Hablando de ilusiones y de encuestas

 

Recientemente, el profesor Eleazar Díaz Rangel, en su articulo “Peligros de golpe” (Aporrea, 01/11/2015),  reflexiona respecto al fracaso de las encuestas en Argentina, y en base a eso, se plantea una duda en relación a las encuestas venezolanas. Posteriormente, en información aparecida en Aporrea, el día dos de noviembre, Julio Borges coordinador Nacional de Primero Justicia, haciéndose eco de encuestas realizadas por las empresas Venebarómetro y Datanálisis, que le dan a las candidaturas opositoras una ventaja en 20 o 30 puntos, que aventaja al chavismo, manifiesta que “ya perdió, el gobierno tiene una derrota completa y lo dicen todos los estudios de opinión”.  Para Borges, estas encuestas, parece la sentencia definitiva para el gobierno, y afirma: “porque esa es la realidad que vamos a ver en apenas 30 días cuando la gente abra una puerta al futuro con el voto el 6D”.

Al respecto, debe afirmarse que, las encuestas en las que tanto creen, aun cuando no se puede negar su carácter científico, Abreu (1999), considera que las mismas no están exentas de márgenes de errores, producto quizá  de mala selección de las muestras, de otras manipulaciones o invención pura y simple, con fines propagandísticos que sesga los resultados. Igualmente, considera que, la  falsificación de los resultados o invención de encuestas atribuyéndolas a empresas, son algunos mecanismos que pueden afectar la credibilidad en la encuesta.

Es oportuno recordar, también, que  la encuesta de opinión, es un instrumento de acción política que desea imponer una ilusión, aparenta contener la pluralidad de las voces, la suma de diversas opiniones. Responden a una demanda particular, que en casi todos los casos es impuesta por una preocupación política y  coyuntural para suplir alguna demanda social. El sondeo de opinión responde a  intereses políticos particulares. De tal manera que, al responder a este tipo de intereses, la duda siempre debe estar presente, considerando que hay encuestas por encargo que al final debe dar unos resultados que satisfagan a quien la encargó.

Pero, supongo que el convencimiento que tiene Borges respecto a las encuestas de las empresas citadas, forma parte de la motivación que tiene que ejercer el liderazgo opositor sobre sus seguidores, para que salgan a votar. Ojalá, que esas encuestas no les resulte  una ilusión, es decir, que tengan una percepción equivocada de la realidad y no se percaten de ese  error. Ojalá, en términos psicológicos, no les esté afectando el sentido de presencia, que es la sensación de no estar solo, aunque no haya nadie a su alrededor, ni sea capaz de identificar claramente un estímulo que apoye esa sensación.

En otras palabras, las ilusiones son creación de la mente humana que si llegan a aferrarse en las personas, pudieran llevarlas a creer que todo es realidad. Lo peligroso de esta situación es que, puede derivar en situaciones de incomprensión cuando la persona se dé cuenta que la ilusión, solo fue eso, cuando se obtienen los resultados definitivos y adversos. En todo caso, esto puede constituir una falta de respeto a los seguidores opositores, a los que le venden mentiras a través de las encuestas y los utilizan para crearles ilusiones, que al momento de percatarse de la realidad, en sus frustraciones sean capaces de seguir instrucciones para “drenar la arrechera”.

Referencia

Abreu S, I (1999) El valor de las encuestas de opinión pública

http://www.ull.es/publicaciones/latina/a1999c/124ivan.htm



 



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Jesús Rafael Barreto


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