China y la guerra económica

Venezuela desde 1999 ha venido desarrollando la estrategia de acercamiento político y económico con La República Popular China, estableciendo un programa de préstamos y endeudamiento a cambio de petróleo, al extremo que hoy se le debe a ese país hasta el modo de caminar.

A China pareciera que solo le interesa de Venezuela el petróleo para abastecer parte de alta demanda de energía que la superpoblada e industrializada nación requiere; y lo decimos con razón de causa, pues sus inversiones en Venezuela están lejos de coadyuvar a dinamizar la economía cada día más maltrecha.

Y a las pruebas hay que remitirse, aquí hay un grave problema de ensamblaje de vehículos de todo tipo; marcas emblemáticas con plantas ensambladoras en Valencia y Cumana están prácticamente cerradas, jalonando al resto de la cadena que conforma las partes de vehículos, servicio post venta, distribuidoras etc; a extremos que hay una fuerte demanda insatisfecha de vehículos automotores familiares, para el transporte público y el trabajo en general del país, lo cual distorsionó el mercado real de este segmento de la economía y un carro hoy en dia tienen precios jamas imaginados.

Venezuela en los años 50 fue cambiando su patrón de movilidad al pasar del uso del tren a la masificación del vehículo automotor movido principalmente con gasolina y gasoil derivados del petróleo, columna vertebral de la economía venezolana, no por casualidad el país desarrolló unos 98 mil kilómetros de vialidad que fueron orgullo y ejemplo para Latinoamérica.

Por eso no es casual que los fabricantes de vehículos de todo tipo de Estados Unidos, desarrollaran en Venezuela grandes ensambladoras que producían anualmente no menos de 150 mil vehículos junto a los que se importaban directamente; esta actividad económica jalonaba enormemente la economía venezolana, pues detrás del ensamblaje de un vehículo automotor había una cadena de industrias conexas generadoras de empleo estable y remunerativo.

Reseña esta semana la prensa, que La República Popular China, junto a un grupo económico colombiano, inauguraron el pasado 18 de agosto en las cercanías a Bogotá, la primera fábrica para América Latina y El Caribe ensambladora de autobuses y camiones de la marca "Foton", con una inversión de 12 millones de dólares.

¿Y Venezuela qué? Urgida como está la economía de retomar la dinámica que vaya disminuyendo la dependencia petrolera, que pueda abastecer la insatisfecha demanda vehicular del país y que se pueda mirar a Latinoamérica como negocio, se quedará con los crespos hechos, pues todo pareciera indicar que con China estamos oyendo un cuento chino, solo les importa el petróleo venezolano y atarnos al mejor estilo capitalista a su dependencia.

No es que se abogue por volver al siniestro fondo monetario internacional, pero tampoco se aspira a que el país entre a endeudarse en las magnitudes que lo está haciendo con La Republica capitalista China, solo a cambio de la venta de petróleo a futuro, con las consabidas consecuencia que eso acarrea.

Ya es lugar común en los países Latinoamericanos y en algunos muy panas de Venezuela, ver a las transnacionales Chinas instaladas con flamantes distribuidoras de todo tipo de vehículos, mientras que aquí languidecen y cambian de uso las instalaciones que hacían ese servicio.

Y esa es otra de las formas de manifestar lo que llaman guerra económica y que tiene algo de cierto, porque no se justifica que un socio comercial de tal envergadura como China, segunda economía del mundo, con el mayor crecimiento constante anual de su PIB por casi tres décadas (obviando la reciente devaluación de su moneda) esté mirando comercialmente a otros países para sus inversiones y a Venezuela solo le traiga el espejito como los españoles en la colonia, habiendo aquí espacio territorial en abundancia y ocioso, siendo productor de petróleo principal componente de la industria automotriz, teniendo todo el hierro que se necesite, y una población económicamente activa, presta para contribuir a dinamizar este generador de empleo, el cual junto a la construcción, son dos de los que mas contribuyen en la diversificación de la economía, por todo lo que implica las cadenas productivas.

Es hora de mirar otros escenarios posibles, debe despertarse el país en general de esta difícil situación y rectificar lo que sea necesario para enrumbarlo a instancias superiores de desarrollo que impliquen mejoramiento de la calidad de vida traducida en bienestar; hay que apostar a la rectificación sin hipotecar principios elementales de la vida social de los pueblos, que siempre pagan los platos rotos y que de paso nunca los rompen. Esa otra forma de guerra económica también hay que mirarla y no perderla de vista.



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Juan Alberto Sánchez García


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