¡Claro que hay hambre en mi país carajo!

Hay cosas sorpresivas que ocurren en la Venezuela presente, por ejemplo; al visitar hoy una frutería y revisar el costo de algún fruto como el tomate que tenga un aspecto fresco y bonito; tal vez su precio será alto (aun libre de IVA) pero, al día siguiente, parecerá mentira pues desmejorado el producto, es decir piche y feo, seguramente estará muy incrementado en su importe con el solo transcurrir de 24 horas. ¡Esto es una especulación, un asalto, un robo, un descaro!...¡Pueblo comiendo pueblo!. Y así son los gritos que se vienen dando en Venezuela desde hace por lo menos una década con la miserable especulación que se hizo profesión bajo el dominio de "bachaqueros", quienes en el tiempo, lo han perfeccionado en su maestría de oficio bien lucrada materialmente a costa del hambre de su conciudadano, compatriota o camarada. ¿Qué hay una guerra económica presente?, Si, también es cierto, desde hace rato y obviamente con empresas que crearon monopolios comerciales de alimentos y productos claves para el uso cotidiano frente a un estado que no le compitió y le permitió el empoderamiento comercial de distribución para la utilización política. Vuelvo a insistir, el gobierno fue débil al no enfrentar a tiempo la situación que se ha vuelto un monstruo de mil cabezas.

En nuestro país se hacen prácticas descaradas con el peso de los productos que siendo regulados en su precio, se les resta en el peso o contenido (un kilo; 900 gramos, un litro 900 mililitros). No se ha corregido y el propio estado vende algunos en esa misma línea. Se redujeron envasados pequeños (los llamados "cuarticos" de 250 mililitros o el caso de mantequillas de barritas, etc.), también aditivos "ligths", colorantes, agregados o mezclas como factores incidentes en su costo e incremento. Por eso, indignan los niveles de ignorancia de quienes alienados con publicidad de televisión, "radio bemba" o redes, dicen que nos alimentamos gracias a ciertas empresas privadas, las mismas que justamente juegan a desaparecer la comida monopolizada por ellos mismos. La realidad es una conspiración maquiavélica de unos y fallas por ineficiencias de otros.

Centros de distribución como Mercal (con farmacias populares), Pdval, Bicentenario, Panaderías, Areperas y Café Venezuela o cuanta creación burocrática ofertó el estado, más allá de apoyar a muchos sectores populares que ciertamente accedieron a ese beneficio, también es cierto que al bajo costo promovió el desvío irregular de la mercancía hacia restaurantes, panaderías, bodegas, buhoneros, etc (aquí la doble moral no veía bandera o color político, pues la sociedad de cómplices se enfilaba al lucro colectivo de este vicio nefasto). Ahora, los CLAP nacen con buena intención, aunque surge la inequidad de la mercancía cuando a unos se les entrega más productos que a otros, incluso en una misma comunidad. La realidad debe ser una bolsa única, al mismo costo y con una cantidad considerable que sustente al menos por 15 días a una familia y no, una pírrica bolsa para unos y la exagerada bolsa en contenido para otros, sin mencionar a los que ni siquiera les llega y en la necesidad caen tentados por los malévolos hambreadores "bachaqueros".

Nuestro pueblo noble no merece ser ofertado solo con anaqueles de chucherías, licores, refrescos y cigarros. Si me dicen que siembre para comer pues lo hago, pero en eso también hay delincuencia porque en tiempos de sequía, ¡hasta a mi propia vieja le ha sido robada su cosecha!



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Larry Márquez Peralta


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