Criminales disfrazados seres sin razón ni piedad. No hay palabras en el mundo que definan vuestra maldad (…) Y aunque nos hacéis creed que os importa nuestro bien, se que oculto en el disfraz, hay un alma mortal.
La paz es hoy en el país algo casi imposible de alcanzar. La escalada de violencia impulsada por la oposición no se detendrá hasta que un grupo político se imponga sobre otro y extienda sobre la nación, o la dictadura de la burguesía, o la dictadura del proletariado.
La oposición renunció, por conveniencia, a toda forma de lucha dentro de la política real. Irónicamente –como en 2002- han botado por la ventana su momento de máxima popularidad para hacer política, y tal vez por incapacidad, o simplemente por odio desmedido, han abrazado el terror, la violencia, el odio como único mecanismo de expresión. Pasaron violentamente de la idea de convivencia a la no idea, al deseo reptílico de destrucción del contrario, se pasó al "Haz patria. Mata a un chavista"
Esta condición no es nueva en la oposición pues desde el 2002, los opositores al Estado Nacional, especialmente los de la llamada clase media, han planeado tirar aceite hirviendo, materos, balas o como estamos viendo recientemente, botellas de agua congeladas, contra el odiado enemigo chavista.
No existe forma de coexistencia entre ellos y nosotros. La oposición alcanzó antes que el gobierno nacional, el punto de no retorno. Para estos, se trata ya de vencer o morir, han declarado la guerra a muerte contra todo el Ser chavista.
Ante ese panorama, y con gran pesar, se nos presenta la paradoja de La Victoria. No podemos optar entre vencer o convivir con el enemigo. Es necesario vencer e imponernos con métodos culturales, ideológicos, políticos, legislativos, sociales, económicos, educativos, y militares a aquellos que solo piensan en la aniquilación plena del chavismo.
Solemos decir con demasiada displicencia, Rondón no ha peleado, Rondón está tranquilo. A nuestro entender, Rondón está demasiado tranquilo, a nuestro parecer, hace rato que Rondón debió salir a repeler al enemigo y no apenas mostrar el rostro como apenas lo hace en apenas unas cuantas marchas que apenas rasguñan el ímpetu con el que viene el contrario.
No este el momento de señalar con el dedo, ni para hacer catarsis, no es el tiempo de atacar a nuestras propias filas. Nuestro enemigo real es poderoso, es grande, está enloquecido, y que por más que lo neguemos, está ganado.
Hace poco el presidente Maduro anunció que la Milicia Nacional Bolivariana (MNB) aumentaría no solo en matricula -500 mil más- sino también su espectro de acción. Este es puente entre la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) a la que hay que aplaudir y saludar con admiración y respeto, y el Movimiento Civil Bolivariano, las dos columnas de la Revolución Bolivariana. Esa medida no puede quedarse en el mero impacto mediático, hay que convertir a la MNB en una autentica fuerza de contingencia ideológica que día a día construya el socialismo. La MNB tiene que ser un cuerpo que sea–sin alusiones a la guardia de la noche- el escudo primario entre la reacción y el Estado Socialista Bolivariano al que de a poco, deben acceder todos los ciudadanos para, citando al líder soviético Iosif Stalin, que, el estado burgués caiga como fruto maduro y surja el estado socialista.
La patria pasa por el momento histórico más complicado desde 1958, no es momento para pestañar, se debe luchar sin miedo, sin piedad, sin mirar atrás.
Yo no tengo un fusil para defender aquello en lo que creo, pero –apegándome a Cortázar- tengo una máquina de escribir desde la cual dejaré de dispara cuando mi alma haya abandonado mi cuerpo.
Todos tenemos distintas armas que no pueden esperar para ser usadas pues la historia no nos los perdonará. Nuestra consigna ha de ser, nuestro himno, nuestra meta, Victoria a cualquier costo. A de ser Patria Socialista o Muerte.
