. Caracas, 1998.

(12) Cfr.: Informes 2000 y 2001 de los comisarios de PDVSA (R. D. Ramírez y E. Carruyo, respectivamente).

(13) POLEO, Víctor; op. cit.

(14) HERNÁNDEZ, Iván, Gerente del Centro de Refinación Paraguaná(CRP); declaraciones a Venezolana de Televisión el 14-2-03.

(15) www.aporrea.com. Unidad de Análisis.



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César Prieto Oberto (*)

Profesor. Economista. Miembro de Número de la Academia de Ciencias Económicas del Estado Zulia. Candidato a Dr. en Ciencia Política.

 cepo39@gmail.com

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