Defendimos a Maduro por las contradicciones

En una muy fuerte conversación con un panísima amigo de esos de verdad, sostuvimos una agria discusión sobre las contradicciones a las cuales se enfrenta Maduro Moros tanto como Presidente constitucional como líder fundamental de la Revolución Bolivariana en estos momentos cuando se presentan, en el marco de esas contradicciones, una serie de variables que podríamos considerar como las lógicas contradicciones de cualquier proceso revolucionario, bien como equivocaciones en las decisiones políticas tanto en lo referente al propio proceso revolucionario como en lo que se enmarca a las políticas gubernamentales que deben ejercer el gobierno revolucionario dejando en el tintero de la discusión lo fundamental de las líneas fundamentales del "Plan de la Patria".

Mi amigo, de esos con "tabaco en la vejiga", de esos que se "partieron el alma" en los años 60, aquellos gloriosos años de revolución en activo, para nada en pasivo, adscrito a los objetivos no solo los revolucionarios sino a aquellos que promovían alguno de los sectores revolucionarios que se habían comprometido tanto en lo urbano como en "los montes". Mi amigo quien consideraba que la revolución no debe ceder ni un centímetro, radical consecuente y comprometido con este proceso bolivariano, opina que Maduro Moros ha flexibilizado lo conceptual objetivo significativo de cualquier proceso revolucionario con objetivos claros, sociales y socialistas. Debemos aclarar que mi amigo, en su paso por Cuba, tuvo la oportunidad de conocer ciertos y difíciles momentos por los cuales la revolución cubana se vio en el imperativo de confrontar radicalmente.

Como es de obligación precisar que mi amigo y nos, en ocasiones, compartimos las realidades que se circunscriben a aquellos momentos de vivencias europeas de largas conversas y de momentos de sólidas diferencias en opiniones sobre escenarios que nos rodeaban independiente del país donde, por esas casualidades que nos ofrecen eso que denominan destino, nos ponían frente a frente, en mesa de restaurante de comida china de alguna de las cuatro estilos de comida china aunque creemos recordar que sería esa exquisita comida de la provincia de Shandong, esa provincia costera y petrolera sobre el golfo de Bohai y frente a las costas del archipiélago del Japón, restaurante y mesa donde la "paz llevó a la condumia". Pero como siempre lo expresaba "el pana", que cuando se quiere sostener una difícil conversación, la comida aminora las pasiones, según los franceses, porque mi amigo es algo bastante afrancesado como sus otros panas frente a quienes nos, nos suscribimos a las brumosas calles cercanas al Támesis y aunque ustedes quizás no lo puedan percibir si se confrontaban esas calles parisinas con las adoquinadas londinenses o ¿es al revés? Ello permitía que cuando el tono de voz se elevaba en decibeles apreciables siempre aparecía la amiga de mi amigo para lograr calmarnos en nuestras diferencias y confrontaciones conceptuales sobre política, la política revolucionaria y su futuro en la Patria y allende.

Aquellos tiempos pretéritos cuando aún el neoliberalismo no se estaba ni pensando en si mismo, cuando comenzaban las presiones sobre las importaciones británicas de los diferentes países de la Commonwealth por el país que se hace llamar como el país donde nacería la libertad, la igualdad y la fraternidad, aquellos tiempos cuando tocaban la puerta de entrada hacia el regreso a la Patria a tratar de ver "los techos rojos", aquellos momentos cuando algún "movimiento de masas pacífico" comenzaba a proponer soluciones sociales a crisis sociales como se propondrían en algún flat londinense, en aquellos tiempos pasados cuando el propio proceso socio-político comenzaba a superar las realidades del "Mayo francés", comenzaban a declinar los impactos ocasionados por la "Guerra de Vietnam", aquellos impactos sico-sociales cuando la ideología comenzaba a perfilarse hacia derroteros de nueva alienación capitalista, prácticamente, "tirios y troyanos", se confrontaban en los escenarios cotidianos de las realidades criollas.

Mucha agua ha pasado por debajo de los puentes, muchas personas han tomado derroteros diferentes a los objetivos fundamentales, mucha corrupción se expresaba y se expresa por estos lares de tierras criollas que están marcando la vía hacia el abismo de la derrota revolucionaria a menos que nos pongamos de acuerdo todos para poder alcanzar la denominada como "democracia en la calle" como rezaba aquel partido político bien bendecido por estos tiempos en revolución pero, como lo expresara Buñuel en su película titulada: "El discreto encanto de la burguesía", la alienación, el aburguesamiento, lo blandengue en las decisiones, las contradicciones ideológicas de clase, la negación a la ideología revolucionaria a favor del más cruel de los pragmatismos, el mayamerismo de nuevo culto y las debilidades humanas, es decir, la falta de vivir las virtudes humanas, nos están llevando, de nuevo, al mejor gobierno adeco de la Historia de Venezuela post-proceso-revolucionario.

En estos días, en vehemente reclamo, mi amigo me imponía condiciones en nuestra permanente conversación cuando nos reclamaba que dejáramos de seguir escribiendo sobre asuntos allende nuestras fronteras históricas y le dedicáramos más atención a lo interno. Aquella interpelación nos hizo recordar el mismo reclamo que nos hicieran, tiempos lejanos cuando Chávez Frías comenzara sus pasos presidenciales, nuestro conocido Otto, con quien, en alguna ocasión, también, compartimos algunas tazas de buen té de la India en aquel club que regentaba la reina-madre. Entendemos sus angustias en reclamo personal de ambos en tiempos diferentes pero resulta que la contradicción mayor de la Revolución Bolivariana no está en lo interno sino en las aguas que bañan las costas venezolanas y es ahí, precisamente, donde, actualmente, se está centrando nuestra continuada y vehemente discusión.

Mi amigo, en su favor, nos comenta sobre las realidades que se están viviendo en los barrios de la Gran Caracas cuando han llegado a esos escenarios lo más aberrante de los comportamientos del ser humano, esos comportamientos de calidades tan bárbaras que harían socavar las propias realidades conceptuales de esa Iglesia criolla aburguesada y cómoda. Ante ese argumento tan sólido aún no hemos podido tener una apropiada respuesta que pudiera "humanizar a la Revolución Bolivariana" porque ante "el barbarismo" de un "alma corrompida" por los escenarios presentes de comportamientos y accionares anti-natura del más alto nivel de responsabilidades totales sin excluir a nadie ni siquiera a nosotros mismos, lo, aparentemente, único a contrastar sería asumir las realidades tan graves y actuar en consecuencia como lo exponen los más sólidos teólogos de la Historia de la Humanidad.

Es cierto que en poder asumir las referencias históricas a lo largo de la propia Historia de la Humanidad cuando la sociedad y el Poder se han confrontado con escenarios de profunda barbarie, esas sociedades más proclives a actuar en consecuencia, han reaccionado con seriedad y contundencia obligando al Poder a asumir sus propias responsabilidades de gobierno y de Estado. También es cierto que el proceso histórico tan bien estudiado, analizado y conceptualizado por Karl Marx es de permanente evolución perfectible hacia un modelo social que permita la mayor horizontalidad posible en contraste con la verticalidad histórica pretérita y presente aún en esta revolución criolla. Pero nunca deberíamos olvidar que somos "seres creados" convertidos en "seres sociales", es decir, que "la natura conceptual del creado" obliga a responsabilidades inevitables y de deber asumibles ante el Creador sí es que aún consideramos que podemos venir del mono pero éste, el mono, también es consecuencia de su predecesor y así sucesivamente hasta alcanzar la materia infinita y eterna. Es decir, el Poder tiene que asumir sus responsabilidades como conductor de la sociedad ante escenarios anti-naturales de evidente manifestación barbárica. En el fondo es, sencillamente, asumir el verdadero concepto de la Revolución Bolivariana.



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Miguel Ángel Del Pozo


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