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Balboa y Cóndor II, destabilizar al proyecto bolivariano

Los militares, es un punto de conversación habitual en todo hogar venezolano, ante la activación más actualizada del Plan Balboa y Cóndor II, en las colas de mercados periféricos y cadenas de alimentación se habla de lo mismo, que, la unidad política como tal se encuentra muy mal y la gente prefiere los murmullos. Es un sentimiento generalizado descubrir la verdad y lo que pensamos que es.

Ya nadie habla de política, le interesa más bien conocer los puntos de venta para adquirir la cesta diaria y llevar algo para el pico de sus hijos.

Lo cierto, muchos militares y ciudadanos no desean cooperar con el gobierno bolivariano presidido por Nicolás Maduro Moros. Es una campaña de largo trayecto y muchos desconocen la realidad, no sabe sí es verdad o mentira lo que se dice, pero los grupos familiares poco tiene que comer, en los supermercados solo hay harina y arroz, los proteicos cuestan mucho dinero y el salario mínimo no da para tanto.

Las ollas populares, poco son efectivas, se acercan a comer en los Consejos Comunales, personas que jamás colaboran con el bienestar del grupo y son los primeros que se sirven y quienes dan el dinero de contribución, algunas veces no comen, Por lo tanto, las familias que se juntan para cocinar una olla popular y repartirla a los más cercanos, prefieren dejar esta fiel práctica en momentos difíciles de una economía.

El gobierno bolivariano poco le garantiza la vida a su militancia, como lo hicieron adecos y copeyanos. Cualquiera entra a una residencia de revolucionarios y los desaparece, en eso, ha fallado el gobierno. En brindarle seguridad, alimentación, vivienda y vehículo a sus seguidores. Incluso, los cuerpos policiales hacen su trabajo aislados de los programas gurnamentales, están los asesores globalizando las tareas mediáticas, olvidando a la familia revolucionaria, las cuales están siendo captadas por los movimientos opositores y grupos religiosos, ante la incertidumbre del futuro.

Los militares, vieron una veta resguardando comida en los centros de distribución comunitaria, pero es que el Estado desconoce la preparación de hombres y mujeres para esa actividad, el pueblo es una partecita de una realidad globalizada y los países imperiales solo desean imponer su cartografía y grupo de trabajo para recibir beneficios económicos a través del libre mercado.

De Venezuela, hay que hacer un país nuevo, porque somos costas y, el Plan Balboa no ha sido neutralizado y los sistemas económicos se entrelazan para ahogar la estructura financiera venezolana y dañar mediante el abultamiento del dinero inorgánico, una inflación creciente como desgastadora que poco será optimista a cualquier nación.

La plata, ganada en cada jornal laboral se va en pura comida y no da para arreglar los electrodomésticos, está demostrado que la gente de gorra se ha llevado mucho dinero para beneficios personales, más allá del pago de comisiones, dañando en su trayecto el salario básico de cada trabajador que debe comprarle al comercio informal y al bachaquero.

Al final. Es Venezuela quien paga estas obstrucciones de una mala gerencia institucional, estamos pagando por la ineficiencia de muchos directores del sistema público y la impunidad.

El pueblo ya se cansó, hace más de un año que no escucho una palabra a favor del presidente, algunos desean que se vaya con el revocatorio o ir a una constituyente, los venezolanos ven con celo a los militares resguardando colas, piensan que se llevan lo poco que llega, teniendo ellos algunos comisariatos en sus puntos de origen.

Necesitamos avanzar en los Consejos Comunales, hacia las Comunas con ciudadanos parroquiales responsables que cumplan a cabalidad sus funciones específicas a que son llamados. Es el momento de cambiar un país, antes que el militarismo nos agote en el camino, somos un Estado revolucionario y democrático como civilista.

Quiero un futuro diferente para mi país, como era antes. Que la población vaya al almacén a comprar alimentos y construir casas para los pobres y sembrar en las huertas urbanas y suburbanas, porque las tierras agrícolas tienen dueños, ya sea el Estado o particulares.

El Plan Balboa y Cóndor II, prosigue su curso enmarcado en el gran proyecto imperial que promulgó el ex Canciller Henry Kissinger. Muy al contrario nuestro que se irrespetó al Legado del Comandante Hugo Chávez Frías.



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Emiro Vera Suárez

Profesor en Ciencias Políticas. Orientador Escolar y Filósofo. Especialista en Semántica del Lenguaje jurídico. Escritor. Miembro activo de la Asociación de Escritores del Estado Carabobo. AESCA. Trabajó en los diarios Espectador, Tribuna Popular de Puerto Cabello, y La Calle como coordinador de cultura. ex columnista del Aragüeño

 emvesua@gmail.com

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