Geopolítica del maíz. Parte III. Sudamérica ya no es la misma

Estuve esperando por cifras estimadas de la cosecha venezolana de maíz. Tenemos plan, satélites, generales y expertos pero no datos. Todavía el secretismo supera la importancia de las estadísticas. En todo caso, se sabe que la producción de maíz este año estuvo afectada por la disponibilidad de semilla y no por ganas de sembrar. Los productores buscaron semilla de maíz, sin importarle si era de maíz blanco o amarillo, o si era una variedad o híbrido. Eso fue lo que sentí en muchos correos que llegaron cuyo destinatario fue la desesperación.

Todo obliga a estimar que a pesar de las ganas y buenos deseos, este año y buena parte del 2017 tendremos una baja suplencia de maíz nacional, y posiblemente el maíz amarillo tome un espacio importante en la producción interna. Los productores pequeños que lograron dotarse de semilla de variedades, se van a "ensemillar" con parte de la cosecha de este año, para el subsiguiente ciclo de secano, lo que constituye una adecuada estrategia de uso de semilla común ante la deficiencia en la suplencia de semilla certificada. Eso podría generar buenas expectativas para un incremento en la producción del 2017. Entretanto, habrá que importar maíz de donde "haiga", como dicen los mejores burócratas de todos los tiempos. Porque eso los pone donde "haiga".

Lo que ya sabemos es que ni México, Estados Unidos y Canadá tienen nada para nosotros, tampoco Centroamérica; y en el sur de América, Colombia es un importador neto de maíz. Se pueden rastrear mensajes solicitando a las empresas comercializadoras que les coticen porque en Colombia la producción de maíz se vino en picada con el tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. Entró en grupo de los cultivos no competitivos y se les cayó parte importante de la producción. Están produciendo y comprando maíces transgénicos. Con la apertura de la frontera, nos van a vender por un rato harinas precocidas elaboradas con maíces transgénicos; y jugaremos a que sabemos nada sobre esa realidad. Por otra parte, Ecuador tiene poco para ofrecernos en esta dificultad, Bolivia tiene menos.

Cuando revisamos los temas geopolíticos en el sur de América nos encontramos que el giro a la derecha de las dos potencias agrícolas mundiales (Argentina Y Brasil) nos coloca en una situación de dificultad y derrumba la tesis de los aliados eternos. Las alianzas son circunstanciales aún en la hermandad de naciones. En eso fuimos algo inocentes, no imaginamos una caída tan temprana de los legados de Kirchner y de Lula. MERCOSUR se ha puesto espinoso; Macri y Temer juegan a una caída del gobierno de Maduro, y no entregarían materias primas alimentarias para sacar a nuestro gobierno de la crisis cerealícola de estos pesados años de confrontación política, interna y externa. Ambos países apuestan por los transgénicos, ya Brasil debe rondar los 50 millones de toneladas con aproximadamente 60 % de transgénicos. Está dispuesto a convertirse en el principal exportador de maíz a pesar de las dificultades de almacenamiento, transporte y puertos adecuados. Pero la política sobrentendida es: ni un grano, ni una ñinguita hasta que Maduro afloje la silla, y eso es intolerable desde la perspectiva de la declaración mundial de la seguridad alimentaria que dice palabras más o palabras menos que no se utilizarán los alimentos como arma política. Y uno se pregunta ¿A quién en el mundo le preocupa con cual arma el Imperio derrumba gobiernos?

Estamos asediados pero no derrotados. Un buen slogan. Como podrán haberse enterado con cierta regularidad aparecen buques descargando 30 a 50 mil toneladas de maíz, que el Poder Popular no sabe de dónde viene, que tipo de maíz es, a cuánto se adquirió, quiénes estuvieron en la negociación y como se distribuyeron entre las agroindustrias. Y el Poder Popular no sabe esto porque en concreto lo que necesita es harina precocida, sobre cualquiera otra forma de presentación. Eso si, reconociendo la creatividad de las extrañas mezcla que hemos elaborado para hacer las arepas.

El Comandante Eterno logró excelentes alianzas con aquellos dos colosos de la Agricultura y ayudó a la permanencia del gobierno de Lula y sus cuadros; y Kirchner y su gente. Los análisis políticos daban por sentado que estas alianzas eran soberanas y permitían expresar mediante la cooperación, relaciones que mejoraban nuestra propia seguridad alimentaria. Lo que no se generó fue la opción de mover el país hacia la producción de maíz en los términos en que hemos discutido en otros artículos: Hacia los excedentes que eliminan los efectos nocivos de las fugas de maíz hacia Colombia que están en el orden del 25 % de la producción nacional (cuidado si también de la importación) y los eventos circunstanciales.

Después de haber triplicado la producción de maíz heredada del gobierno de Caldera, la revolución anda dando tumbos buscando sustituciones y complementos para el imperdonable déficit de maíz. También la creatividad y los recuerdos nos llevan al maíz pilado que es muy costoso para quienes no producen maíz en sus tierras. Ante tanto riesgo, este verano debe servir para concretar la producción semilla bajo riego, fortalecer la conservación de la semilla en manos de productores, y lamentablemente ordenar contratos de producción de semilla no transgénica en el mercado internacional de semillas (mientras logramos equilibrar demanda con la producción interna de semillas). En eso se trabaja duro, e INIA tiene un papel relevante en la identificación de productores con capacidades y experiencias para la producción de semillas de maíz y otros rubros. La estrategia de producción del 2017 pasa por revalorizar la agricultura familiar en armonía con los productores de escalas mayores. Rompamos el record del promedio de los dos años (2007-2008) buenos en la producción de maíz y que para colmo nadie ha investigado por qué fueron exitosos; como tampoco hemos estudiado la estruendosa y progresiva caída de la producción de los años subsiguientes.

El paso subsiguiente, es quitarse de la cabeza que México, EEUU, Canadá, Sudáfrica, Brasil y Argentina nos ayudarán a salir de esta crisis del maíz. Aceptemos que en estos momentos Sudamérica no es la misma, que no hay lealtad, sino jugarretas cómplices para salir de Maduro.

El referendo (cuando ocurra) lo ganará la solución o la agudización de la crisis del maíz.

Producimos o nos jodemos.



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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