Avicultura juego trancado

La producción de especies menores como se le conoce al engorde de pollos y producción de huevos, vino desarrollándose intensivamente en parte de la geografía del Táchira, sobre todo en la zona sur y norte, dadas las condiciones favorables de clima y la disponibilidad de tierras.

Fue tal el auge, las perspectivas y la esperanza que esta actividad generó, que por los años 80 y 90, pequeños emprendedores colocaron su inversión en la construcción de galpones y su acondicionamiento. Hubo personas que dejaron el ejercicio de otras profesiones y se fueron a invertir sueños y esperanzas en la producción de pollos de engorde y huevos.

Se fue haciendo común que al transitar por las troncales hacia la zona norte y sur del estado, se observaran granjas avícolas cuya señal eran esos galpones con su respectivo silo de alimento y una producción que se fue incrementando y consolidando; Convirtiendo al Táchira en un estado de mucha importancia en la producción de esta proteína animal, así lo reflejaban las estadísticas oficiales de esos años.

Los avicultores tachirenses produjeron un cambio trascendental en el patrón de alimentación de la población local al observarse cómo se elevó el consumo de pollo y huevos y cómo se dinamizó y diversificó este sector la economía regional en conjunto con la producción de leche, carne, hortalizas, papa y frutas, por ser las más representativas.

La avicultura fue para los emprendedores de ella, una nueva forma de vida casi que mágica, al atraer hasta a políticos de oficio que solo lo que sabían era organizar mítines y hablar frente a las multitudes, convirtiéndolos en eficientes y verdaderos productores de comida para la población. Además la avicultura asentó familiar enteras que vivian de su granja y que les permitió ver graduados a sus hijos en diferentes profesiones.

Las pequeñas, medianas y grandes granjas avícolas que se desarrollaron en el Táchira, contaron indudablemente con el apoyo oficial y con la banca privada, que tendieron la mano y supieron interpretar la importancia que significaba para la región, una nueva actividad agropecuaria que abría otros horizontes.

Surgieron varios mataderos industriales que no solo abastecían al Táchira, sino que parte de la producción salía legalmente pagando impuestos y generando empleo, hacia otros estados del país y hasta Cúcuta en el Norte de Santander, Colombia.

Es profundamente lamentable que se tenga que escribir de estos temas casi siempre en pasado, pues hoy se visualiza un panorama poco alentador por las erráticas políticas asumidas; a quién en sano juicio se le ocurre hipotecar la soberanía alimentaria de un pueblo, trayéndole a la mesa un pollo de Brasil o cualquier otro país, cuando en municipios como Libertador, Fernández Feo, Ayacucho, Panamericano, García de Hevia, Antonio Rómulo Costa, Seboruco, Los Capachos, San Judas Tadeo y Samuel Darío Maldonado, estaba literalmente sembrado de galpones y productores con su grupo familiar haciendo patria, sentando soberanía y produciendo pollo y huevos para el pueblo al que le llegaban esos productos frescos y rápido.

Lógicamente que habían problemas por la dependencia de los pollos bebe, medicinas y hasta alimento balanceado, pero jamás se llegó a soñar con la realidad que hoy se vive. Contradictoriamente la actual crisis por ejemplo de alimentos balanceados no ha podido ser resuelta por la planta procesadora de alimentos balanceados, propiedad del Estado Venezolano y ubicada en la zona industrial de La Fría, pues al igual que el resto de las agroindustrias no tiene materia prima; a pesar de ser una planta reconocida por los propios productores, por la calidad del alimento que vende.

Lamentablemente los avicultores cansados de llevar tanto garrote en su faena productiva, han venido cerrando sus pequeñas granjas, las familias enteras sufren de desesperanza, muchos de sus hijos ya profesionales que estaban integrados a la actividad, han tenido que colgar las botas y venirse a la ciudad, expectantes y desilusionados, pero con la convicción de que vendrán nuevos tiempos para la avicultura tachirense y que más temprano que tarde, volverá a la mesa el auténtico pollo andino fresco y de aquí; a eso debe apostar el emprendedor con optimismo, recordando siempre que "el pesimista se hunde antes del fracaso, el optimista flota después de la adversidad".



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Juan Alberto Sánchez García


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