La democracia es interrogación

—Con esa hábil dialéctica para engañar se ha pretendido últimamente deformar la libertad individual, base de un régimen de derecho.

En ese sentido, la libre expresión del pensamiento, el sufragio universal, y el derecho de propiedad en sus aspectos fundamentales, han sido prácticamente enterrados en un paralelismo ideológico identificado con la violencia y el atropello de los principios constitucionales.

Las respuestas no dejan duda alguna acerca de un propósito determinado. Se trata de amparar la norma dictatorial como conclusión revolucionaria al perseguirse la ventaja de una clase y desconocerse el derecho de los otros que también integran en su conjunto el pueblo. Es decir, la tiranía como doctrina cuando ésta sirve para entronizar una parcialidad política.

Las ideas jamás se pueden convertir en garras que atrapan: conciencia y sentido, urgencias y propósitos.

Tampoco el asalto, la acometida, el impulso violento que trata de silenciar los espíritus más decididos en la réplica que muestra cuál es el concepto valedero.

El capitalismo y el socialismo se debaten en una lucha instintiva y milenaria en la defensa de sus creencias, y las intenciones se lanzan a manera de escalpelos para golpear las fibras más sensibles. Al producirse la batahola no se sabe si las emisiones son productos del despecho o de la ira, o simplemente son piruetas absurdas al confundir sus argumentos lo que ha sido y sigue siendo la libertad, la democracia, el derecho, las garantías individuales que no pueden jamás ser desconocidos por ninguna teoría política.

La democracia es clara y terminante, a su sombra no puede concebirse la tiranía en una u otra orientación. Por eso el fascismo, es la negación misma del decoro personal; ello no sustituye jamás el anhelo del pueblo de exaltar las condiciones del ser en su concepción universal, de respeto, abnegación y sacrificio. Por ello se admira su capacidad e integridad, se premia su desprendimiento y se venera su intervención en pro de la cultura, al exaltar la condición del pueblo en la redención de la esclavitud y del servilismo.

De este litigio mantenido a través de generaciones sucesivas, en la enmohecida conciencia de las teorías engañosas, no importa que manos trémulas se alcen inconscientemente para secundar las voces fanatizadas, lo que importa es la verdad en toda su magnitud y ésta pervive en la confusión como parte de la vida misma del pueblo, ¡pues sabe bien que cuando se niega el derecho del pueblo se cierra la puerta a la justicia y se incurre en la más flagrante violación de la conciencia histórica de los derechos del hombre!

La constitucionalidad es parte del legítimo que hacer del pueblo, en torno a él, recientemente se congregaron las fuerzas más representativas de sus sectores sociales, a la hora del hecho sedicioso y de la ambición bastarda; abandonarla cuando se producen hechos distintos pero deformadores de su sustancia y esencia, es debilitar su posición.

Extraña por tanto la indiferencia mostrada ante las manifestaciones contrarias a la libre expresión del pensamiento. Esa indefinida posición frente a una filosofía no puede llevar otro camino sino al de la dictadura, porque las ideas y las creencias sociales y políticas responden siempre a un sentido y en éste a la perennidad de los conceptos que no obedecen a los intereses particulares de grupo alguno.

Venezuela como Nación soberana, responde por las creencias históricas al saber del bien inestimable de la libertad, y no cabe en su contorno, la deformación de sus principios, en la exacta comprensión de la continuidad institucional.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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