Se acaba el agua

La humanidad enfrenta hoy un verdadero desiderátum en cuanto a su sobrevivencia, ya no es mentira de que el lobo llamado Cambio Climático viene, ya llegó, esta aquí y ahora hay que tomar las necesarias medidas para convivir con él.

Poca o casi nada de importancia se le dio a este tema en los años 80, cuando los investigadores y estudiosos, empezaron a advertir de los significativos cambios ambientales que se asomaban a la ventana del planeta tierra.

Los países desarrollados aplicaron la política de vender el sofá, pues en lugar de enfrentar científica y tecnológicamente la situación, lo que hicieron fue empezar a colocarles altos impuestos y a dificultarle la actividad a las grandes transnacionales causantes de elevada contaminación ambiental y que optaron por buscar mudarse a los países que le pusieran menos trabas legales, con las consecuencias ya conocidas; claro esta que ésta es solo una de las aristas del grave problema y los retos que enfrenta hoy la humanidad.

El hombre en su afán por el lucro sin importarle a qué costo lo obtiene, ha sido capaz de producir tremendo impacto ambiental, cuyas consecuencia las está viendo con el deterioro causado a la flora y fauna, presagiando a la vuelta de la esquina un mundo invivible.

La cantidad de agua dulce de la cual dispone la humanidad para su consumo, uso industrial y agrícola, es relativamente pequeña, es un recurso finito que cada dia disminuye drásticamente y se puede perfectamente observar en cualquier lugar de la tierra.

El actual Papa Francisco ha venido tratando el tema ambiental con mucha perseverancia y aplomo en todos los escenarios internacionales, en su reciente visita y discurso en la sede de Las Naciones Unidas, dejo bien clara su posición y percepción del grave problema del deterioro ambiental, y lo hace muy bien porque en su mensaje acompaña lo espiritual con lo terrenal; decía el sacerdote Colombiano Camilo Torres "para que preocuparnos si el alma es o no mortal, cuando el hambre si es mortal"

Aterrizando en el Táchira, 16 de los 29 municipios que integran la entidad, dependen económicamente de la actividad agropecuaria, por lo tanto el agua es de primordial importancia, podría decirse que es la gasolina y el diésel que mueve la industria agrícola, habiendo ya presencia de disminución de caudales y de calidad de agua, que pone en riesgo la propia actividad económica.

Los programas de manejo y conservación de cuencas que existieron pasaron a la historia o posiblemente al cesto de la basura, los organismos públicos responsables por ley de velar por los recursos naturales renovables y no renovables, han cambiado sus funciones, hoy se dedican a todos menos a lo que les compete.

El agua signo de vida de la flora y fauna está seriamente amenazada y muy poco se hace por enfrentar tan grave situación; la agricultura por ejemplo demanda 223 metros cúbicos de agua al año por hectárea cultivada, un ciudadano para vivir decentemente y con calidad de vida requiere mínimo 150 litros de agua al día y otro tanto demanda la industria para poder producir bienes y servicios.

Es muy poco lo que se hace a la luz de la actual realidad, las empresas hidrológicas solo se dedican a la inversión en infraestructura para llevar el agua de los nacientes al grifo de la casa, pero no hay una acción coherente y coordinada para la conservación, producción y sostenimiento de los caudales de agua y el argumento es sencillísimo ¡… esa no es mi competencia…..! y dice el refranero popular "El que quiere hacer algo encuentra un medio, el que no quiere hacer algo, encuentra una excusa"

Los municipios agrícolas del Táchira tienen una agricultura muy intensiva ya convertida prácticamente en una actividad voraz y destructiva, que debe ser atendida por el Estado, no hay un plan de rotación de cultivos, el recurso suelo y agua está seriamente amenazado y no hay localmente respuesta; las instituciones responsables de llevar programas de conservación de suelos y agua, mueren de mengua en oficinas que ya no producen respuestas técnicas sino lo que producen es lastima; aquí se impone un audaz programa de sostenimiento de las cuencas y microcuencas hidrográficas, que garanticen la sostenibilidad del recurso agua y suelo para la sobrevivencia de la especie humana junto al resto de los animales y vegetales.

Y esos programas deben ser abordados en conjunto, Gobierno Nacional, estadal y municipal, en mancomunidad con las universidades que tienen experticia en el tema ambiental y fundamentalmente con los usuarios, para garantizar el éxito de un programa de conservación y mantenimiento de cuencas que sostenga la alta demanda de agua, que requieren los habitantes de este estado, la represa Uribante - Caparo, la agricultura y la industria en general.



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Juan Alberto Sanchez Garcia


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