Nueva Dirección Revolucionaria para evitar el desastre

El fracaso político del denominado "alto mando político-militar" de la revolución, constatado en los resultados del 6D, abre paso a una crisis política de grandes dimensiones en el seno del gobierno de Nicolás Maduro. Ya se han dicho y escrito muy certeros análisis sobre todo el cúmulo de errores cometidos por ese "alto mando", que a fin de cuentas no resultó muy alto ni tampoco tuvo mucho mando que digamos.

Prácticamente lo acontecido el 6D ya había sido anunciado con suficiente antelación desde el mismo momento en que Nicolás Maduro asumió el gobierno en abril de 2013. El seminario organizado en Caracas por el Centro Internacional Miranda el 17 y 18 de abril de 2013 había reunido a 60 dirigentes y activistas revolucionarios de distintos campos del quehacer sociopolítico, los cuales expusimos diagnósticos y propuestas dirigidas a Maduro y al PSUV como aporte al nuevo gobierno que se iniciaba luego de la pérdida del comandante Chávez. Pero al igual que otros aportes de distintos colectivos revolucionarios, el gobierno de Maduro hizo oídos sordos a este seminario.

Los kilómetros de análisis y propuestas de rectificación realizadas desde diversos espacios de la base popular chavista y de los movimiento revolucionarios organizados (como Marea Socialista) fueron no sólo ignorados totalmente por esa dirigencia engreída, sino que los llevó incluso a la descalificación de quiénes criticábamos, generándose una campaña de terror que intentó acallar y expulsar a todas las voces críticas dentro de las mismas fuerzas chavistas.

Quienes encabezaron esa cruzada estalinista, y quienes aplicaron esa línea semifascista en todas las instancias del PSUV y del estado bolivariano, no tienen ahora ninguna moral ni para aparecer criticando los errores que antes avalaron, ni para erigirse como rectificadores y salvadores de un barco que casi hunden con sus prácticas neoadecas.

Sorprende que altos personeros de esa burocracia directamente culpable de esta debacle electoral, como Pérez Pirela, Juan Barreto, Elías Jaua, Freddy Bernal, Aristóbulo Istúriz, Rafael Uzcátegui y los amigos del PCV, pretendan ahora presentarse como almas puras libres de pecado, tratando de achacarle a otros sus propios errores, que en el mejor de los casos serían por omisión, por haber mantenido un silencio cómplice con decisiones y prácticas que supuestamente ya ubicaban como graves errores que conducirían a la actual derrota electoral.

Esa dirección política del PSUV, del GPP, y del "alto gobierno", ha demostrado suficientemente su incapacidad para ejecutar cualquier escenario de autocrítica de sus propios errores y de rectificación del rumbo de esta revolución. Insistir en un proceso de autocrítica y rectificación que mantenga al frente de la revolución a los mismos personajes que durante los tres últimos años se mostraron incapaces de aplicar el Golpe de Timón que ordenara el comandante Chávez el 20 de octubre de 2012, implicará transitar de nuevo la senda de la derrota política mediante la fórmula esquizofrénica del discurso socialista y la práctica neoadeca que caracterizó toda esta última campaña electoral.

Es por ello que coincidimos con la propuesta realizada por la Coordinadora Simón Bolívar, del 23 de Enero en Caracas, la cual dice:

"Disolver la actual estructura de gobierno que usted preside, y convocar a la conformación de un Gobierno verdaderamente Popular y Revolucionario, desde su constitución humana, política e ideológica, junto a las fuerzas de los partidos del Gran Polo Patriótico y de las organizaciones de base, que por décadas han luchado al lado del pueblo".

Haciendo la salvedad que se deben convocar a las organizaciones revolucionarias y movimientos sociales que han permanecido excluidas del espacio de alianzas del gobierno de Maduro, puesto que el mismo Polo Patriótico como tal no constituye un espacio de organización revolucionaria autónoma, sino que se ha limitado a una reunión de siglas sin base social organizada muchas de las cuales no trascienden la simple franquicia electoral.

La revolución no podrá recomponer sus fuerzas si no cambia con urgencia el alto mando político que la ha conducido desde el fallecimiento de Chávez. El que los ministros y dirigentes del PSUV pongan sus cargos a la orden debe conducir a una renovación total y profunda de la cúpula dirigente del proceso bolivariano. Los que han cometido errores uno tras otro en estos tres años que llevamos sin la conducción de Chávez, los que han ignorado todas las advertencias y críticas realizadas con suficiente tiempo sobre las rectificaciones a tomar en la economía y la conducción política del país, los que han perseguido y estigmatizado a las voces disidentes, los que han incluso criminalizado a quienes no avalamos las numerosas expresiones de ineptitud y de corrupción presentes en las instituciones del Estado, no tienen derecho ni capacidad para actuar de una manera distinta.

Además, no hay tiempo siquiera para esperar a que la burocracia actual demuestre su acto de contrición. La derecha proimperialista no esperará por las rectificaciones de la burocracia. El referéndum revocatorio está a la vuelta de pocos meses, y las elecciones de gobernadores también se realizarán a finales del 2016. Para esos escenarios no podemos esperar para ejecutar un vuelco radical en la conducción de la revolución.

Está en desarrollo una erosión acelerada del respaldo popular hacia este proceso. El 6D ha sido una primera manifestación de algo que puede convertirse en una avalancha de votos en contra en los próximos comicios por escenificarse en el país. Con ese 40% de votos obtenidos por la revolución el pueblo bolivariano ha otorgado un nivel de apoyo que está lejos de ser un cheque en blanco, que seguirá erosionándose ese porcentaje si no se producen de inmediato respuestas contundentes y radicales en función de satisfacer las necesidades urgentes del pueblo en cuanto a resolver la inflación y la escasez de productos de primera necesidad.

La burocracia está incapacitada para encabezar ese proceso de rectificación. Ya lo ha demostrado de manera suficiente. Por ello nos unimos a la propuesta de la Coordinadora Simón Bolívar para que mediante un proceso de democracia participativa y protagónica, el pueblo venezolano a través de sus distintas organizaciones sociales y políticas, proceda a reconfigurar las instancias dirigentes del Estado, al mismo tiempo que se instala un Consejo Popular Revolucionario que asuma el mando de la revolución, Consejo en el cual debe participar el presidente Maduro.

Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 16 de diciembre de 2015.



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Roberto López Sánchez

Roberto López Sánchez (Caracas, 1958). Profesor Titular de la Universidad del Zulia (LUZ) con ingreso en 1994. Licenciado en Educación (LUZ, 1994). Magister en Historia (LUZ, 2005) y Doctor en Ciencias Políticas (LUZ, 2013). Actualmente dicta 6 materias en la Licenciatura de Antropología en LUZ: Historia de América; Historia de Venezuela; Intercambios Económicos; Poder y Movimientos Sociales; Culturas Afroamericanas; y Modo de Vida e Identidad Nacional. Ha dictado seminarios a nivel doctoral y nivel maestría en universidades venezolanas; y seminarios de Historia de Venezuela en universidades de Chile y España. Actualmente coordina la Unidad Académica de Antropología. Ha dirigido proyectos de investigación a través del CONDES-LUZ, y CLACSO. Línea de investigación: estudio de los movimientos sociales. Ha publicado más de 50 trabajos científicos. @cruzcarrillo09

 @cruzcarrillo09

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