Cómo los "cabeza de yema" sabotean la fase de resurgimiento del chavismo

El término "cabeza de yema" quiere englobar, en el campo del Chavismo, a los derechistas confesos, a los avergonzados y a los confundidos. Este bloque, que en los últimos tres años saboteó el camino al Socialismo, lo falsificó y lo redujo a una retórica vacía, ahora actúa con la misma destreza obstaculizando la recuperación de la pasión chavista, extraviándola.

Lo primero que hacen es desentenderse de la torta teórica que pusieron en la etapa anterior que culminó con el desastre del 6 de diciembre. Ahora todos critican, nadie es responsable de la fallida teoría de "alianza con la burguesía para elevar las fuerzas productivas", ahora nadie inventó aquel desastre del "dakazo"; borrón y cuenta nueva. De esta manera, evitan discutir la ideología que nos condujo al desastre, se limitan a la anécdota, a lo pequeño, evaden la discusión rigurosa indispensable para corregir el rumbo al abismo, a la extinción del Chavismo. Así, su autocrítica es bufa, siguen cometiendo el mismo error.

La discusión debe ir al fondo, a lo hondo: empecemos por reflexionar las causas que llevan a votar a la gente, los ¡móviles del voto!: sin dudas, se basa, brota en lo fundamental de los valores morales, de la ideología, del espíritu.

La democracia burguesa, el capitalismo basa la votación en el egoísmo, no podía ser de otra manera, es la base conductual del capitalismo y permea a todas las actividades de ese mundo, con mayor razón a la política. El Socialismo, que es la superación del capitalismo, basará el voto en la conciencia del deber social, en el sentido de pertenencia a la sociedad. Siendo así, un terreno egoísta favorece al capitalismo, en esas condiciones el electorado se guiará por valores personales, egoístas, la publicidad burguesa tendrá cabida. Y un ambiente con alto grado de conciencia social, como el 4F o durante el sabotaje petrolero, generará alta votación.

He allí el núcleo del problema, la falla inmensa del gobierno: se estimuló la conciencia egoísta, el gobierno abusó de la dádiva, se regaló de todo, desde pensiones hasta taxis sin ninguna contraprestación, nada de formación, nada de organización. Por supuesto, el resultado no podía ser otro: acribillada la conciencia social la masa respondió de la manera más egoísta.

Entonces, está claro donde ubicar los esfuerzos: ¡en la reconstrucción de la conciencia del deber social, de pertenencia a la sociedad, en derrotar el egoísmo, la salida individual! Entendiendo, como dijo el clásico, que "no puede haber triunfó revolucionario sin antes no sembrar en la masa el sentido de pertenencia a la sociedad".

Con este instrumento en mente, analicemos los pasos de la Revolución y veamos para dónde se dirige.

Están muy bien un Parlamento Comunal, pero éste no debe ser un espectáculo efímero, ni una puesta en escena, un poco de retórica que se agota en su inutilidad. Al contrario, debe ser una oportunidad magnífica para formar un tejido social que vaya desde lo capilar, la organización más básica, hasta lo nacional. De esta manera, tendrá un basamento real en la sociedad. Debe ser, a la par de un embrión real de un nuevo poder, un organismo que forme responsabilidad social, una referencia diferente a la Asamblea, que así sea percibida por la nación. Debe tener representantes de todos los sectores de la sociedad, obreros, campesinos…

El Parlamento Comunal debe tener normas que eliminen los vicios del Congreso burgués, no debe ser remunerado, sus miembros deben ser electos en elecciones de tercer o cuarto grado, elecciones en los organismos, con los electores viéndose la cara y los elegidos presentando sus credenciales, y asumiendo el mandato del organismo. Nada allí debe ser individual egoísta, al contrario, debe ser individual con visión social. Sus miembros no deben tener ningún tipo de privilegio: deben ser los primeros a la hora del deber y los últimos a la hora del privilegio.

El primer reto de este Congreso es autocriticarse, evaluarse, explicarse por qué no ha sido político hasta ahora, asumir la catástrofe del 6 como un fracaso suyo, no puede presentarse ahora como si vinieran incólumes, virginales, triunfantes de la tierra media de los Hobbits.

No es simplemente un órgano legislativo contrapuesto a la Asamblea, es un órgano político nuevo, de la nueva política que se quiere, que se necesita fundar. Debe funcionar de otra manera, tiene otras funciones, actúa de otra forma, debe conquistar otro prestigio, es el futuro que se asoma con la seriedad del caso. La improvisación lo sabotea, lo deja sólo en la imagen.

Es claro que se debe corregir la política comunicacional del gobierno, sin culpar a sus directivos, ellos no podían sino reflejar la política general del gobierno, y lo hicieron bien. La falla fue de la ideología, no de los titulares, nada hacemos con cambiar ministros y viceministros sin cambiar la ideología que los alimente. Lo mismo se podía decir para la cultura, para la Comuna foco de egoísmo.

No faltarán los "cabeza de yema" que saltarán a atacar esta crítica usando falacias, desacreditando a los autores. Bienvenidas las críticas, las buenas y las malas. Una buena crítica, con argumentos, rigurosa elimina mil necedades. Así podremos encontrar la manera de zafarnos del pacto que se asoma, o del golpe fascista que amenaza…



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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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