Si perdimos la guerra política perdemos la guerra económica

La guerra económica es una forma de la guerra política, o sea de la guerra que le hace el capitalismo hegemónico imperial a cualquier sospecha de avance social de los pueblos, a los gobiernos socialistas, o progresistas que solo busquen ser independientes y soberanos de sus decisiones. No existe una guerra económica fuera de las relaciones capitalistas de producción de mercancías. La guerra económica, si es verdad que estamos librando una guerra económica, se pelea contra el capitalismo, contra los capitalistas y contra las relaciones capitalistas de producción. Contra la explotación, contra la acumulación de capital, contra el consumismo y la producción anárquica de mercancías inservibles o inútiles. En la batalla, los socialistas y la clase obrera consciente, tienen en frente a la burguesía, al capitalismo y a las relaciones de producción capitalistas.

No existe una guerra económica aparte de la sociedad que tenemos hoy. No existe como si fuera una entelequia, o una guerra aparte, desconectada del capitalismo y de la burguesía. La burguesía es la clase social hegemónica, que vuelve a tener el control total de la sociedad, que vuelve a tener el poder sobre el poder. Hoy la sociedad venezolana se mueve según su capricho, piensa según sus valores, respira sus perfumes. Las clases más bajas de la sociedad y la clase media, bailan al son que le toca la burguesía criolla y las corporaciones multinacionales, por eso resulta difícil ganar una guerra económica a un enemigo que somos nosotros mismos. En cierta forma, vencer en esta guerra es desengañarnos y reconocer al enemigo con valor. Matar al capitalista, al egoísta, al mercantilista, al explotador, al arribista, al fascista, que tenemos por dentro. O mejor dicho vencer al otro, venciendo al tonto que llevamos dentro. Porque, si hay algo que garantiza el capitalismo es la división de clases y una manera de pensar y soñar que nos impide liberarnos de la estupidez.

La socialdemocracia es una estado mental esquizoide. Es quedarse en suspensión entre la vigilia y el sueño. Querer tenerlo todo a la vez: el capitalismo y el socialismo. Escucha voces que no existen. Es vivir en el absurdo. La socialdemocracia, a la larga le facilita las cosas al capitalismo por su inercia, por su pasividad. Mientras denuncia al capitalismo se hace la pendeja y permisible con él. ¿Cómo puede un gobierno así, con claros modales socialdemócratas, ganar una guerra contra un enemigo que no existe, o que no reconoce?

Para aquellos que ven la crisis dentro de una tenaz guerra económica les aconsejo que hagan distancia, más distancia de sus propios miedos, y vean el problema en su conjunto. Por un lado, el socialismo. Por el otro lado, el capitalismo. Y en el medio, la socialdemocracia. Por un lado la revolución. Por el otro lado, el estatus. Y en el medio la restauración. El gobierno nos quiere convencer de que no es responsable directo de la conspiración económica miliar y política de la derecha. No se puede estar con Dios y con el diablo a la vez. Es por eso que de tanto correr la arruga capitalista está tropezando ahora con el fondo más oscuro del capitalismo: la violencia, la represión, se está encontrando con él, identificándose con él en los métodos de contención. Si se hubiese entendido y atendido el Plan de la Patria (original), esta batalla de las OLP contra los "agentes más siniestros" de la guerra económica no se hubiera librado jamás. Todavía es posible voltear los cañones hacia el centro, hacia el corazón mismo del capitalismo y dispara una descarga de sorpresa.

La primera descarga sería mostrarles a los capitalistas que somos capaces de rectificar y cambiar el rumbo. Ya por ahí le asestamos un duro golpe a su mejor defensa: la convicción que tienen de que la única solución a la crisis es dentro del capitalismo. Otra descarga de baterías sería hablar con la verdad y cambiar de actitud frente a los problemas. Mostrarlos, atenderlos en sus características propias, sin ocultarlos o acomodándolos en un mismo paquete. Si se trata de corrupción, bueno, comencemos a develar lo que se oculta o se ha ocultado hasta ahora. Si se trata de mal uso de la fuerza policial, igual. Si hay un coronel que hace denuncias, entonces, dejemos que hable para ver de qué se trata (Da risa pensar que el mismo gobierno, temeroso de un militar levantado, pueda hacer de este oficial Raga otro Chávez, poniéndolo preso. A lo mejor, permitiendo que se exprese libremente, no haría tanto daño al gobierno, o incluso, al país, convirtiéndolo a este señor en un "preso de conciencia", que llaman por ahí. Por estos errores, una historia que hubiera sido, no es, es otra historia).

…Y luego de tener un acto de elevada humildad, tomar al cielo por asalto. Parece mentira que le cueste tanto al gobierno rectificar... ¿Qué pasará cuando se le acaben los enemigos a Robespierre?



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Héctor Baíz

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