Juguetes de la burguesía

 

 

Cuando titulamos “Juguetes de la burguesía” no nos referimos a los que fueron decomisados a la empresa Kreisel (que también lo son), sino a los voceros de la derecha que saltaron inmediatamente en defensa de estos “sicarios económicos” como ha definido a los acaparadores y especuladores, con tino, William Contreras, jefe de la Superintendencia Nacional para Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde).

 

Los voceros de la derecha no han perdido tiempo para mostrar su verdadera catadura. Merecerían una respuesta rápida, política, comunicacional, callejera, que clame por todas partes “¡Niños sí, Kreisel no! Veamos lo que han dicho los que se arrastran al servicio de la oligarquía.

 

Chuo Torrealba, secretario ejecutivo de la MUD, en Twitter: “Ni simple hamponato ni mera demagogia electoral: Atraco oficial a Kreisel confirma DESLAVE MORAL de un régimen que trafica con objetos robados”.

Henrique Capriles, por la misma vía: Como Maduro no tenía juguetes para repartir con su foto, mandó entonces que se los robaran para hacerlo! Llegará la JUSTICIA!”. Y además: “Gobierno que no produce nada, entonces roba a los que si lo hacen! Así nadie producirá y los más perjudicados siempre los más pobres!”.

María Corina Machado: “Decomiso de juguetes a Kreisel es un robo”. Y su partiducho, Vente Venezuela: “Alzamos la voz porque creemos en la libertad de mercado y libre comercio. Lo que hace Sundde es un atropello al productor.

#ControlarEsRobar

 

Diario Tal Cual: “ABUSO TOTAL Sundde decomisó más de tres millones de juguetes a la Kreisel

Vicente Díaz, ex rector derechista del CNE: “Saqueo a Kreisel es inicio de campaña electoral del gobierno para tratar de subir en encuestas. Destruye empresas potencia la miseria”.

 

Bien, estos canallas pretenden poner todo al revés: los que roban y saquean al pueblo no serían quienes importan con dólares preferenciales, acaparan y luego venden como si lo hubieran hecho con el dólar paralelo, sino el Gobierno que los captura y pone las cosas en orden, para favorecer a la mayoría y enfrentar la criminal guerra económica. El debate en torno a Kreisel define una vez más a los ejércitos en batalla. Por un lado los que sirven a los intereses de los multimillonarios, de los explotadores, por el otro los revolucionarios que defienden los intereses del pueblo. Como dijo William Contreras, No dejaremos que estos delincuentes económicos le roben el derecho a nuestros niños y niñas de recibir sus juguetes”.

 

Ahora bien, los crímenes de Kreisel contra los niños y las niñas de la Patria no son puntuales ni de ahora. No solo es que acaparan, especulan, trafican con las divisas del país, se ponen por encima de las leyes y forman parte de la guerra económica. Sus despropósitos contra los niños, las niñas y las familias venezolanas son de larga data, es una guerra sistémica, propia del capitalismo, contra los trabajadores. Veamos.

 

Todos los años, entre octubre y noviembre, la empresa Kreisel inicia un brutal ataque publicitario. Observamos en las pantallas de la televisión anuncios de estos mercachifles vendiendo una ruma de juguetes con su marca, a través de “una publicidad obsesiva y omnipresente”, como la que describe Ignacio Ramonet en su célebre artículo “Un delicioso despotismo”. Esta publicidad, hecha con derroche de técnicas desarrolladas por los demiurgos de la mercadotecnia capitalista, es sin duda sugerente, cautivadora, con movimientos y tiros de cámara que magnifican las características de los productos, acompañados por parlamentos seductores y música hecha para tales propósitos y uso de un jingle-slogan ya internalizado por los “clientes” (los niños y las niñas de Venezuela): “Es Kreisel, es excelente”. Nuestros niños y niñas, enamorados por la manipulación de estos vendedores de oropeles, sueñan con que sus padres les regalen esos juguetes en Navidad. Por supuesto, se trata de mercancía con precios nada solidarios. Así explotan a las familias y muchas veces las arrastran a conflictos indeseables. Si los padres no tienen cómo comprar esos regalos, los niños y niñas se sienten frustrados y muchas veces desdicen de sus padres y otros familiares. Pero nada de eso importa a los traficantes de sueños. La ilusión de nuestros vástagos no significa nada para ellos, solo los malditos dólares, el oro que todo lo oscurece. De paso, tratan de aplastar a otros fabricantes que no poseen los medios para competir en las pantallas, como nuestros jugueteros artesanales, por ejemplo, que fabrican hermosos juguetes y los comercializan a precios mucho más accesibles.

 

Esa publicidad es, por supuesto, muy costosa, pero no importa, eso se cubre agregándolo a los costos. Así funciona el negocio. Para meterte las mercancías por los ojos y esclavizarte a ellas, te hago pagar a ti mismo. No solo te robo quitándote la plusvalía que saco de tu trabajo, sino también te quito lo que te queda promoviendo el consumismo al estilo del muro de Trump: te jodo y además te hago pagar por ello. Que se vayan Kreisel y sus defensores largo al carajo.

 


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Néstor Francia


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