Cultura y revolución: punto crítico

La cultura es el mundo que nos oprime y no acaba de morir y el mundo nuevo que promete liberarnos y que no termina de nacer. Como revolucionarios nuestro deber es luchar para un alumbramiento seguro. La cultura liberadora tiene que nacer. Lo que quiere decir que, en revolución, cultura es un llamado a la lucha en una guerra entre dos mundos espirituales. Un choque ideológico y ético a la vez. Librar batallas morales que se deben dar a diario.

La ética da cuenta de la moral pero no es la moral misma. La moral es una práctica de vida. Y la ética son códigos (escritos o no) por medio de los cuales intentamos orientar nuestra opción moral, una práctica de vida personal y social. Si somos socialistas serán códigos socialistas los que orienten nuestra conducta moral. Si no lo somos, siempre estarán activados los "códigos por defectos", que son los preceptos del capitalismo. Porque –aunque llamados revolucionarios chavistas y todo lo demás- venimos de una cultura capitalista arraigada. Sin embargo, una conducta moral revolucionaria puede resistirse a esos códigos, instalados en lo más profundo nuestras mentes como gusanos, si conscientemente los rechazamos, no los alimentamos, si los consideramos intrusos y los obligamos a salir, para así poder optar por una nueva vida, radicalmente opuesta a la que padecemos.

Cultura capitalista y sociedad capitalista pueden ser lo mismo en este caso. Presumen un paquete de símbolos, de afectos, sentimientos y conductas condicionados por el mercado. Por la mercancía, el fetiche de la mercancía y el consumo de mercancías; por la indiferencia, por el estatus, por la distinción, el egoísmo, asociados a un individualismo pernicioso, a la vez mezquino y gregario.

La cultura capitalista es la cultura pequeñoburguesa por excelencia. Se traduce en las prácticas sociales de vida que se dan en el día a día, en nuestras formas de pensar, de hacer y de desear. Un símbolo típico capitalista es el de desear alcanzar nuestros sueños en una carrera universitaria solo para que nos proporcione estatus y "progreso material" en la vida. Es una regla social capitalista todo lo asociado con tener mucho dinero y de desear tener mucho dinero. También todo lo asociado con el prestigio y el estatus. Con el lujo. Son prácticas sociales "soldadas" a esos estímulos. Se trata del sentido común dentro del capitalismo, lo propio del capitalismo y común dentro de los individuos que viven bajo las "ideas sembradas y cultivadas por el interés de la burguesía", reglas o preceptos éticos de una clase hegemónica, enseñoreada del espíritu de toda la sociedad.

¿Cuál sería el papel de un Ministerio de la Cultura en tiempos de revolución? Creo que ninguno en general. Porque la revolución socialista es la única alternativa cultural a la de los prejuicios capitalistas. Toda ella, con todas sus fuerzas, no solo una parte. Es una propuesta ética y una práctica moral (comunista) de los valores socialistas revolucionarios, donde un grupo, una vanguardia revolucionaria, los asume como un compromiso, una lucha que caza dentro de su propio espíritu, atacando al enemigo fuera al mismo tiempo que lo mata adentro de sí. Algo parecido supone el trabajo artístico: es también un acto de conciencia.

En una revolución socialista todo el cuerpo revolucionario –y en el caso de Venezuela, todas las instituciones- deberían tener un componente cultural revolucionario fuerte, resuelto al cambio. Sus líderes o dirigentes deberían participar ¡ya! de la sociedad que se quiere construir, en su acción de vida cotidiana. Estar consciente y cuidar que los valores socialistas se impongan en el quehacer de todos sus actos. Que se sustituyan las viejas costumbre capitalistas. El incremento de la cultura y el espíritu socialista depende sobre todo de la práctica revolucionaria comunista, del ejemplo de sus líderes. Porque son ellos los modelos vivos de la sociedad que se quiere construir para el futuro, la fuerza moral para el cambio de la sociedad, lo contrario al espíritu apático y cómodo, resignado a las reglas de la burguesía y a la moral egoísta y mezquina del pequeñoburguesas.

Hoy muchos nos engañan haciendo una invocación a la cultura del trabajo. ¿Pero cuál cultura del trabajo? ¿La cultura del trabajo alienado y de la explotación del hombre (hombres, mujeres, niñas, niños, adolescentes, migrantes, refugiados)? Esa es la cultura de nuestra destrucción. Trabajo en el sentido burgués, es cultura dominada por el esfuerzo individual para beneficio propio, o de pocos, es la cultura del egoísmo mezquino.

Es la contraparte de la cultura socialista, del trabajo pero creativo y cooperativo, con sentido social y no individual; son los valores que necesitamos para el desarrollo y crecimiento de todos y no de unos pocos. En cambio la cultura capitalista se funda sobre el fracaso de las mayorías para provecho de unos cuantos, esa es su inclinación. Y del sacrificio del planeta o más bien del ambiente donde se hace posible la vida humana.

Sabiendo esto resulta duro que los dirigentes de nuestra revolución hablen de "política cultural" como una manera de democratizar el apoyo material hacia lo que ahora llamamos "cultores" populares, más allá del apoyo a las instituciones que tradicionalmente lo han recibido del Estado. El estado incorpora una nómina de grupos musicales, teatrales, de danza, raperos, rockeros, cantantes; artesanos, libreros, disqueras etc. a su sistema de financiamiento y eso hace la "política cultural" del Estado.

Mientras haya dinero y criterios serios para separar a los grupos estudiosos y que trabajan honestamente en sus especialidades de los estafadores, la idea no parecería mala. Pero, aun así, en una revolución cultural no se pueden desperdiciar recursos y dispersar esfuerzos. Debe haber un compromiso con la creación de consciencia política. Con la creación de consciencia socialista, de formar consciencias para el socialismo.

No se trata de limitar los procesos creativos y de censurarlos. Se trata de que, por lo menos no actúen en dirección inversa a los valores que se quieren sembrar dentro de la población (piensen ahora en las programaciones de Tves o en los conciertos de la Plaza Diego Ibarra). Financiar con becas o dietas a grupos y "cultores" en general puede ser contra producente si estamos formando con esto a parásitos del Estado, si ni siquiera se les pide una contraprestación a cambio. Privilegiamos algunos vivos por encima de otros que no lo son o que no actúan de esa manera.

En general, esa no debería ser la función de un Ministerio o de una oficina municipal para la cultura. Con este criterio no se diferenciaría en nada a lo hecho en años de anteriores a Chávez, en tiempos de Adeco y Copeyanos. Creo que lo justo, en una revolución cultural es crear escuelas de arte, espacios para la investigación y para la creación. Y espacios para el debate y la discusión ¿Cómo construir la sociedad que queremos?, sería una buena excusa para fundar revistas, abrir foros, cine foros. Espacios libres y críticos, profundamente críticos del sistema y sobre todo de las políticas propias, para no perder el norte de nuestra revolución, revolución socialista.

Un Ministerio de la cultura debería estar por encima de una Oficina de Prensa o del ministerio de Comunicaciones. Debería regir el contenido político, ético y moral revolucionario de todo el comando político. Y debería ser liderado por el mismo presidente. Que sea el presidente la máxima instancia moral, el ejemplo y el primero en sacrificarse por la revolución y el socialismo.

Pero ahora todo está como antes. No hay nada que haga la diferencia con el último gobierno de Caldera. No creo que falten intelectuales o cultores socialistas, faltan políticos comprometidos con el socialismo y con la revolución, comprometidos con los cambios. Se trabaja como si la economía no tuviera nada que ver con las Misiones sociales y éstas nada que ver con las tareas intelectuales y de creación y con la economía. Como si la política es una cosa y la cultura otra.

En la Asamblea pasada le entregamos la presidencia de la Comisión de Cultura a un imbécil de la derecha, porque creímos que lo era más que nosotros, que le dimos el control de la Comisión. Esa visión "Adeca" acerca de la cultura prevalece hoy en un gobierno que se llama revolucionario y socialista. "Deja la cultura y esas cosas intelectuales, para los pendejos que no saben nada de política" piensan muchos diputados chavistas viejos y nuevos; piensan muchos dentro del PSUV. Pero, es por la cultura por lo que peleamos ahora. Es por la cultura por lo que deberíamos estar peleando ahora, por la cultura socialista, por el espíritu socialista, por hacer de nuestra sociedad una sociedad de comunistas, de verdaderos artistas en todas las ramas del hacer humano, desde el poeta y el pintor, pasando por el científico, hasta el capitán tropas y pueblos. Socialismo es cultura socialista, creación y libertad. Pero pareciera que si no se ve en la cultura y en el Arte un rendimiento económico no se puede entender su razón de ser.



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Héctor Baíz

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