¿Qué pasa con los mercados casa por casa?

En medio de la difícil situación económica que vive Venezuela, en la que destacan la escasez de algunos productos básicos y el cada vez más alto costo de la vida, millones continuamos soportando interminables colas o filas para adquirir, por ejemplo, alimentos que no son vendidos con la regularidad debida, o que se ofrecen solamente en establecimientos públicos. Ante este panorama el Gobierno nacional lanzó una estrategia conocida como Mercados Casa por Casa, como una manera de que el pueblo tenga acceso a productos regulados y parcialmente subsidiados sin tener que soportar las humillantes filas.

Ciertamente la estrategia mencionada en el párrafo precedente, representa una buena solución en el contexto del marcado desabastecimiento y la elevada inflación que azotan al país suramericano; de hecho es el mejor plan para reducir al mínimo las filas mientras se regulariza la presencia de alimentos en los establecimientos públicos y privados. No obstante ha sido bien limitada, no sólo en cuanto al número de comunidades y familias beneficiadas, sino por el hecho de que en gran parte del territorio nacional no se ha llevado a cabo (más allá de la propaganda oficialista), como si sus habitantes, pobres en su mayoría, no necesitaran ningún tipo de ayuda alimentaria.

De manera que se aplaude la iniciativa gubernamental conocida como Mercados Casa por Casa, pero es necesario advertir que millones de venezolanos no gozamos de este beneficio. ¿Cómo es posible que miles de comunidades en todo el país no hayan sido siquiera censadas de cara a la distribución alimentaria?, ¿se está atendiendo exclusivamente a los más pobres?, ¿hay desvío de alimentos a la red privada o a negocios particulares de venta de comida preparada o algo por el estilo?

Es necesario, si se quiere que los mercados casa por casa no sean otro fracaso o una simple solución a medias, que su alcance sea masivo, que sean censadas la totalidad de las comunidades pobres, y que los alimentos sean distribuidos de forma directa en las casas de las familias beneficiadas, o en dichas comunidades por sectores no muy amplios. Deben entender quienes dirigen la política económica venezolana, no precisamente socialista, que cada día que pasa la desesperanza es mayor en quienes soportamos larguísimas colas, y en quienes hacemos casi milagros para que rindan los escasos recursos monetarios a nuestra disposición. Se comprende la difícil situación de la economía nacional, debido en buena medida a la baja sostenida del precio del petróleo, pero no podemos entender cómo la mayoría empobrecida, seguimos pagando los platos rotos por una crisis generada por un puñado de capitalistas foráneos y locales.

 



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Rubén Alexis Hernández

Licenciado en Historia, Magíster en Historia de Venezuela. Antiimperialista, izquierdista y ateo

 ruhergeohist@yahoo.com

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